Mañana será Halloween, los chicos lo tienen todo planeado de antemano. Los disfraces serán confeccionados por Carol, la mamá de Ashley, ella es experta haciendo eso, toda una profesional. Dijo hacerlo solo si prometían ayudarla con los adornos de la casa. Actualmente su esposo no se encuentra en la provincia, está fuera por un viaje de negocios. Los niños podrían ser muy útiles en esta tarea, les atrae, suele ser muy divertido, es un hecho, dónde un pequeño ponga ganas siempre se logran cosas fantásticas.
— ¿Sabían que Halloween no es tan bonito como parece? —siembra la duda Ray, intentando hacerlo sonar enigmático y un tanto peligroso.
— ¿No? —Jess levanta la ceja, como poniéndole a prueba. Los demás solo escuchaban.
—No, es una tradición muy antigua. Fue antes, hace muchísimo tiempo, cuando los demonios eran malos y no perdonaban las vidas de nadie, ya me entienden, no se hagan. La gente tenía miedo, tanto miedo que decidieron disfrazarse de fantasmas. Así los muertos no regresarían a buscarlos desde el más allá.
—No tenía idea —afirma Jessie.
—Sí, qué cosas —dice luego Lucas.
—Sí, pero eso no es todo. Nadie sabe si los demonios volverán a atacar. Miren, hace tiempo, en un día cualquiera, había una muchacha que iba a la escuela. Iba pensando en no se sabe qué, no interesa. En el camino se topó con una pequeña que traía puesto un vestido azul y una chaqueta blanca. Estaba sentada en un banco del parque y se veía triste porque estaba llorando. Cuando se acercó, la niña le contó que estaba perdida. Como no podía dejarla allí sola, dijo algo para consolarla y prometió llevarla a casa. Iba a llegar tarde a la escuela, pero era una cosa importante. Al final dieron con la casa, la dejó en la puerta y siguió su camino. Pero llegando a la escuela se dio cuenta de que se había quedado con la chaqueta de la niñita. En la tarde regresó a ese lugar, llamó a la puerta y salió un anciano con unos ojos cansados y una voz súper ronca.
— ¿Qué pasa, hija? —le preguntó el viejo.
—Ella dijo— Traigo la chaqueta de su nieta, yo fui quien la trajo a casa esta mañana porque estaba perdida, ¿está bien?
— ¿Mi nieta? Laurita desapareció hace muchos años, salió a jugar en Halloween con su vestidito azul y una chaqueta blanca igual a esa, y nunca más volvió.
—Ay, ¡qué miedo! —salta Eli.
—No, qué va, yo ya no salgo hoy —dice luego Ashley.
—Vamos, ¡no sean cobardes! —se queja Ray, aunque sus palabras estaban acompañadas por un sentido de burla indiscreto y hasta pegadizo.
—Pero, ¿y si no regresamos otra vez? —duda espantadísimo Lucas.
—Iremos juntos, deja el drama, nada va a pasar —ya se notaba a Jess un poco irritada, al menos intentaba relajar a sus compañeros, y no lo hacía mal, su tono se percibía confiado y seguro, lo mejor en estos casos.
—Mientras estemos juntos nada pasará, además, con los disfraces que hace mamá ningún fantasma se dará cuenta de que en realidad somos humanos —afirma sonriéndose Ashley.
—Ja, Carol está a cargo, ella es la mejor, nunca verás mejores disfraces en tu vida —asegura Jessie, que ya ha pasado varios de estos días festivos con la familia de Ashley.
—Suspira Eli— Me encanta como siempre lo cambian todo, chicos, para mí ustedes son lo mejor de este día.
—Sí, aunque tú también eres parte, Eli, tú también eres de lo mejor que tienen estos días —dice Lucas, extrañamente sin reparos, sin vergüenzas ni nervios, con inusual naturalidad sacada quién sabe de dónde.
—Pero ¡qué bonito! —exclama Ashley.
—Ese es nuestro muchacho —Ray se auto otorga un orgullo que no le pertenece, mas es de él y lo expresa con cada sílaba y cada mirada.
— ¿Vieron eso? Eso es ser bárbaro —remata Jess. Los sonidos de su voz se percibían como los de un panda que acabase de presenciar algo impresionante.
Y las carcajadas se apoderaron de la habitación, que antes había servido como cobijo para historias de terror, poniendo a todos los pelos de punta y provocando escalofríos que todo el tiempo recorrían cada parte de sus cuerpos. Así fue antes, es increíble, pero todo puede cambiar en menos de un instante. Algunas cosas pueden ser y dejar de ser con la velocidad con que se parpadea. Así de rápido se va el tiempo, resulta atropellado el cambio sutil del ánimo o el humorismo del ambiente y también termina, incluso antes de lo imaginado, la esperada confección de sus disfraces del horror.
Lucas llevaría un traje de vampiro. Carol diseñó una especie de chaqueta-capa con cuello parado y alto, toda negra y con algunas tonalidades rojas, tan larga que se arrastraría por el suelo. Aunándole unos dientes colmilludos de goma, será, sin duda, un gran espectáculo.
Ashley sería la zombi en esta ocasión. Su mamá rasgó cuidadosamente algunas ropas viejas e hizo los arreglos pertinentes. Era necesario otorgar un aspecto desgastado y descuidado, pero sin llegar a desgastar o descuidar nada (solo ella conoce las técnicas). El resto será maquillaje, mañana se pondrán en ello, seguro.
Ray tenía el disfraz de momia. ¿Cómo hizo Carol para que un montón de tiras blancas conformaran un magnífico traje de momia? Este no se deshacía ni perdía su forma. Solo sería tomarlo, apreciar una vez más el espléndido trabajo y ponérselo.
El fantasma de “La niña de la muñeca”, ¡uy!, Jess. Tendría que llevar un vestidito blanco, a la altura de la rodilla, con algunos rasgones, suciedad artificial y otros arreglos que le hizo Carol. Acompañarían el escalofriante atuendo unas mallas blancas bien largas, hasta los muslos, diría yo; una muñeca con la cabeza floja, carente de una pierna y mucho, pero mucho maquillaje.
Por último, Eli va a ser la bruja. Carol preparó todo con especial cuidado y una atención casi escalofriante a los detalles. Confeccionó un gorro enorme, muy alto, puntiagudo y ancho en la base, color cielo de medianoche. Una blusa a tirantes un poco más oscura y una saya con varios niveles de costura, orlada con hilvanes misteriosos; se podía percibir incluso un aire mágico emanar desde los especiales dobladillos. Quizá retoquen luego con alguna verruga maquillada el rostro perfecto de Elizabeth, ni por asomo digno de una bruja como las descritas en los cuentos que tanto amamos.
¡Increíble!, ninguno puede esperar al momento de usar sus disfraces, ¿acaso se verán igual de increíbles en cada uno? No obstante, todo tiene un precio y lo prometido, bien sabemos todos, es deuda. Carol necesitaba ayuda para convertir el jardín en un cementerio de pesadilla, colocaron tumbas artificiales y fantasmas en los alrededores; aquello se vio terroríficamente alucinante. Hubo que esparcir por los alrededores de la casa un montón de adornos: calabazas tenebrosas, murciélagos de cartón, estatuas de monstruos horribles, luces de noche, y hasta un puesto libre de bocadillos especiales para la festividad; totalmente gratis y a la disposición de todos. En la familia de Ashley aman este día, desde hace mucho tiempo han hecho grandes esfuerzos por mejorar cada año, implementando nuevas prácticas, ideas y creando nuevos siniestros adornos por propia cuenta. Ello llena el alma, atrae a la gente y, sin duda alguna, mejora la calificación que dan los críticos al trabajo realizado para “El Día de Brujas”.
—Te ves bien —comenta Ray, refiriéndose al atuendo de Lucas.
—Tú pareces una momia de verdad, Ashley una verdadera zombi y ni hablar de Jessie, creo que con lo del lápiz labial se pasaron, da mucho miedo —respondió Lucas, aprovechando para halagar el traje de todos sus compañeros.
—Te lo dije, Carol es la mejor —tiende Jess una mirada presuntuosa y un poco arrogante a aquellos que dudaron alguna vez de sus palabras.
—Oigan, Eli se está retrasando bastante, ya son las ocho en punto y aún no llega —dijo Ray tan pronto se percató de la tardanza.
—Creo que debemos esperarla —opinó Ashley, convencida de que Eli llegaría.
—Sí, no debe tardar mucho —asintió Lucas, a sabiendas de que su amiga nunca se perdería este evento con todos ellos.
—No, hay que ir a buscarla, ya va tarde, ¡en marcha! —dice Jessie imperiosa, como exigiéndoles usar la cabeza y adelantándose a paso raudo.
—Iremos, ¿verdad? —busca respuesta Ashley, que ya se la estaba formulando en la cabeza por sí misma.
—Claro que lo haremos —aclara apresuradamente Ray.
— ¿Quién le dirá que no? Lo que Jess dice, se hace, así ha sido siempre —dice por último Lucas, con un gesto diminuto de derrota.
Comienzan a andar a través de las calles oscuras, bastante atiborradas de gente que también celebra el día. Personas disfrazadas por todos lados, que ríen y asustan y son asustadas, eso es lo lindo de esta tradición. A cada rato Lucas alza la cabeza, pretendiendo ser más alto que el resto del gentío abarrotando las calles, intentando divisar entre ellos a Elizabeth en cada uno de sus inútiles intentos. Aún no era de noche, pero el Sol llevaba ese color muerto que todos hemos visto alguna vez, símbolo de un día extraordinario quedándose dormido.
Se aproximaban por fin a la casa de Eli, ya rozando las ocho y un cuarto de hora. Había alguien sentado en el segundo peldaño de la escalerita de la entrada, justo frente a la puerta. Con solo caminar un poco más ya se podía observar con un poco de claridad lo que sucedía. Todos se hacían a la idea, mas ninguno de ellos quería creerlo y se acercaban lentamente con la esperanza de que fuera otra cosa o tal vez otra persona. Pero no, era ella, Elizabeth sollozaba acurrucada en sus propios brazos, lucía desamparada, rota. Los chicos se pararon frente a ella. En el regazo tenía un pedazo de tela chamuscado. Primeramente lo notaron por el olor inconfundible que desprendía. Luego se fijaron más a fondo y analizaron los bordes del tejido, había quedado desmenuzado y ese color negro, más bien grisáceo, hacía evidente contraste con el color cielo medianoche de la parte central. Eso, precisamente, era lo que quedaba del increíble ropaje de bruja que había preparado Carol con tanto empeño.
—Eli, ¿qué pasa? —preguntó Lucas, impactado por lo que veía, un poco asustado, su deseo se estaba agrietando frente a él.
— ¿No estás viendo? Dime por qué, ¿por qué a mí? Luquita, ¿por qué a mí? —dijo Elizabeth exaltada, dirigiéndose expresamente hacia el niño. ¿Qué se suponía que hiciese él? Nunca se había visto envuelto en algo como esto, debía decir algo, pero ¿qué?
Todos los demás guardaron silencio, incluso Jess que siempre habla o grita, hasta Ray que siempre asiente con algún comentario elocuente, e inclusive, Ashley no hizo ni una sola pregunta.
—No vendrás, ¿verdad? —adivina Lucas envuelto en mil desilusiones, aunque de adivinanza la situación tiene poco.
—Claro que no, mírame… yo…
—Abre la puerta a espaldas de Eli, viendo un espectáculo que no le hizo ni pizca de gracia, arrugó el entrecejo y solo dijo— ¡Vamos, entra! Todos ustedes, fuera de aquí. No dan más que problemas, sobre todo tú, rubio, creí haberte dicho que no quería verte cerca de Elizabeth. Alguien como tú no puede ni acercarse, lo evitaré aunque tenga que tomar cartas en el asunto. Bota eso que llevas en la mano o será peor, niña —advirtió y, acto seguido, cerró la puerta en cara de todos.
Sin más remedio, regresaron sobre sus pasos, ya serían casi las ocho y media. Esa noche pidieron truco o trato totalmente desanimados, con las cabecitas bajas y las miradas distraídas. En el Halloween de Canadá se castiga con las peores travesuras que a los jóvenes se les pudiesen ocurrir a aquellas aburridas personas tacañas que se negasen a cooperar con el “truco o trato”, y visitaron varios de esos, pero había tan pocas ganas… Solo murmureos que se escapaban de sus labios para penetrar luego en los oídos de cada uno, sin dejar atrás, ni una sola vez, la inmensa tristeza que cargaban tan diminutos y breves sonidos, casi bautizados como silencios, a veces afligidos y, en ocasiones, simplemente inentendibles.
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Astronautas
RandomHemos cometido errores; algunos leves; algunos graves... gravísimos. Seguramente continuaremos cometiéndolos, es normal, porque somos humanos. El mundo no siempre es como desearíamos. No siempre tiene la fortaleza para sostener la sonrisa de todos h...