17. Dylan

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"Una pequeña acción puede desencadenaruna gran secuencia

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"Una pequeña acción
puede desencadenar
una gran secuencia. "

DYLAN

Gabriela descansa sobre mi pecho, dándome una vista impresionante de su culo redondo y sus piernas largas. De cualquier modo, la vista no se compara con sentir su pecho sobre el mío, me gusta como su corazón se sincroniza con él mío.

He estado lidiando con el montón de emociones que siento por esta mujer. Cuando la lleve al Palazzo pitti espere que recordada cada momento que vivimos y decidiera rescatar nuestro cariño. Ella solo tenía que contarme la verdad y acabaría con todo esta miseria, incluso aunque no fuera una idea mía la venganza, terminaría con esto.

Pero Gabriela huyó de mí. Sentí lo mismo que hace seis años cuando me encontré con ella el bosque luego de que asesine a esa familia de rusos. Quería correr a los brazos de Gabriela y escuchar una explicación de lo que hice.

Claro que me afecto asesinar inocentes, pero si ella me hubiera dado su razón, no me habría importado. Haría lo que fuera por ella.

Pero Gabriela corrió tan lejos como pudo. Ni siquiera fue a donde su madre, el primer año, trate de encontrarla, pero ella estaba viajando de un lado para otro. Ahora entiendo que estaba perdida sin mí, pero en ese entonces me lastimó porque no entendía por qué lo hacía.

Luego sucedido lo que sucedió y decidí mantenerme alejado de ella. Las ideas llenaron mi corazón y se creó una delgada cortina qué hizo qué la odiara con vehemencia, pero el simple hecho de volver a verla hizo qué esa cortina se corriera.

Puedo fingir lo que quiera, pero nadie tiene más poder sobre mí qué está mujer.

Por eso cuando entre anoche en su apartamento estaba decidido a sacar la verdad de su boca. No esperaba que ella misma accedería a decirlo y mucho menos esperaba tener sexo con ella.

Fue de lejos, la mejor de mis noches luego de tantos años.

He estado con más mujeres, ella también. Aún recuerdo aquella vez que vi la noticia de que estaba saliendo con un violinista. Su relación no duró más de un mes y solo no asesine a ese tipo porque me convencí de que solo era un reemplazo de mí. También era rubio, pero no del tipo platinado como el mío, y sus ojos eran celestes.

Ella no fue la única que busco un reemplazo, me acosté con al menos diez mujeres de cabello color chocolate y ojos verdes «Aunque ninguno tenía el mismo tono, ni ese brillo especial».

Si la otra fuera un poco parecida a mi Gabriela, probablemente no estaría aquí, estaría allí con ella fingiendo que Gabriela nunca existió. Probablemente, solo por ella he tenido sentimientos aparte de Gabriela, pero sé que nunca serán de amor. Más bien con una combinación de culpa y empatía.

Gabriela abre sus lindos ojos y me observa expectante, probablemente esté esperando a que la obligue a decirme la verdad, pero apenas son las cinco de la mañana. Quiero hacer una última cosa antes de saber la verdad.

—Hvis du ikke har min penis i munden, dør jeg —Básicamente le digo que quiero una manada en danés, pero ella no entiende mi idioma.

Así que tomo el cabello de Gabriela y primero hago qué me bese, luego manejo su cabecita haciendo que deje besos por todo mi cuerpo. Parece muy cómoda hasta que la hago bajar a mi pene.

Lo hago con fuerza, porque ella tiene sus perversiones en la violencia, pero parece que no le gusta. Sus labios apenas rozan mi pene y es entonces cuando levanta su cabeza con fuerza y veo su rostro pálido.

Parece sin vida y como si estuviera en otro lugar.

Dejo de jalar su cabello y trato de que vuelva en sí misma.

Solo la he visto dos veces así. Disociada por completo. La primera fue cuando la encontré esta noche, parecía estar y no estar, pero reaccionó cuando le di una pequeña bofetada.

Vuelvo a intentar con el golpecito, pero parece que eso la pone peor, ya que sus ojos se llena de miedo y cae contra la cama como una estatua.

Me lleno de terror al ver como su cuerpo se contorsiona y corro a levantarme para llamar a urgencias porque parece a punto de tener un ataque epiléptico. Sin embargo, cuando me alejo la escucho decir algo que me deja en blanco.

—No me hagan daño —solloza—. Por favor, no me violen —caigo de rodillas.

No.

Ella no.

No le pudieron hacer esa mierda.

Es una maldita broma.

Corro hacia Gabriela y en ese momento ella se da la vuelta y vomita. No deja de hacerlo hasta que parece volver en sí misma.

Me mantengo estático a una distancia reservada. Gabriela se sienta sobre la cama y su rostro surcado de lágrimas por el vómito parece que ha vuelto en sí mismo.

—¿Qué te hicieron? —pregunto con la voz herida.

—Te diré la verdad…

La Noche De Los Asesinos [Serie Foresthell #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora