Capítulo 3

1.3K 62 62
                                    


Apenas baje del avión el drástico cambio en la temperatura me golpeó con fuerza en la cara, parecía que una asfixiante y pesada masa de aire caliente rodeaba todo mi cuerpo e invadía hasta el rincón más recóndito dentro de mis pulmones, haciendo difícil la simple tarea de respirar.

Tenía algún conocimiento básico sobre el clima cálido en este lado del planeta, pero jamás me imagine que el calor llegara con este nivel de sofocación. No habían pasado muchos minutos desde que descendí del avión y ya podía sentir todo mi cuerpo húmedo.

Sé que no ayuda en nada que no estoy vestido apropiadamente para este clima cálido, más porque mis erróneos cálculos me indicaron que llegaría muy entrada la noche, sin embargo, estos días mi raciocinio no ha estado funcionando a su máxima capacidad así que lastimosamente confundí por completo cómo funcionan las diferencias horarias entre países y ahora me encuentro en plena tarde vistiendo un grueso abrigo negro sobre un jersey de punto con cuello de tortuga que favorecían a que mi temperatura corporal se incremente aun más, manteniéndome completamente sofocado, al menos tuve la inteligente idea de quitarme la bufanda y los guantes mientras aun estaba al interior del avión.

- ¡Hey! Iván, por aquí – escuché una familiar voz que me llamaba a lo lejos, supe inmediatamente que se trataba de mi amigo, su timbre de voz no ha cambiado a pesar de todos estos años sin mencionar que era la única persona en este país que podría hablarme en un alemán tan fluido

Había mucha gente en el aeropuerto así que me tomó algo de tiempo poder encontrarlo con la mirada, más cuando en mi cabeza llevaba el recuerdo de mi amigo cuando aun éramos jóvenes además de un borroso recuerdo del hombre con el que hable desde mi portátil.

- Sean – correspondí el saludo agitando el brazo una vez que logré divisarlo entre la multitud

Sean no ha cambiado tanto como yo imaginé, ahora tiene un poco más de color en la piel, pero no lo suficiente como para ser confundido con un lugareño. Afortunadamente para él ya no es ese muchacho escuálido que para nada aparentaba ser universitario, se nota que ha adquirido mayor masa muscular lo que le da un aspecto más adulto, sin embargo, en su rostro aun conserva muchos de los rasgos juveniles que yo recuerdo.

Abriéndome paso entre todas las personas presentes en la sala de llegadas internacionales, logré llegar hasta donde mi amigo se encontraba parado esperando por mí. Él llevaba consigo una botella de agua fría que no dudo en entregarme apenas estuvimos uno frente al otro.

- Espero que el resto de tu equipaje no se parezca a lo que llevas puesto – comentó en tono burlón mientras señalaba con la mano, de forma nada discreta, mi vestimenta que claramente me hacia destacar entre la multitud – porque de ser así estarás en serios problemas, aquí el verano apenas comienza y te aseguro que más adelante se pondrá peor

- Si gracias, también me da gusto verte – respondí algo ofendido por su comentario, pero muy agradecido por la botella de agua, realmente la necesitaba

Sean solo rió abiertamente como respuesta a mi comentario mientras me observaba acabar con el agua de un solo trago.

- También me da gusto verte, como no estarlo si yo te obligue a venir – comentó esta vez estrechándome en un fuerte abrazo, al mismo tiempo que palmea mi espalda – ¿cómo estuvo el viaje?

- Horrible – contesté con honestidad mientras rompía el abrazo y él solo reía divertido, creo que ya esperaba esa respuesta de mi parte – por cierto, gracias por comprarme un asiento en clase turista, era justo lo que me hacía falta – afirmé con ironía

- De nada, sabía que lo disfrutarías, nada como ir apretujado en medio de desconocidos – me dijo divertido siguiendo mi línea de sarcasmo, pero antes de que pueda rebatir con algo más inteligente, él sujetó el asa de mi maleta y me la arrebató de las manos – ven, vamos a casa podrás bañarte, descansar y comer algo, además tenemos aire acondicionado

Una razón para vivirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora