Capítulo 26: Trono

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Me removí con pereza por el camino, me encontraba muy cansada, pero necesitaba aquello.

Quería respuestas, aunque tal vez no me gustaría encontrarme con lo que me podría encontrar, pero asumiría el riesgo.

- ¿A dónde vas?

Me estremecí con aquella voz, girando lentamente mi cabeza para toparme con Levi.

- Iré a dar una vuelta con Drogo. Hace días que no le veo.

Aunque aquello no era mentira, por lo que no me sentí mal por mentirle, bueno, por ocultarle la verdad.

El de pelo azabache asintió, acercándome a él por la cintura para dejar un beso en mis labios.

- Disfrutad, os lo merecéis. -musitó por encima de mis labios.

Me gustaba como Levi me encaprichaba y mimaba.

Aunque para cualquier persona sería algo normal, nadie en mi vida me había dejado tomarme un descanso de mis obligaciones como capitana.

Nadie me había dejado despejarme la mente, tampoco poder parar con mis entrenamientos.

Agradecía enormemente al de ojos grisáceos por ello.

Se marchó de allí, dejándome vía libre.

Al confirmar que nadie me veía, corrí hasta el establo, donde Drogo yacía.

Me estaba empezando a plantear seriamente en construirme una habitación para que durmamos Drogo y yo.

Pude ver como el dragón levantaba atento su cabeza, como siempre esperando mi llegada.

Saltó de su sitio, corriendo hacia mi y lanzándose encima.

Me reí, empujando su cara para evitar que me chupara, aunque fue imposible.

Tras unos segundos logré zafarme de debajo suya, haciendo que cayera de morros al suelo.

Sin esperar mucho más me subí encima de él, acariciándolo con cariño.

- Vamos, campeón. Vayamos a buscar respuestas.

Este gruñó como respuesta, emprendiendo vuelo hasta salir fuera de las murallas.

[...]

Seguí el camino que él titan bestia había tomado, habrían pasado unos veinte minutos desde que empezamos con la búsqueda.

Tan solo esperaba que ya estuviera cerca.

Abrí los ojos al ver un lago, y se notaba que alguien había estado en él, pues el suelo tenía arañazos y grandes pisadas.

Sonreí. Íbamos bien encaminados.

Le dije a Drogo que aterrizara, para así poder mirar de mejor manera el sitio.

Acaricié el terreno, sintiendo trozos de tierra desvanecerse en mis dedos.

- ¿Podrías rastrearlo, pequeño? -musité, empujando mis dedos hacia él de forma lenta.

La criatura acercó su hocico, olfateando.

Con cuidado me encargué de ponerle el pañuelo de nuevo en los ojos, no me iba a arriesgar a encontrarme con el titán bestia de nuevo o con quien lo poseyera.

Aunque no creía que eso llegara a pasar, pero más valía prevenir que curar.

Sentí como los músculos de Drogo se contraían, antes de empezar a correr por el bosque.

Pasamos frente al viejo altar de los muertos.

Sonreí. Como decía la leyenda, si seguías el altar te encontrarías con Dagahra.

Mi hogar...lo añoraba.

Pensé que seguiría el camino del ciego altar, girando a la izquierda, pero Drogo hizo todo lo contrario.

Suspiré. Aquello parecía dar para mucho rato, pero esperaba que con aquello pudiera encontrar respuestas a algo.

El motivo de porqué podía tener el control absoluto de Drogo, por ejemplo. Y también por venganza, aunque no me gustará tanto, me encontraba cegada por la ira de mi pérdida y por el secuestro de mi dragón.

Cuando me quise dar cuenta, nos encontrábamos en una zona que no había visto nunca, estaba lejos de cualquier árbol, simplemente era un largo campo que parecía no tener fin, y a lo lejos podían apreciarse unas enormes montañas de piedra.

Las alas del dragón se abrieron, emprendiendo de nuevo vuelo bajo la oscura noche.

Agradecía al perfecto olfato y oído de Drogo.

Supe que si se había dado cuenta de que tenía que volar, era por el sutil cambio de temperatura.

Sonreí, viendo como poco a poco empezábamos a llegar a lo alto de las montañas.

Leves capas de escarcha se dejaban ver, haciendo notar el evidente cambio drástico de temperatura.

Aunque era obvio, pues estábamos a miles de kilómetros de altura.

Sonreí, escuchando como Drogo gruñía elevando su cabeza.

Levanté mi vista, encontrándome con que el camino seguía un poco más alto.

Empezó a saltar, llegando por fin al dichoso sitio.

Sonreí de forma enorme al ver como era una especie de cueva sin techo.

En el centro hacia una tumba, y las paredes se encontraban talladas a mano, mostrando textos que no me reparé en leer.

Me giré hacia Drogo, acariciando su cabeza con cariño y abrazándole.

- Nunca dejas de sorprenderme, pequeño. Eres demasiado inteligente para la humanidad.

Era increíble lo que su olfato había sido capaz de rastrear.

Ahora entendía porqué casi nunca nos cruzábamos con el titán bestia.

Aquella era su guarida, o por lo menos donde había ido a refugiarse el día anterior.

Tenía una temperatura mortal que para un simple humano sería imposible resistir, pero que él sin dudas podía soportar por la abundancia de pelo.

Bueno, por lo menos con ello sabía que no se lo encontrarían.

Pues nadie era capaz de aguantar tanto tiempo en su forma titan si quería reponer fuerzas, por lo que no sería capaz de estar en aquella tumba.

El rugido de Drogo la sacó de sus pensamientos.

El dragón apuntaba con su cabeza hacia las espaldas de la chica.

Katrina giró sobre sus talones curiosa por la reacción de su dragona.

En la pared, se encontraba una estatua gigante. La estatua trataba de una chica con un vestido ajustado, y el pelo suelto, casi daba la impresión de que flotara. Fuego salía de su espalda, al igual que unas alas de dragón. Para finalizar, una corona se encontraba en su cabeza.

Se acercó con más emoción, recordando con pereza aquella imagen.

Abajo de la estatua, tallado con una letra fina se podía leer Casa Dracarys.

Aquella figura...aquella figura era ella.

- Esto no se trata de una tumba. -susurró para sí misma, acariciando las palabras talladas, casi como si se fueran a romper.- Se trata de un trono.

- Se trata de un trono

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MOTHER OF DRAGONS | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora