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Min Yoongi bajó de su auto tras estacionarse en esa escuela privada donde empezaría a dar clases de Literatura. Se colocó bien el abrigo beige; era finales de septiembre, el otoño iniciaba y el semestre iba a la mitad, por lo que solo sería profesor suplente los últimos meses del año, pues el anterior profesor y su amigo, Kim Namjoon, lo había recomendado tras haber obtenido una beca para su maestría en el extranjero.

Tomó su maletín y su termo de café para encaminarse hacia las instalaciones, el estacionamiento estaba casi vacío. Los docentes entraban a las 7:30 y los estudiantes a las 8:30, pero como debía presentarse a la Dirección, llegó un poco antes.

Fue haciendo una lista mental de todo lo que necesitaba: computadora, cargador, adaptador, plumones, borrador, un ejemplar de Frankenstein de Mary Shelley, Persuasión de Jane Austen... ¿traía los ejemplares con notas?

Se detuvo y maniobró para abrir su maletín y rebuscar entre sus cosas, haciendo que algunos papeles cayeran. Se agachó para recogerlos y pronto vislumbró unas delgadas pero fuertes manos que evitaron que el aire se llevara sus hojas.

—Le ayudo —dijo una voz grave pero suave.

Yoongi levantó la mirada y tuvo frente a él la visión del hombre más perfecto de la Tierra. Rostro perfectamente esculpido, labios perfectamente rellenos, unas mejillas sonrosadas por el frío y unos ojos color avellana que le atravesaron el corazón y el alma. Yoongi había leído mucho acerca de romance, pero hasta ahora, a sus 25 años, nunca había experimentado tal sensación que solo los libros le habían mostrado.

—Gracias —murmuró, pero salió como un suspiro, del aire que había guardado en cuanto el chico lo miró.

—¿Es el nuevo profesor de Literatura? —preguntó, con una pequeña sonrisa, mientras le extendía las hojas. Yoongi asintió mientras bajaba el rostro, acomodando de nuevo sus papeles en el maletín. Se aclaró la garganta y le ordenó a su mente y corazón que no le hicieran pasar vergüenzas ante el castaño y que guardaran la compostura.

—Min Yoongi, mucho gusto —hizo una venía. No reconocía la edad del chico, bien podía tener su misma edad o unos dos años más chico, su rostro mostraba madurez, pero había inocencia en su mirada.

—El gusto es mío, yo soy Kim Taehyung —respondió también con una venia—, ¿va a la oficina de la Directora?

—Sí, solo que no sé dónde es, ¿me podría orientar?

—Claro, también voy para allá — le dedicó una cálida sonrisa y Yoongi se sintió desfallecer, pero se aferró a su maletín y termo para controlarse.

Caminaron en silencio, Yoongi de vez en cuando lo veía de reojo, tratando de captar todo del castaño. Vestía una bufanda blanca que contrastaba con su abrigo color negro que lo cubría hasta las pantorrillas, donde un pantalón color caqui y zapatos negros pulcramente boliados finalizaban el outfit de Taehyung. Usaba un maletín azul marino cruzado por el hombro y escondía sus manos en los bolsillos del abrigo.

Namjoon le había contado que solo los alumnos y administrativos llevaban uniforme, a los docentes solo les pedían formalidad. Él había tenido que ir a comprarse una corbata y otros zapatos, pues, a pesar de sus convicciones, no creía que la escuela considerara formales los converse.

Entraron a las instalaciones, definitivamente era una escuela de ricos, confirmó Yoongi, viendo los acabados de caoba, los pisos lustrados y grandes vitrales. Yoongi observaba todo con ligero asombro, por lo que no se percató cuando llegaron a la puerta que decía Dirección. Taehyung se adelantó y le abrió la puerta, cediéndole el paso. Yoongi asintió agradecido con una sonrisa tímida y entró a una acogedora salita. Saludó a las presentes, una secretaria frente a su escritorio y otra preparando café. Le respondieron el saludo y ambas saludaron al castaño con confianza.

—Usted debe ser el profesor suplente.

—Así es, Min Yoongi.

—¿Gusta café?

—Ya tengo, gracias —enseñó su termo.

—TaeTae, ¿qué haces aquí tan temprano? —preguntó una de las secretarias.

—Mi mamá olvidó unos papeles y me pidió que se los trajera.

En ese momento, la puerta de la oficina principal se abrió y una señora elegante y con una sonrisa amable salió.

—Usted debe ser Min Yoongi, veo que ya conoció a mi hijo Taehyung. Él estará en su clase.

El pelinegro se quedó mudo y solo atínó a girar hacia el castaño que se desprendía de su abrigo, dejando ver un uniforme escolar.

Mierda, pensó Yoongi. No solo el chico por el que había quedado flechado era un estudiante, además era el jodido hijo de la directora. Bien hecho, Min. 

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Nueva historia :D

La sigo escribiendo, así que trataré de actualizar por lo menos dos veces a la semana :)

Profesor Min | YOONTAE | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora