Capítulo 1

54 9 0
                                    


           ∆En tierras enemigas.∆


Lo único que Astrid podía sentir al ver como aterrizaban era miedo, desconfianza y un profundo sentimiento de soledad, después de ver todo el territorio que la separaba del refugio dentro de ella sentía que nunca mas podría volver a ver a su padre y a su hermano, las aspas del helicóptero comenzaron a detenerse y el zumbido constante que había escuchado había desaparecido, miro todo con desconcierto las puertas comenzaron a abrirse y el frío viento del exterior la envolvió de pies a cabeza, la sacaron con fuerza y de un tirón del helicóptero, miro y uno de los hombres que habían piloteado el avión la tenia sujeta con fuerza del brazo, no podía ver nada de esa persona, estaba cubierto de pies a cabeza de ropas negras y grises, de inmediato el agarre de ese hombre su brazo se desvaneció y en cambio estaba resguardada detrás del brazo de su compañero, ella miro su espalda y vio como le dirigía una dura mirada a ese hombre, de inmediato se giro hacia ella y la guió hasta unas grandes puertas de metal, las puertas eran tan grandes como para que dos helicópteros pasaran por las puertas sin ningún problema, estaban ocultas en las piedras de la montaña y en las hierbas y arboles, eran fáciles de ver si te acercabas, pero difíciles si no te esforzabas o si no sabes que están en ese lugar.

Solo vasto un segundo para que las puertas se abrieran de par en par, ella miro al interior mientras su compañero la guiaba del brazo hacia adentro, lo primero que vio fue otro helicóptero y varios camiones de carga, varias puertas de cristal se distribuían por el largo espacio en donde ellos se encontraban, ella miro alrededor mientras seguían caminando al fondo de esta, era un salón grande y amplio, lleno de autos y armamento, antes de llegar a unas grandes puertas dobles que estaban al final ella logro ver en una de las habitaciones con puerta de cristal, parecía un laboratorio y logro ver a un par de personas caminar por esta, cuando llegaron a las puertas dobles estas se abrieron y ella vio que era un elevador, ambos entraron y se quedaron en silencio por un segundo, el zumbido del elevador la lleno y miro por el rabillo de su ojo a su compañero.

—¿me dejaras sola en este lugar? — pregunto en un susurro y su compañero negó.

—no, no estarás sola — se detuvo un segundo y después volvió a hablar — pero yo no estaré contigo.

Astrid de inmediato se giro a mirarlo y el dolor invadió su cuerpo al moverse con rapidez — ¿entonces con quien me dejaras? — pregunto y el elevador siguió bajando, ya llevaban cinco pisos hacia abajo y parecía que bajarían mas y mas — ¿con ese hombre llamado Vaughan? — de inmediato su compañero la miro, los ojos abiertos con miedo y asombro.

—nunca te dejaría sola con él — aseguro y eso la lleno de calma — en especial con él, te dejare con alguien que te cuidara en los momentos en donde no pueda verte.

—¿y quien es esa persona? — pregunto ella mientras el elevador se detenía demasiados pisos abajo.

—mi hermana — la voz de su compañero llego a sus oídos plana y sin ninguna emoción.

Astrid lo miro con sorpresa, nunca hubiera podido imaginar que su compañero tenia una hermana, no dijo nada y espero, caminaron por largos pasillos y varias habitaciones, muchas de esas habitaciones eran parecidos a salones o estancias de descanso, muchas otras estaban llenas de cajas y armas, finalmente llegaron frente a una puerta de madera y metal, se veía pesada y era grande, vio como su compañero extendía su manos y le dejaba sobre una placa digital que estaba ensartada en la pared a un lado de paneles de números, miro una larga luz azul rodear la mano de su compañero y el zumbido que se escuchó después de un segundo, él levanto la mano y coloco un código de ocho números en el panel, las puertas delante de ella se abrieron y miro que había otra puerta de cristal y metal, el cristal era opaco y no dejaba ver al interior, ademas de dos guardias custodiando ambas puertas, ambos entraron y esperaron en el pequeño recibidor a que la primera puerta se cerrara, ella miro como su compañero dejo otro código de números en un nuevo panel y como entraba una llave en una pequeña cerradura justo debajo, las segundas puertas se abrieron y ambos entraron.

Ella miro como frente a ella había una gran sala, con varios sillones y mesas, a un lado parecía que había una biblioteca, al menos eso con la primer mirada que podía dar a las puertas abiertas y al lado contrario, en el espacio restante había una gran cocina totalmente equipada con los últimos utensilios que ella recordaba antes de su crío sueño.

—esta es la torre — ella dejo de mirar alrededor para ver a su compañero — solo existe un residente de la Torre — se detuvo y la miro, algo en sus ojos cambio y la dureza con la que se comportaba al estar con Vaughan había desaparecido, ahora la miraba con calma y cariño — al menos antes, ahora serán dos, tú y mi hermana — la emoción surgió en el pecho de Astrid, no estaría sola — ustedes y los encargados de cuidarlas son los únicos que pueden entrar sin permiso.

—¿y qué hay de ti? — pregunto en un susurro al verlo tan cera.

—¿yo? — pregunto y ella asintió — yo puedo entrar aquí sin ningún problema, Vaughan me lo permite siempre y cuando no interfiera con mis tareas, solo espero que eso no cambie ya que… — su voz se detuvo y la mirada que le dio a Astrid fue suficiente para ella.

—ya que yo estoy aquí — aseguro y su compañero asintió con algo parecido al dolor, antes de que alguno dijera algo mas una persona, cubierta de pies a cabeza de color blanco y con solo una franja en los ojos para guiar su camino, ambos se alejaron del otro y miraron como, la que parecía ser una mujer dejaba algunas cosas en la cocina.

—ella se quedara aquí — la voz del hombre a su lado cambio de tono y se volvió dura he inflexible, la persona de blanco asintió, sin mirarlos, y de inmediato salió por la misma puerta al final de la cocina, Astrid lo miro, esperando que le explicara — ellos son los guardias, son los encargados de el Nido, puedes pedirle lo que necesites, pero ten cuidado, algunas veces se vuelven peligrosos.

Ella asintió y se dejo guiar hacia unas escaleras a un lado de lo que creyó que fuera la biblioteca, ella miro como subían un piso y lo pasaban de largo, era otra sala y una zona de entrenamiento, luego llegaron a un tercer piso y él se detuvo.

—este es el piso de mi hermana, solo ella vive en él – le explico y ella miro que también estaba resguardado por otra puerta como por las que había pasado, solo se abría con un código de números, la puerta no dejaba ver hacía adentro, pero ambos podían escuchar el ruido de la música de violín que venia desde el interior — tú estarás en el ultimo piso de la Torre — le explico y la guió por las escaleras hasta el cuarto y ultimo piso, la puerta era la misma y el mismo panel de números estaba a su derecha — este es el código — se lo mostró mientras lo colocaba — te lo dejare escrito adentro — le aseguro y ambos entraron cuando las puertas se abrieron.

La recibió otra sala completamente negra pero un poco mas pequeña que las dos primeras, había un escritorio y dos libreros llenos de arriba a abajo de libros que se veían viejos, las luces colgaban del techo de forma estratégica para que nada estuviera en obscuridad, había una mesa grande y algo alta justo frente a los sillones, no había ventanas, había tres puertas esparcidas, la guió hacia la primera y la abrió, ella miro que era el baño, un baño grande y amplio, ella miraba todo con asombro y no lograba creer que hubiera alguien que viviera de esta forma mientras los últimos sobrevivientes sobrevivían con esfuerzos y solo con lo necesario, el baño tenia regadera, tina y varios estantes en una pared, le explico algunas cosas y luego la guió a otra puerta al otro lado de la habitación y justo frente al baño, él la abrió y ella pudo ver que era un armario, lleno de estantes y repisas, cajones y ropa colgada de lado a lado.

—mi hermana se aseguro de llenar el armario con todo lo que necesitarías, incluyendo… bueno… la ropa interior de una mujer de tu edad — ella se sonrojo y lo miro, él estaba igual de incomodo que ella, de todas formas ninguno de los dos estaba acostumbra ha hablar sobre la ropa interior de una persona diferente a ellos — tienes zapatos al final, en los estantes y puedes ver después todo lo demás — la saco de la habitación y cerro — esta es la habitación en donde dormirás.

Le indico y abrió la ultima puerta, la dejo entrar primero y él la miro mientras ella caminaba alrededor, en el cuarto solo había una cama matrimonial con cobijas grises, un escritorio a un lado lleno de utensilios que parecían escolares, un espejo al otro lado y un tocador con cajones al lado del espejo, ella se acerco a este y miro que los cajones estaban llenos de artículos de higiene personal y de arreglo personal, había dos mesas a los lados de la cama con lamparas sobre estas y una chimenea con un estante encima y una pintura de algunas flores decoraba la pared, finalmente miro que tampoco había ventanas y que tenía un largo estante en la pared de la cama que iba de un lado al otro y estaba llena de mas libros y artículos de papelería.

—no tienes permitido dejar la Torre a menos que sea conmigo — ella dejo de ver a su alrededor y prestó atención a su compañero — puedes estar en todos los lugares de la Torre, pero nunca dejes la Torre tú sola — exigió y ella asintió, él se giro y se preparo a dejar la habitación.

—¿entonces soy su prisionera? — pregunto y su compañero se detuvo abruptamente — ¿me tendrán aquí, en esta torre, hasta que me muera o hasta que ustedes me maten?

—no pasara ninguna de esas cosas — aseguro él sin girarse — tú estarás a salvo siempre y cuando yo me asegure de eso — ella se acerco a él cuando comenzó a caminar afuera de la habitación — solo mantente de seguir lo que te digo mientras estas aquí, vendré a verte cada que me sea posible — se inclino en el escritorio y tomo algo para escribir — este es el código de la puerta, apréndelo de memoria y quema el papel, no dejes que nadie ademas de nosotros dos sepa el código, si necesitas algo necesitaran permiso para entrar a tu piso — la llevo hasta la puerta y le indico otro panel al lado de la puerta, solo que este no tenia números, en cambio tenia una pequeña pantalla que mostraba la puerta del lado contrario, ni siquiera había notado que tenia una cámara, y debajo de esta había una fila de tres botones — el verde — le indico apuntando al primer botón — abre la puerta, nunca le abras a Vaughan, lo mas probable es que te mande a llamar y no venga por ti, pero en caso de que sea lo contrario nunca lo dejes entrar — ella asintió a su mirada, entonces le apunto al segundo botón — el blanco cierra la puerta de forma leve, pero aun así resistente, utilízalo cuando no quieras que nadie te moleste y el ultimo — este ultimo era de color rojo — este cierra las puertas en confinamiento, eso significa que nadie, ni siquiera Vaughan puede entrar y tu no podrás salir, la habitación se sella hasta volverla una fortaleza, utilízalo cuando escuches la alarma de el Nido, si eso ocurre yo vendré por ti, yo te sacare y solo ello, ¿te queda claro?

—si, gracias por cuidarme — él solo asintió y metió la mano a uno de los bolsillos de su pantalón, su mano saco sosteniendo una tira de cuero algo gruesa de color marrón obscuro y se la tendió.

— póntela encima de tus números — ella la tomo y la miro, era pesada al medio, la giro y miro un punto rojo, pequeño y casi oculto, que parpadeaba, dejo de mirar la tira de cuero y lo miro.

—¿Qué es esto?

—es un rastreador — se giro y tomo la pulsera de su mano, hizo que le diera la muñeca y coloco la tira de cuero sobre sus números, sintió las manos tibias de su compañero y su corazón se acelero — nunca te lo quites y si necesitas mi ayuda y yo no estoy cerca solo tienes que presionar en medio, me llegara un aviso y yo vendré a ayudarte y a ponerte a salvo, ¿de acuerdo?

Astrid asintió y miro al hombre delante de ella, le parecía reconfortante lo alto que era, la hacia sentir segura ante cualquier cosa que pasara, él se acerco y paso su mano por su mejilla y por su cabello, sabia que ella estaba totalmente sucia, pero eso parecía no molestarle a su compañero, en cambio parecía que disfrutaba verla, incluso sucia como estaba, paso uno de sus dedos por encima de su ceja y ella sintió un escalofrío.

—¿me dirás tu nombre? — ella susurro y él se detuvo — quisiera llamarte de una forma en donde no tenga que ver el como te llama todo el mundo, ademas, tú conoces mi nombre, pero yo no conozco el tuyo.

Él se alejó de ella y camino hacia la puerta, ella creyó que la ignoraría y que nunca le diría su nombre, él estiro la mano y la detuvo delante del botón verde que abriría la puerta, pensó por un segundo, su compañero había pasado por demasiadas cosas y la mayoría fueron gracias a él, así que supuso que lo único que podía compensar todo el dolor que le había provocado a Astrid era decirle su nombre, su verdadero nombre, ese que llevaba años sin escuchar, el nombre que Vaughan le había arrebata al convertirlo en el rastreador y cazador de los humanos, de su propia especie, algo dentro de él le dijo que era lo correcto decírselo, así que, antes de presionar el botón y sin girarse a mirarla, abrió la boca y dijo su nombre.

—me llamaban Caleb, mi nombre era Caleb Redd

Apretó el botón y salió, dejándola sola y con algo caliente en su pecho y en su muñeca.

Compañeros. Libro 2. En Tierras Enemigas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora