CAPÍTULO 33.

77 17 23
                                    

POV LEVI.

Totalmente desanimado y desolado llegué a mi casa.
Con el humor bajo abrí la puerta principal.

Con pesadez subí la escalera.

Me detuve frente a la puerta de la habitación de Mikasa.

Con mucho miedo, lo abrí.

La cama vacía, pero, el desorden que había ahí era impresionante.
Ropas esparcidas por el suelo.
Algunos jarrones rotos.

Y el vestido de novia, tirado allí, al parecer pisoteado.

Me coloqué de cuclillas, tomé el vestido y lo abracé.

Por primera vez intenté ignorar de desastre a mi alrededor.

Sentí que alguien me observaba en el marco de la puerta.
Giré la cabeza lentamente.

La rubia.

- Levi, lo siento mucho - susurró.

- Gracias por seguirla. - solté el vestido - ¿pero, qué haces aquí?

- La estaba acompañando. Te oí llegar asi que...

La interrumpí. - ¿Ella está aquí? - pregunté desesperado.

Ella asintió.

- ¿En dónde? - cuestioné impaciente.

- En el baño de invitados. Ella no sabe que estás aquí. No te oyó llegar, ella no pareciera estar aquí. Su mente divaga por cualquier otro lugar.

- Gracias, Leonhart.

Bajé velozmente las escaleras.

Abrí lentamente la puerta.

Allí estaba ella, en la tina, ni siquiera se dio cuenta de que ingresé.

Es cierto, su mente no está en este mundo.

Ella está desconectada.

Me acerqué a la tina, me coloque nuevamente en cuclillas.

- Mikasa... - pronuncié.

Ella pareció despertar.
Sus ojos buscaron los míos con obvia desesperación.

- Dime que no estuviste con ella. - susurró.

- No Mikasa, nunca.

- Dime que no estuviste con ella. - volvió a repetir.

- Tú eres la única en mi vida.

Ella comenzó a llorar.

- Merezco ser feliz, maldita sea.

- Te mereces lo mejor del mundo, Mikasa.

- No estoy enojada contigo. Pero, tengo una pequeña espina aquí - se tocó el lado izquierdo del pecho.

- Lo sé y es por eso que yo me alejaré de ti. Porque yo siempre arrastro las malas cosas, Mikasa.

POV MIKASA.

Pensé que mi mundo se vino abajo cuando se opusieron a nuestra boda, pero no, ahora es donde realmente el mundo entero se vino abajo.

- De.. qué... - no pude continúar.

- Te amo, Mikasa, pero creo que lo nuestro no está destinado a ser.

Iba a responderle, pero él me dio un beso en la frente se posicionó y salió por la puerta.

Sentí un pinchón en el corazón.

Como pude me coloqué la toalla, con los pies llenos de espuma intenté correr tras él, pero solo pude abrazar el piso.

Impotencia.

.
.
.

¿Somos dos almas que se aman, pero que no estamos destinados a ser?

Qué patético.

Suspiré.

Ingresé a la ducha, me saqué toda la espuma, agarré la bata y con lentitud abrí la puerta del baño, caminando lentamente.

Al momento de cruzar la sala vi a Levi a Annie sentados en el sofá.

- Mikasa, ven. - llamó mi amiga la rubia.

Obedecí.

- Yo sé que su amor superó barreras, muchas barreras. ¿Por qué no superan esta? - cuestionó - Mikasa, ¿tu crees que Levi estaría con Petra?

Yo bajé la mirada.

Escuché un "tsk".

- No, pero, no es justo que siempre que estemos bien algo suceda.

- ¿Y creen que lo mejor es terminar para siempre, siendo que ambos se aman? - cuestionó algo enojada.

- Leonhart, ella y yo nunca seremos felices. - pronunció Levi con la voz apagada.

- ¿Se dan por vencidos?

Miré a Levi, quién también me miró.
Nuestras miradas se volvieron a conectar.

- Te dejo esta casa, mocosa. - dijo para luego levantarse del sofá.

Annie intentó decir algo, pero no, no dijo absolutamente nada.

El silencio reinó en la sala.
Un momento incómodo.

- Me retiro, con permiso. - pronunció la rubia desganada.

Levi tan solo la miró alejarse y salir por la puerta principal.

- ¿De verdad crees que el hijo que espera Petra es mío? - cuestionó amargo. - tan solo cuenta los meses, no hay ninguna posibilidad. Y, además porque nunca la vi como mujer.

Estoy muy apenada.

- Mikasa. - pronunció acercándose a mí - ¿en verdad me amas?

Alcé la mirada.
Sus ojos azules.

- Cómo te atreves a dudar. - respondí.

- Pónte ropa cómoda. - indicó.

- ¿A dónde iremos? - pregunté con curiosidad.

- Iremos a casarnos en París.

No dije nada,
Absolutamente nada.
Fui corriendo por la escalera, deshaciendome de la bata y reemplazandolo por un vestido rosa y un saco negro.

Bajé corriendo las escaleras, bueno, al estar en el tercer escalón me tiré por Levi.

Mi hombre.

Él cuál me atrapó, rodeé mis piernas por su cintura.

Le planté un beso.

Me bajé, él agarró la llave de su camioneta.

- Vámonos, mocosa.

- Pero, y nuestras ropas yyy...

Me interrumpió. - Veremos que hacer luego de estar casados.

- Y el pasaport... - volvió a interrumpirme.

- Haces muchas preguntas, sabes? Confórmate con saber que serás mi esposa.

Seré su esposa.

Falsas promesas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora