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Allison despertó temprano aquella mañana y no pudo evitar sonreír al ver a Carl a su lado. Habían consumado su matrimonio de la mejor manera posible y había estado a punto de confesar sus sentimientos ante el hombre.

El banquero le había demostrado que no debía tener miedo ante él y tampoco dejó campo para que ella alimentará sus inseguridades. Ahora se sentía cómo una tonta. Los meses pasados había querido alejarse de él y convencerlo de que buscara a otra mujer por no creerse suficiente y aquella idea le ponía los nervios de punta con solo pensarlo.

Amaba a Carl y no iba a permitir que nadie se lo arrebatará jamás. No sabía si él correspondía sus sentimientos, pero por el momento le era suficiente su buen trato y la desenfrenada pasión que le demostraba. Ella había sido bastante esquiva desde el inicio por lo que no era tan ingenua para imaginar que en unas cuantas horas iban a jurarse amor eterno.

Aún así tenía el presentimiento de que iban a ser muy felices juntos. Ella definitivamente iba a lograr que se enamorara y no quisiera irse de su lado nunca.

—Carl —lo llamó en voz alta para despertarlo. Tenían una cita con los duques de Kent para almorzar y no quería llegar tarde o que no tuviera el suficiente tiempo para prepararse y llegar impecable a su reunión.

—Un rato más. —murmuró aún con los ojos cerrados y sin moverse.

—Recuerda el compromiso que tenemos.

—Deberíamos quedarnos en la cama todo el día. —dijo con una sonrisa ladina.

—Son los duques de Kent y tus mejores amigos, sería muy grosero que no vayamos. —la tentación fue más fuerte para ella y estiró su mano para tocarlo en el hombro y aunque su intención era que la mirara la verdad solo quería acariciar su piel.

El calor bajo su palma le recordó la manera en que él mismo la había tratado horas antes y sus mejillas enrojecieron en un segundo. Intentó que no le afectara tanto y se acercó a su cuerpo. Carl la abrazó al instante y besó su cuello con cariño. Era muy fácil sentirse cómoda con él incluso con todas sus cicatrices a la vista. Ya no necesitaba esconderse de su esposo porque a él no le importaban.

—A ellos no les interesa cuando lleguemos, Ally.

—Pero a mi si. —enredó sus dedos en los mechones de su cabeza y suspiró al sentir su lengua lamiendo su garganta y mordiendo con delicadeza la zona. —Por favor.

—¿Quieres que siga o que me detenga? —le preguntó mientras succionaba el lóbulo de su oreja.

—Ambas.

—Tienes que escoger, cariño. —sus manos empezaron a tentarla, rozando sus piernas y brazos con caricias perezosas.

—Si haces eso, vamos a llegar tarde. —gimió al sentir que su entrepierna se humedecía por el deseo.

—Te dejaré tranquila si me prometes que volveremos rápido a casa y me darás todo un día juntos. —la miró directamente por primera vez y ya lucía despejado y sin una pisca de sueño.

—Vale. —en el fondo se decepciono un poco de que él no siguiera seduciendola. —Es un trato.

—Pero debes jurar que no vas a entretenerte demasiado con Carrie. Esa mujer quiere interrogarte a fondo y va a intentar convencerte de que permanezcamos en su casa mucho más de lo necesario. —dijo muy serio al respecto.

—No hablaré de más con ella. —era cómico hasta cierto punto que estuviera tan inquieto por estar fuera toda la tarde. —Aunque sigo creyendo que sería descortés irnos rápido.

Historias Cortas - Misterios de Londres III (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora