Esa Persona

5 0 0
                                    

Hemos cometido errores; algunos leves; algunos graves… gravísimos. Seguramente continuaremos cometiéndolos, es normal, porque somos humanos. El mundo no siempre es como desearíamos. No siempre tiene la fortaleza para sostener la sonrisa de todos hasta el final; no todo el mundo tiene clímax en su trayectoria; no todo el mundo tiene historia. Apena, sí, aunque sea cierto. Pero ¿qué pasa si alguien… si algunos son capaces de encontrar una manera distinta, un modo diferente, capaz de cambiar las circunstancias de nuestra batalla? Porque ya son demasiadas lágrimas las que nos ha cobrado, ¿verdad?
Hemos aprendido a vivir con ello: con lo bueno, lo malo, lo lindo y lo feo; y hemos olvidado cómo es respirar aire puramente o cómo es confiar plenamente en que algo bueno sucederá. Vivimos aquí, agazapados bajo nuestros mantos de ignorancias, responsabilidades y miedos. Conformarnos es de lo más natural. Adaptarnos nos ha mantenido vivos y al mismo tiempo ha metido en nuestras cabezas ideas que no nos pertenecen, que no tuvimos nosotros, que nunca elegimos seguir ni nos parecieron correctas. Así que nos quedamos engañados, creyendo en la línea que otros trazaron en lugar de trazar las nuestras propias.
Solo hay algo que hacer una vez aquí, sintiéndonos como nos sentimos. Nuestro hogar ya no es nuestro hogar y las personas se convierten en nuestros depredadores en lugar de formar parte de nuestra manada. Caminamos a ciegas por un sendero durante tanto tiempo sin tener ni idea de por qué, solo porque, cuando despertamos por primera vez, ya nos encontrábamos allí parados, así que echamos a andar. Y si intentáramos hacer de esta chapuza un lugar alucinante, que a todos cobijase como familia, seguramente nuestros demonios morirían en nuestra sombra o, para empezar, no llegarían a nacer.
Si el mundo que pisas no es el de tus sueños y, en cambio, te asfixias en el transcurrir del medio. Si alguien o algo, fuere lo que fuere, se interpusiese entre lo que realmente quieres o deseas desde las entrañas, quemándote hasta los huesos. Si necesitas atravesar el mar o el cielo, hasta la otra punta del mundo, para mejorar quien eres; y necesitamos que el mundo se desborde en nuestro caos para unirnos de una vez. Entonces estamos acabados.
No existe elevador hacia la cima, hay que tomar las escaleras; pero las escaleras no llegan tan alto, ni los elevadores. En su lugar, construyamos un cohete; uno inmenso que nos cargue a todos. Convirtámonos en astronautas. Rompamos el cielo y vayamos lejos, tan lejos como sea posible, a encontrar un lugar diferente.  

                       Darién René Campos Mesa

AstronautasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora