"Un castillo para
una princesita"DYLAN
13 añosEs el cumpleaños número once de Gabriela, por lo que su padre la trajo a celebrar su cumpleaños aquí en Florencia. Me hubiera gustado que fuera en Dinamarca, pero esta temporada la pasamos en Italia, así que tengo que adaptarme.
Veo muy pocas veces a Gabriela. Ella vive en Colombia con su madre y aunque se mantiene en contacto con Isabel y Dean, no lo hace conmigo. Ninguno forzó nuestra relación y aunque es probable que para ella yo simplemente sea el hermano de su hermana, ella es la primera chica que me ha gustado.
Dereck me molesta demasiado en el instituto. Dice que no tengo novia porque estoy muy enamorado de mi hermanastra. Solo basta con ganarle en el fútbol para que deje de ser irritante.
Camino hacia la oficina de Regi. Tiene explícitamente prohibido qué entren allí, pero soy la excepción, ya que dice que soy el único que no romperá sus cosas. Aún recuerdo que prohibió la entrada de Dean e Isabel cuando rompieron su jarrón favorito mientras jugaban a ser indiana Jones y Lara Cross.
Dean es más silencioso qué cualquier otro niño que conozco, pero Isabel se aburre, así que él acepta jugar con ella solo para que mi hermana este feliz. Por eso Dean es mi hermano favorito, él hace de todo para que estemos felices.
Toco en la puerta de Regi y él me deja seguir en cuanto sabe que soy yo.
—¿Todo bien amigo? —asiento.
—¿Te puedo pedir algo?
—Lo que sea, a menos que implique enojar a tu mamá —sonrió.
—No creo que se enoje —Regi levanta una de sus cejas a espera de lo que diré—. ¿Puedo llevar a tu hija a un paseo?
—¿Qué? —Regi me ama, pero es demasiado protector con su hija.
—Tengo agregada a Gabriela en redes sociales, hace unos meses dijo que su sueño es conocer el Palazzo Pitti. Puedo llevarla ya que vas a estar ocupado —Regi observa con inquisición—. Iré con los guardias y prometo que la cuidaré.
—¿Por qué tan interesado en cumplir los sueños de mia sole? —me pongo un poco nervioso.
—¿A quién no le gustaría que cumplieran sus sueños?
—Tienes razón —sonríe—. La llevaré yo mismo, seré el padre del año —mi ilusión se desinfla.
—Ah, está bien —trato de irme.
—Es broma bambino —sonrió—. Llevarás a tres de mis guardias y estarás al pendiente de mi hija.
—Lo prometo —podría brincar de la felicidad.
—Si quieres ganar el amor eterno de mi hija, dale algo que tenga naranja —entrecierro los ojos—. Se obsesionó con ese color, el naranja está en escasez por su culpa.
—Bien, le compraré naranjas —Regi se ríe y yo salgo para ir por Gabriela.
⬷❆⤐
Los guardias de Regi nos llevan hasta el palazzo pitti y no nos dejan de seguir no por un momento. Entiendo la seguridad, aún somos niños, pero me gustaría que Gabriela no se sintiera incómoda con gente siguiéndola.
—¿No tienes guardias en tu país? —Le pregunto y ella niega con su cabeza.
—No, no tengo la necesidad porque mamá no es alguien mediático. Además, el apellido Santoro no tiene tanto renombre en Bogotá. Nadie me nota a menos de que hable —agacha su rostro y tengo la terrible necesidad de decirle que yo la notaria entre un millón de personas.
«¿Es que como no pueden notarla?» No solo es hermosa, es simpática, amable y divertida. Regi tiene razón en llamarla su rayo de sol.
—Es lindo este lugar —me sonríe y ahora si tiene todos sus dientes—. Gracias por traerme.
—Un castillo para una princesita —Gabriela frunce el ceño—. Tú me dijiste que tu mamá te llamaba así.
—Lo había olvidado —vuelve a sonreír—. Gracias, de nuevo.
Nos pasamos el día recorriendo el lugar. La llevo también a los jardines y pago a un guía para que también le cuente la historia sobre este sitio. Gabriela parece extasiada con toda la información que recibe.
Termínanos el recorrido casi a las cinco de la tarde, así que la invito a comer algo. Yo me pido un Cantuccini y ella descubre que le encanta el gelato de Cioccolato all’arancia.
—Es mi nuevo sabor favorito —asegura mientras sigue metiéndose grandes cucharadas de gelato—. Pediré toda mi vida este sabor.
—Hay al menos veinte sabores diferentes, no tienes que pedir el mismo siempre —Le digo.
—Cuando me gustan las cosas, me gustan para toda la vida.
—Aun así puedes probar otras cosas.
—¿Pará qué? Si ya sé lo que me gusta —sonrió y ella lo hace igual.
Es de verdad muy linda. Hace dos años era preciosa y eso no cambia. Solo que ahora se ve más alta y menos delicada. Trae un vestido de mariposas y tiene un chal qué cubre sus hombros. También tiene puesta una boina porque creía que quedaría con la vibra de la ciudad. No le dije que las boinas eran en Francia y no en Italia, para no dañar su ilusión.
Comemos tranquilos y no puedo estar más a gusto con su compañía. Ella no es tan ruidosa como mis hermanos, ni tan molesta como mis amigos. Ella básicamente es la mejor compañía.
Caminamos de nuevo por el palacio y me distraigo viendo los colores del atardecer, puedo contar las variaciones de naranja qué le encantan a Gabriela. Le diré que hay cinco, y se los mostraré.
—¡Oye! —me giro hacia Gabriela—. ¡Muchas gracias! —la emoción brilla en su rostro y trato de girarme para mostrarle el atardecer.
Rápidamente, me doy cuenta de que es mejor idea ver su rostro feliz, pero cuando me giro para verla de nuevo ella estampa sus labios contra los míos. Abro los ojos y me quedo inmóvil ante el beso.
Gabriela se aleja rápidamente de mí y se pone tan roja como un tomate. No le digo nada mientras sale a correr hacia el auto desde donde nos están vigilando los guardias.
Sonrió y me paso los dedos por mis labios. Nunca pensé que Gabriela fuera a ser mi primer beso.
ESTÁS LEYENDO
La Noche De Los Asesinos [Serie Foresthell #1]
Romance«Cada acto lleva a una consecuencia» En el punto más alto de su carrera, un hueso roto la condena a dejar de brillar como una estrella. Gabriela trata de adaptarse a una nueva vida como empresaria, todo parece ir bien hasta que sufre un atentado y c...