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Carl empezó a desnudarse para meterse en la cama con lentitud. Su mirada estaba sobre el bulto que ya se encontraba allí.

Ally estaba durmiendo profundamente y le daba la espalda. Habían pasado tres días desde aquella pelea que tuvieron en el coche  y aún no habían solucionado sus problemas.

Él había querido hablar de lo sucedido pero fue ella quién lo evitó y se negó a conversar o mirarlo.

Entendía hasta cierto punto su molestia pero que se negara a arreglar las cosas con él y que le dijera que no era nadie en su vida le había dolido mucho.

Su matrimonio no era esa clase de unión sin amor. Ellos podían atravesar ese trecho y no permitir que los afectarán los factores externos.

Pero aunque él quisiera poner fin al martirio eso no iba a suceder. Su esposa realmente estaba molesta y no daría su brazo a torcer tan fácilmente.

Recordó lo que Thomas le dijo esa mañana cuando se reunieron para desayunar y hablar de negocios. El duque le había aconsejado que era mejor no llevarle la contraria y que se disculpara incluso cuando él tenía algo de razón.

Por su bien y el de su relación iba a seguir el consejo letra por letra.

Se recostó en la cama y abrazó el cuerpo de Allison con fuerza. En su inconsciente la castaña se giró y se acurrucó en su pecho como siempre lo hacía. Carl acarició su espalda y cabello con movimientos lentos por temor a despertarla. Estaba seguro de que si perturbaba su sueño iba a alejarse y también la creía capaz de irse a otra habitación.

Eso era lo último que quería. Odiaba no poder tocarla cómo lo hacía usualmente. Debía aprovechar estos momentos en los que ella también lo anhelaba aunque estuviera adormilada.

El banquero se levantó poco después del amanecer y sabía que Ally también lo haría temprano debido a que Carrie y ella habían organizado un día de compras.

Pidió un desayuno copioso y él mismo fue hasta su modesto jardín para cortar un par de flores y ponerlas como decoración en la bandeja que le llevaría.

Había pedido que prepararán platos repletos de fruta, panecillos de mantequilla con mermelada, jamón y queso junto con café. Esperaba que a través de la comida au corazón se apiadará de él y le diera su perdón.

Cuando llegó a la estancia se encontró con la castaña sentada frente a su peinador arreglando su cabello. Sus miradas se toparon en el reflejo del espejo y casi suspiró de alivio al notar la sonrisa tímida en sus finos labios. Eso significaba que ya no estaba tan furiosa como antes.

—Me tomé el atrevimiento de traértelo hasta la cama pero no sabía que ibas a prepararte a está hora —dijo acercándose a ella. —También se me ocurrió traerte flores. Debes disculpar mi simpleza y que no te haya comprado un ramo grande en la floristería pero fue un detalle de último momento.

—¿Tú mismo las cortaste? —preguntó tomando un manojo de flores de lavanda y llevándolo a su nariz para olerlo.

—Si —dejó la bandeja sobre el lecho y se mantuvo de pie frente a ella. —Lo hice con mucho cariño para ti. Quería disculparme por la discusión que tuvimos el otro día. Fue de mal gusto que comentara eso sobre tu familia. No volverá a pasar. Lo siento mucho, Ally.

La joven apartó la vista de él y aunque fue sólo un segundo, Carl pudo notar el puchero que se formó en sus labios y la tristeza de su gesto pero tan rápido como sucedió así mismo se fue. Ella sonrió y se tiró a sus brazos.

—Yo también lo siento. He sido muy obtusa con el tema y me comporté como una niña caprichosa. La próxima vez que discutamos nos sentaremos a hablar como los adultos que somos. —Carl la retuvo contra su pecho y besó su cabeza con cariño.

Historias Cortas - Misterios de Londres III (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora