03. Dylan

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“Tarde o temprano el cazador encuentra a su presa…”

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Tarde o temprano el
cazador encuentra a su presa…”

DYLAN

La odio.

Me irrita qué cree que puede contra cualquiera.

Que se sienta capaz de asesinar y manipular a cualquiera.

Quiero arrancar su cabeza de sus hombros tanto como quiero golpearme por haber lastimado su mano.

Cuando agarre su intravenosa solo quería alejarla del bolígrafo, no arrancarla de su mano de manera tan brutal qué casi reventé su vena.

Hace unas dos semanas hablé con Reginald en busca de un trabajo en lo que lo pudiera ayudar. Solo era una fachada para que me tuviera presente en el momento de buscar a alguien que protegiera a su amada hija.

Conozco a Reginald Santoro desde que soy un niño. Es básicamente mi figura paterna, aunque siempre nos hemos tratado como amigos. Le tengo bastante aprecio, porque no solo ha sido un gran padre para mi hermana Isabel, también lo fue para Dean a quien decidió adoptar junto con mamá.

Mi hermana adora a Gabriela con su vida. Incluso Dean, qué parece más hijo de mi madre que yo, quiere a Gabriela. Todos la aman, ha sido la joven estrella bien portada durante años, pero eso no va a impedir que me vengue.

Cierro con cuidado la puerta de mi camioneta y timbro en el apartamento número trescientos dos, en donde vive mi hermana con su futuro esposo.

Mientras observó el leve rayón en la parte trasera de mi camioneta gris, recuerdo en el momento en que Regi me la dio. Me sentí orgullo de mí mismo por primera vez obtener algo por mi propio mérito.

Reginald es severo, no otorga ni perdona y aun así ha sido más atento qué mi verdadero padre. Pietro insiste en pasar tiempo conmigo, solo porque quiere hacer de mí su segunda versión. Ojalá supiera que no es necesario que me criara, de cualquier manera me volví en un ser despiadado sin amor alguno que dar.

Alejo los pensamientos sobre mi padre cuando mi hermana me abre la puerta y fuerza una sonrisa que es lo más cercano a ser una carcajada. De niños solía molestarla porque era demasiado llorona y expresiva y simplemente un día dejo de expresar. Su rostro es un eterno enigma. Nunca podrías saber si Isabel siente algo.

—¿Por qué has venido? —pregunta mientras la obligó a acercarse. Solo ella es más fría que yo, lo que significa que tengo que ser el hermano pegajoso.

—Tal vez porque extraño a mi única hermana pequeña, no lo sé —paso una de mis manos por su cabello tan platinado como el mío. Entrecierro los ojos con una pregunta cuando noto que se ha cortado su larga melena y ahora apenas le llega a los hombros.

—No me gustaba largo —afirma.

—Mientes —niega—. Sabías que él siempre se fijaba en esa melena y habías decidido jamás cortarla.

—No me importa lo que a él le guste de mí. Entre menos cosas encuentre apreciables, mejor —echo mi nuca hacia atrás evitando su mirada helada.

—¿Por qué cortarlo hasta ahora? La última vez que lo observe trepando una ventana fue hace casi un año —le recuerdo a mi hermana aquel incidente en el que él casi fue asesinado por esa chica Lucille cuando se escabullo por la casa en Manchester.

—No importa. Aún no respondes a mi pregunta —aleja mi mano de su cabello.

—Nuevo trabajo —resumo.

—Creí que estarías ocupado en Dinamarca con el asunto de tu ascenso —pronto seré líder del ala sur, debería estar allí. Pero bueno, hay cosas que resolver primero.

—Aún lo estoy, pero prefiero estar más cerca de ti —digo una verdad, en parte—. Un día estás viviendo con mamá y al siguiente me entero de que te has comprometido con un italiano ¿Por su dinero?

—La vida se trata de alianzas, poder y dinero. Lorenzo me otorga eso, así que estoy perfectamente bien con ello —Mi hermana, tan cruel como inteligente.

—Pensé que en el fondo tenías eso que llaman corazón y deseabas casarte con un hombre que al menos te atraiga —me burlo.

—No soy Gabriela —me da un tic en el ojo ante la mención de su nombre—. Que por obvias razones ha de ser tu razón de estar aquí. En serio, debes superar lo que paso.

—Tú no fuiste quien fue obligado a asesinar a un montón de personas por el capricho de una niña —pronunció con rabia—. Ella me debe algo.

—¿Y como lo vas a cobrar? ¿Vas a asesinarla igual que a esas personas? —Gabriela podría asesinar a un montón de cachorros y aun así mi hermana la defendería—. Ellos no importaban tanto como lo hace Gabriela, es familia.

—Tu familia, no mía —Gabriela no es nada mío, nunca.

—Papá te asesinará si le haces algo a su sole.

—¿Quién dijo que yo le haré algo? —sonrió con malicia.

—Cuidado. Gabriela es igual a papá.

Mi familia podrá tener el apellido en honor al frío invierno, ser helados y desinteresados de cualquier sentimiento, pero los Santoro son el puro fuego. Su braveza y enojo es capaz de todo.

—No le temo al fuego —le doy un beso en la frente a mi hermana—. Ya ardí una vez en él —mi hermana detiene su vista en mi mano que aún guarda cicatrices de la quemadura qué obtuve hace seis años.

—Por favor, no destruyas a la familia —ruega Isabel. Pero nadie se podrá meter entre mi venganza y la próxima muerte de Gabriela.

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Cuelgo el teléfono luego de escuchar su tranquila voz y por alguna razón eso me hace sentirme más concentrado sobre mis próximos planes.

Hace unos años conseguí mi propio apartamento en Florencia, pero dado que quiero hostigar más a Gabriela he decidido vivir en su mismo edificio. Tal como ella, este lugar es excéntrico y extravagante. Parece que ella hubiera sido su diseñadora, qué no me sorprendería dado que el edificio fue construido por la empresa de su madre.

Recuesto mi cabeza sobre el cabecero de la cama mientras hago un sinfín de listas en mi cuaderno de ideas. Soy en exceso organizado, por lo que diseñar listas de mis pendientes se me da bien. He dividido la hoja en tres. La primera columna es mis asuntos sobre mi ascenso a líder, la segunda es sobre el asesinato de Gabriela y la tercera es en la que me he decidido concentrar.

Estoy ayudando a mi hermano a encontrar unas pistas sobre algo que anda buscando. Él se niega a revelar lo que busca, y por más que lo intente no podré descubrir qué es. Esa es la misma razón por la que lo ayudo, él fue quien me ayudo en primer lugar a instalar esas bombas en los autos y burlar el sistema de vigilancia.

Probablemente, esté un poco rabioso al enterarse qué casi asesino a su hermana, pero eso son detalles menores.

Ahora debo acompañarlo a un viaje a Manchester. Dean me puso la tarea de encontrar a la dueña de una antigua casa en Londres. Fue una tarea laboriosa, ya que a la señora le encanta estar mudándose, pero sé que ahora está en Manchester, así que iré a ella junto con Dean. La señora cree que he agendado una cita con ella para comprar aquella casa, la verdad es que no sé que le hará mi hermano.

Boto el cuaderno a un lado y trato de quedarme dormido, ya que en tres horas saldrá el vuelo. Pero entonces, a través de la ventana qué conecta con las escaleras de servicio veo a una figura alta bajar a toda prisa. Tiene puesta una sudadera grande de color gris, pero sus Jordan de color naranja delatan quién es.

Solo conozco a una chica obsesionada con ese dolor, mi presa.

¿A dónde piensas ir pequeño ratón?

La Noche De Los Asesinos [Serie Foresthell #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora