La Noche De Los Asesinos [Serie Foresthell #1]

8. Dylan

“Si atacas a un tigre, no esperes
que se quede quieto”

DYLAN

Debí haberme mantenido alejado de ella, pero no pude. Mi sangre hirvió cuando vi a ese maldito hombre poner las manos sobre algo que me pertenece.

Gabriela es mi maldito objeto de venganza. Mío y solo mío.

Ella tiene razón, la juzgo por ser una asesina cuando soy mucho peor que ella. Mande a asesinar a su compañero Fabiano cuando supe que él era el culpable de su dolor «No me importa su sufrimiento, pero solo yo puedo ejercerlo».

Luego me divertí siguiendo al boricua. Le clave un cuchillo en el pie y luego lo deje en el hospital con una sola advertencia y es qué no volviera a poner una mano sobre lo que es mío o lo próximo qué llegaría apuñalado al hospital sería su cabeza.

Llevo días haciéndole creer a Gabriela qué me vengo de ella por hacerme asesinar a inocentes, incluso me llegué a creer esa mierda, pero no es verdad. Las cosas son más grandes, respondo a alguien que tiene una deuda aún más grande con la reina monstruosa.

Tengo algo mucho más grande que cumplir, pero en este momento no me importa. Lo que quiero de Gabriela es que responda todas mis preguntas.

Desde hace seis años le exigí una explicación de por qué me hizo asesinar a esa familia, pero ella se negó a decir alguna palabra. Debí haber sacado la respuesta de su boca antes de hacer qué la familia ardiera, pero ella me manipuló tan bien que tan solo dos horas luego de que me pidió que los asesinara, lo hice.

Estaba tan enamorado como desquiciado por ella. Incluso me hubiera quitado la vida si eso fuera lo que ella quería. De verdad esa mujer tenía un poder increíble sobre mí. Un poder qué hasta este día no logro entender como funcionaba.

Ella solo necesitaba sugerir que hiciera algo, para que sucediera. Gabriela me podría haber pedido el mundo entero y se lo habría entregado.

Si algo me asusta es que Gabriela decida volver a ejercer ese poder sobre mí. Si ella volviera a ser esa chica decidida, arrogante e impulsiva probablemente me tendría en sus manos. Pero para mi suerte ha seguido siendo la cruel, manipuladora e inteligente mujer desde hace seis años.

Me bajo del ascensor cuando llego al quinto piso y sigo mi paso hasta que mis zapatos se resbalan. Casi caigo al suelo, pero me estabilizó y miro con asco el vómito con el que me resbale.

Mis zapatos ahora están asquerosos y no arruinaré la tapicería de mi camioneta, así que ahora tendré que ir al baño más cercano para limpiarlos.

Llegó al final del pasillo en dónde están los baños, me paso las manos por el cabello y me arremango las mangas de la camisa azul claro que tengo. He adquirido un gusto por estas camisetas desde hace unos años, pero aún me cuesta usar pantalones de traje. De cualquier manera me obligó a verme elefante porque eso me diferencia de mi padre biológico.