Una razón para vivir

Capítulo 21

Estaba tan absorto en ese recuerdo con mi cachorro que ni me percaté en qué momento sucedió, pero ahora mismo Sean y Lisbeth se encuentran bailando en medio de la sala.

De Sean no me sorprende, a él siempre se le dio bastante bien el baile a diferencia mía que nací con dos pies izquierdos y sin una sola célula de ritmo en el cuerpo.

En las fiestas a las que solían arrastrarme Sean y mi hermano, Sean siempre que tenía la oportunidad estaba presumiendo sus dotes de baile, por lo mismo pasaba gran parte de la noche rodeado de chicas que prácticamente hacían fila para poder bailar con él. Ahora que lo pienso mejor me doy cuenta que Sean lo hacía con ese propósito en especifico, ser popular entre las chicas... mmh... bueno, le funcionó bastante bien.

Por supuesto eso pasó en otra época cuando éramos jóvenes y nuestras prioridades eran otras. Claro que eso no quita el hecho de que aún le gusta bailar y por lo visto aún lo hace bastante bien, pero no tanto como Lisbeth. ¡Vaya sorpresa! No me imaginé que Lisbeth fuera tan hábil bailando, Sean finalmente se encontró con la horma de sus zapatos.

Esto se pone más y más interesante... lo confieso me estoy divirtiendo con este inesperado giro.

- Iván, ven, baila tu también – me dijo Lisbeth acercándose a mí e intentando sujetar uno de mis brazos para obligarme a ponerme de pie después de que me escuchara reír cuando ella hizo que Sean diera algunas vueltas que él no esperaba, claramente ella guía este baile

- No, no, eso no sucederá... no en esta vida – aseguré erizado como un gato cuando detecta una amenaza o un potencial peligro mientras escondo mis brazos de ella tal como lo haría un niño

No sé mucho de pistas de baile, casi nada en realidad y este género musical en particular es totalmente nuevo para mí, asumo que es propio de este lado del mundo. Las canciones tienen un ritmo bastante alegre y movido, te incitan a bailar, pero en contraposición sus letras son demasiado nostálgicas, tienden a lo deprimente y principalmente hablan de desamor; como sea, en este momento Lisbeth está dando cátedra de baile a Sean y si puede hacer eso con él yo no me arriesgaré, a mí sin duda me destrozaría.

Tras mi firme negativa Sean y Lisbeth continuaron en lo suyo, es mejor así no solo porque no sé bailar sino porque ellos se ven bastante felices en este momento incluso cantan mientras bailan, es evidente que lo están disfrutando aunque no estoy del todo seguro si este género musical se baila de ese modo o si es el resultado de todas las copas de vino que ya nos tomamos, que sí fueron lo suficientemente fuertes como para embriagarnos; creo que es un poco de ambos porque ahora mismo están muy, muy próximos el uno del otro mientras bailan y mañana por la mañana habrá un par de personas algo avergonzadas por esta demostración de baile tan "afectuosa" y sin nada de inhibiciones.

De pronto un sonido silbante similar a un grito agudo que provino del exterior rompió la tranquilidad de la noche. Inmediatamente nuestra atención se centró en la cocina, más puntualmente en la puerta corrediza de cristal de la cocina que da acceso al pórtico y al patio, en este momento es la única ventana que no lleva cortina y a través de la cual pudimos ver como una luz asciende con prisa dejando tras de sí una estela blanca de humo.

Los tres nos apresuramos a llegar hasta la puerta corrediza para poder observar mejor el evento. Habría sido tonto no hacerlo cuando la vista desde este lugar es más que perfecta, te invita a ver el espectáculo de luces y color que está a punto de suceder.

Cuando el cohete alcanzó su tope máximo de impulso el sonido de una explosión nos tomó a todos por sorpresa pese a que teníamos nuestra atención en el firmamento esperando precisamente a que eso suceda. A esa explosión le sucedió un cielo nocturno iluminado por cientos, miles de chispas centelleantes que juntas formaban una gran esfera de color rojo brillante. Lentamente las chispas fueron cayendo mientras terminaban de consumirse hasta finalmente desaparecer por completo.