CAPÍTULO 27.

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Una mañana a obscuras.
Una mañana que parece de noche.
Las nubes grises que se asomaron en este día.
Los colores blancos con negros, no forman un arcoirís, da gris. Pero, las nubes grisáceas también son partes del paisaje, apesar de no tener colores llamativos.

— Mikasa. — al oír mi nombre no giré mi cabeza, seguía observando el paisaje grisáceo. — ¿Te sientes mejor? — él preguntó, colocando sus manos y mis hombros.

— Lo estoy. — me limité a responder.

— Es un día de lluvia. ¿Igual quieres reunirte con tus amigos?

Suspiré.

— Ya tomé la decisión, Levi.

— Por mí, perfecto.

Me giré, quedamos frente a frente.

— Por más de que sigo molesta contigo.

Él tan solo mantuvo esa cara de siempre, no movió ni un solo músculo.

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Subí a la camioneta, él parecía estar nervioso.
Su ceño estaba mucho más fruncido de lo normal.
Y cuando conducía, apretaba fuertemente el volante y lo mismo a la hora de cambiar.

— Si no quieres, no bajes. — hablé observándolo.

Él solo me ignoró.

Llegamos.

La casa de Armin.

Al bajarnos, mis amigos ya estaban reunidos.

— ¡Hola, chicos! — saludé con ánimos, ellos correspondieron de la misma forma.

— Buenos días. — habló Levi, con esa voz ronca que me vuelve loca.

— Los cité porque necesito que me ayuden, chicos.

— ¿En qué? — preguntó curioso Armin.

— Levi y yo nos casaremos.

Un minuto,
Un minuto de total silencio,
Cara de espanto,
Cara de ¿qué mierda está pasando?
Cara de felicidad.

— ¿Sorprendidos, mocosos? — cuestionó Levi al ver la cara de mis amigos.

— ¿Por qué tan jóven, Mikasita? — cuestionó Historia.

— ¿Acaso le ves muy jóven al señor Levi? — comentó Jean.

— Yo, lo veo como el vino. — dijo Annie, — aparte, no es un señor, caballo idiota.

Bueno,
Comenzaron a tirar sus comentarios y opiniones.

Pude ver como Levi hacía muecas de total disgusto.

— ¿Cómo te ayudamos? — preguntó Annie amablemente.

— A ver los vestidos, y buscar lo de mis damas de honor.

— Espero ser una de ellas — dijo Sasha dando brincos.

— No te olvides de Hange. — habló Levi.

Es cierto.

Al terminar de charlar y comer con mis amigos, decidí volver a casa, con Levi.

Tomé la decisión de decirle a mis amigos que me casaré,
No tengo padres, ni familiares a quién decirles,
Quería contárselo a ellos.

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🍙🍙🍙

Cambiando por décima vez de pelicula, ninguno es de mi agrado.

— En la cocina hay palomitas.

— No quiero. No encuentro una pelicula que llame mi atención.

— Que pases una bonita tarde buscando una pelicula de tu agrado.

Lo observé.

Él tomó su tapado, se lo colocó, tomó la llaves y, antes de que abriera la puerta...

— ¿Vas a salir?

Él asintió.

No sabía como preguntar, sin parecer una chica tóxica.

— ¿Puedo saber... a dónde? — titubeé al preguntar.

— A la casa de mi madre. Nos vemos en estos días.

Abrí mis ojos sorprendida, me levanté del sofá y lo seguí.

— ¿Vivimos juntos en tu propia casa, sabías?

— Estás enojada conmigo por lo de Petra. Lo mejor es que te deje sola para que pienses y tengas tu propio espacio.

— Levi — me acerqué a él — vamos a casarnos, tonto.

— Eso no quita el hecho de que estés enojada.

— Ya no lo estoy, ya sé que fue ella la que se acercó a ti con intenciones de... — apreté el puño — besarte.

— Jamás la correspondería, Mikasa.

— Bésame. — ordené.

Él me observó fijamente, con esos ojos azules navales.

Se acercó a mí,

Me tomó de la cara, y estampó sus labios junto a los míos.
Un beso tierno, suave y lento.

El beso apasionado está bien, pero, el beso lento, en dónde puedo tomarme el tiempo de saborearlo,sentirlo y disfrutarlo, es superior.

Nos separamos.

— Te amo. — pronuncié.

Él me dedicó una sonrisa.

Formas de darme un ataque al corazón.

— Deberías sonreír más seguido. — molesté.

Él meneó la cabeza divertido.

— Mocosa de mi vida. — me abrazó.

Su olor, el olor que expide, es otra de las formas de que me de un ataque al corazón.

— Yo también te amo, mocosa.

Falsas promesas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora