CAPÍTULO 29.

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Desperté con un dolor de cabeza del otro mundo.
Sentí que estaba más allá que aquí.

Observé a mi alrededor.

Vaya, ésta no es mi habitación.

Me levanté de la cama, aún seguía con el vestido de ayer.

Miles de cosas pasaron por mi tonta cabeza.
Lo último que recuerdo fue a Colt, el muchacho rubio que conocí ayer.

El sonido del picaporte hizo que me asustara.
La puerta de abrió lentamente.

— Buenos días. — saludó Pieck.

— Buen día, Pieck. ¿En dónde estamos y qué hago aquí? — pregunté paranoíca.

Ella solamente sonrió. — Estás en la habitación de invitados. Tus amigos están abajo desayunando.

— ¿Cómo? — pregunté confundida.

— Bebieron demás, y claro, no iba a dejar que conducieran en ese terrible estado.

— Vaya...

— Por cierto, tienes novio, ¿no? — preguntó.

Eso me hizo tambalear.

Yo asentí.

— Pobre Colt, no debiste ilusionarlo.

Mi mundo se vino abajo cuando me dijo eso.

— ¿Por qué me dices eso?

— No, por nada. ¡Bajemos!

.
.
.

Al terminar de desayunar mis amigos y yo, agradecimos a Pieck.
Subimos al auto y partimos, cada quién para su hogar.

Apenada, sumamente apenada, abrí la puerta principal.

Entré de puntitas, subí la escalera de la misma forma.

Ingresé a mi habitación, cerré la puerta y... la ventana estaba abierta y sin las cortinas puestas.

Pude visualizar a Levi de espaldas.
Sin remera.
Regando el pasto y las plantas.

Tomé un baño relajante en la tina.
Se me vino un recuerdo a la mente.

Colt.

Él y yo riendo por tonterías, vaya, ni siquiera recuerdo bien, pero él me hacía reír.

🍙🍙🍙

Bajé y fui directamente al patio trasero en donde estaba Levi.

Si la vida me da la espalda, espero que sea la suya.

— Buenos días. — saludé apenada.

Él me miró de reojo.

— ¿Has amanecido bien? — preguntó en tono neutral, cerrando la canilla.

— Sí.

— Me parece bien. — dejó la manguera en su lugar, se quedó frente a mi.

No podía mirarlo a la cara, así que observé tus pectorales.

— ¿Puedo preguntar si pasaste la noche con alguien?

Su pregunta me sacó de mi órbita.
Lo miré a los ojos.
Esos me miraban intensamente.
No sé porqué temía.

— Me quedé dormida en la casa de Pieck.

— Está bien. — dijo adentrándose a la casa.

Falsas promesas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora