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—Ya no sé qué hacer con ella. Apenas me mira. No pronuncia una palabra en las comidas y siempre agacha la cabeza. —mencionó exasperado —Es muy difícil que un matrimonio funcione si parece que estoy casado con una piedra.

—Ten más paciencia, Carl.

—Dos meses es suficiente. Si llega a saberse que aún es casta, seré el hazmerreír de Londres.

—Podrías seducirla.

—¿Disculpa? ¿Qué fue lo que dijiste?

—Lo escuchaste muy bien, no me hagas repetirlo, Carl —dijo la duquesa con las mejillas encendidas y el bochorno presente en su rostro.

—¿Y eso cómo se supone que va a solucionar mi crisis marital?

—A mi me ayudó a enamorar a mi esposo. —le explicó Carrie con incomodidad.

—Bueno, te felicito por tal hazaña, querida. —bromeó un poco con ella, haciendo que su sonrojo se intensificara. —Pero, ¿por qué crees que yo quiero enamorar a Allison?

—Por favor, Carl. Es obvio que te gusta. Tu esposa llama tu atención y no puedes negarlo.

—Si te refieres a que me parece atractiva, es verdad. No estoy ciego. Es una mujer hermosa.

—Hay algo más con ella, ¿no? —definitivamente su amiga era muy perceptiva e insistente y lo conocía bien.

—Vale, lo acepto. Ella me gusta bastante, mucho más allá de lo físico. —confesó con sinceridad. —Yo quiero protegerla y que se sienta segura conmigo.

—¿De qué?

—En sus ojos se nota que tiene miedo de que ese hombre vuelva por ella. —Carl no quería mencionar mucho acerca del asesino de Londres porque no quería incomodar a Carrie con el tema. Todos habían sufrido por los actos de ese criminal.

—Pero no lo hará. Jamás saldrá de la cárcel.

—Yo no voy a permitir que alguien más salga dañado —prometió tomándole la mano con cariño. —Te protegí una vez y volvería a hacerlo sin dudar, Carrie.

La rubia le sonrió agradecida y se levantó para abrazarlo. La amistad que ambos tenían era irremplazable.

—Lo sé. Estoy muy agradecida por ello. Y Allison debe sentirse igual.

—¿Entonces por qué no puedo lograr que se acerque a mi o me hable como una persona normal? —tal vez no entendía lo suficiente a las mujeres como había imaginado.

—Intenta ser más directo con ella. Si la tratas con tanta delicadeza puede que no avances.

—Supongo que tendré que hacer eso. —suspiró con frustración y se levantó del sillón que ambos compartían.

—Pero no seas tan impaciente. Allison ha sufrido un episodio muy traumático y la sociedad no la trató con mucha consideración en los últimos meses.

—Tienes razón, Carrie. Gracias por escucharme y hablar conmigo. Me enloquece un poco no poder hacerlo con mi esposa.

—Yo podría visitarla y tratar de convencerla para que cambie su actitud. —ofreció con amabilidad.

—Creo que le afectaría bastante saber que he compartido este secreto contigo, querida. Aunque agradezco tu oferta. —Carl tomó sus guantes y el abrigo mientras iba hacía la salida. Había transformado su rutina y cenaba con Allison a diario. Era incómodo y aburrido, pero era lo mínimo que podía hacer.

Se despidió de su amiga y al llegar a casa se fijó en que su esposa aún no bajaba de su habitación pese a que era la hora de la comida. Decidió ir él mismo por ella y saludarla para que ambos hicieran el trayecto hacia el comedor juntos.

Tocó la puerta dos veces y entró cuando la suave voz le indicó que pasará. La encontró peinándose frente al espejo y se sorprendió al verla sonreír para él.

—No me avisaron que ya habías llegado. —dijo poniéndose de pie. —Bajaré ya.

—Te ves distinta hoy. —no pudo evitar mencionarlo. Casi nunca sonreía y lucía muy animada.

—He recibido noticias de mi madre. —se acercó con aquella expresión revitalizante y su corazón se aceleró sin remedio. Detestaba que Allison fuera infeliz en su hogar y su único propósito era verla reír y que imaginara un futuro a su lado también. —Mi padre ha encontrado un socio en el extranjero, al parecer está dispuesto a ayudarle para saldar todas sus deudas.

—Esa es una excelente noticia, Ally. —Carl pensó en que Thomas estaba investigando a los Barrett y que tal vez aquel nuevo compañero de negocios tuviera que ver con las averiguaciones del duque.

—Mi padre pagará todo lo que debe al banco. —aseguró frente a él. Parecía que era una gran preocupación para ella el hecho de que su familia no le debiera nada a él.

—Cuando le pedí tu mano al señor Barrett hicimos un contrato y quedó estipulado que tu padre podría financiar sus pagos en máximo cinco años y sin intereses. Además, ahora que estamos relacionados mis padres insistieron en no cobrar la totalidad de los préstamos que le habíamos dado como parte de nuestra unión. —le explicó para evitar malentendidos.

—Gracias, Carl. —la castaña se acercó a su cuerpo y lo sorprendió con un beso en la mejilla. —No sé qué hubiera hecho sin tu ayuda.

El banquero no perdió la oportunidad y pusó sus manos alrededor de su cintura para que no se apartara. Increíblemente no la sintió temblar o asustarse por su tacto. El vestido que usaba era sencillo y podía sentir que no llevaba corsé bajo las prendas. Estaba bastante tentado de acariciarla como tanto deseaba y convencerla para hacer el amor, pero debía respetar los límites invisibles que aún estaban entre ellos.

—Jamás me agradezcas por esto. Soy tu esposo y voy a protegerte siempre. —recordó la charla con Carrie aquella tarde y decidió lanzarse a por más.

Sujetó su rostro y le dio un pequeño beso, capturando sus labios con suavidad y abrazándola con toda la amabilidad que podía brindarle y que sus propios impulsos le permitían demostrar sin ser muy brusco.

Al finalizar el contacto ambos se sonrieron con una actitud completamente diferente. Algo entre ellos había cambiado y la incomodidad que había estado envolviendolos siempre que estaban juntos se había ido.

Bajaron a cenar y ella accedió a sentarse a su lado en esa ocasión. Aunque casi no participó de la conversación con él, sino que se dedicó a escucharlo, Carl podía asegurar que había sido la mejor noche hasta ahora.

Habían dado un importante paso en su relación y pretendía mantener el buen ritmo con Allison para que su matrimonio saliera a flote. No estaba dispuesto a rendirse en lo concerniente a ella.

Sin embargo, otra cuestión aparte era el señor Barrett y sus reuniones sospechosas. Si ese hombre estaba dedicándose a negocios ilícitos iba a arruinar su reputación y posiblemente les trajera problemas, pero primero debía averiguar qué era lo que Thomas sabía. 

Historias Cortas - Misterios de Londres III (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora