Una razón para vivir

Capítulo 6

Una vez bañado y cambiado me dirigí a la cocina a paso lento, debo confesar que me siento un poco incómodo e intranquilo, mucho a decir verdad pues yo no contaba con la inoportuna presencia de la amiga de Sean en su casa. No sé cómo reaccionará ella en cuanto me vea, pero estoy convencido que no tendrá una buena reacción pues para ella prácticamente yo soy un desconocido que Sean metió en su casa y dudo mucho que eso le haga mucha gracias.

Al llegar al final de la escalera di un par de respiraciones profundas a modo de darme algo de ánimo y solo después de eso avance los pocos pasos que me separaban del comedor. Para mi sorpresa lo primero que vi al llegar allí fue la imagen de una familia en toda la extensión de la palabra, Sean y quien supongo es su amiga se encontraban de espaldas hacia mí, al fondo en la cocina, aun así yo podía ver como ambos estaban muy entretenidos compartiendo un momento tan cotidiano como es el preparar un desayuno, conversando y riendo de forma amena mientras los niños se entretenían con pequeñas tareas sobre la mesa del comedor, se veían exactamente igual a una de esas típicas "familias modelo" de comercial de televisión.

- Scheiße! – exclamé sorprendido cuando un perro que salió de la nada se abalanzó contra mi cuerpo colocando sus pesadas patas sobre mi torso al mismo tiempo que apoyaba todo el peso de su cuerpo en mí

Haciendo uso de su nariz el perro olfateaba cada milímetro de mi cuerpo con profundas inhalaciones que generaban un sonido tan particular que me dejó los pelos de punta, ocasionalmente también intentaba llegar a mi rostro con su larga y muy ensalivada lengua, algo que realmente me desagradó así que me vi obligado a tener que apartar el hocico del perro y al perro de mi cuerpo pues comenzaba a llenar mi ropa de saliva y pelos, sin embargo, esa simple acción provocó que el perro se obsesione aun más con la idea de lamer mi rostro, posiblemente creyendo que yo estaba jugando con él.

- ¡Hey! ya estás aquí – dijo Sean al notar mi presencia e inmediatamente se acercó para quitarme de encima a esa bestia peluda – quieto muchacho, quieto – ordenó con tono firme intentando que el perro se aleje de mi

Domar al perro no fue una tarea sencilla porque este parecía demasiado entusiasmado con mi presencia y aunque no se trataba de un perro grande e imponente como un Rottweiler o un Pitbull, para ser un perro mestizo, mediano y no muy robusto si que tenía fuerza, por momentos temí que Sean no lograría controlarlo, lo que de cierto modo me mantenía intranquilo.

- Tranquilo no te hará nada, solo quiere conocerte – me informó Sean luego de ver la expresión en mi rostro

- ¡Dorito no te comas al tío Iván! – regañó la pequeña intentando ayudar a su padre aunque para ese momento Sean ya había conseguido controlar al animal, el mismo que ahora se encontraba sentado frente a nosotros y se veía menos exaltado, hasta parecía manso

- ¿Dorito? – cuestioné enarcando una ceja mientras me alejaba un par de pasos del perro que aun me observaba fijamente agitando la cola – no sé porque no me sorprende – afirmé sabiendo muy bien a quien se le ocurrió poner ese nombre al perro

- ¡Qué! no me mires así, yo no le puse el nombre... de verdad – me dijo Sean con insistencia, pero sin poder evitar reír en el proceso

- Claro, te creo, si yo se que te encanta comer saludable – afirmé con total ironía al mismo tiempo que rodaba los ojos, como si no conociera a Sean y su adicción por todas las variedades de snacks salados. Al parecer, al menos eso no ha cambiado en él. Sin embargo, mis palabras también provocaron la risa de la amiga de Sean que estaba muy atenta a nuestra interacción, así que esta vez me dirigí a ella – Sean comía esas cosas desde que éramos niños, pese a que en el internado donde estudiábamos lo teníamos estrictamente prohibido, él siempre se las ingeniaba para meter algo de "contrabando" y que así sus reservas nunca estén vacías