Una razón para vivir

Capítulo 27

Yo corrí hacia él tan rápido como las piernas me lo permitieron lastimosamente no fui lo suficientemente veloz.

Todo pasó frente a mis ojos, muy deprisa, en una milésima de segundo ya todo estaba hecho, y aunque todo sucedió en un parpadeo no se sintió así en lo absoluto. Desde mi perspectiva todo sucedió en una maldita cámara lenta que me permitió ver el momento exacto cuando Sean no pudo sostenerlo por más tiempo.

Debió pensar que si conseguía apoyar una de sus manos en el asiento del sofá y si además usaba todas sus fuerzas para empujar su cuerpo en sentido contrario, podría salir del regazo de mi amigo. Desafortunadamente, al calor del momento y en medio de todo el forcejeo, Asiel, no prestó atención a un pequeño detalle muy importante. No consideró que él no se encuentra en la mejor posición; acostado sobre el regazo de Sean, el sofá dejó de ser lo suficientemente amplio como para que él haga ese movimiento.

Por supuesto que mi cachorro testarudo se salió con la suya, logró apoyar la mano en el asiento del sofá, mas esta quedó tan al filo del mismo que al intentar impulsarse solo consiguió que su mano resbale y se vaya hasta el fondo. Además como la mayor parte de su peso se encontraba concentrada en la parte superior de su cuerpo y él usó todas sus fuerzas para poder impulsarse, él simplemente se fue de cara al suelo con una contundencia implacable.

- Iván, yo... lo lamento tanto, esto no debió suceder – me dijo Sean con bastante inquietud y una muy visible expresión de culpa en el rostro

Para cuando llegué hasta ellos, Sean ya había ayudado a mi cachorro a incorporarse del suelo. Ahora mismo lo tiene sentado en su regazo para poder revisar que tan terrible fue el daño.

- Está bien, no tienes que disculparte, vi lo que sucedió y no fue tu culpa – interrumpí para que no continúe con esa disculpa

Ciertamente no me gusta que Asiel haya resultado lastimado, sin embargo, no puedo culpar a Sean por esto cuando yo sé mejor que nadie lo obstinado e impulsivo que puede llegar a ser este cachorro revoltoso. Asiel es muy listo, pero cuando lo domina la ira se ofusca y no se detiene a pensar en consecuencias, él solo actúa.

- ¿É-él está bien? – preferí preguntar, redirigiendo la conversación hacia lo que realmente me importa en este momento

Inmediatamente cerré la boca, sorprendido no solo por ese tartamudeo involuntario que escapó de mis labios sino también por el tono de mi voz, se escuchó mucho más afectada de lo que yo mismo habría imaginado.

- No lo sé, todavía no he podido revisar el daño – me respondió Sean con preocupación, al parecer sin percatarse del tartamudeo o mi tono de voz. Él parece más enfocado en hacer precisamente eso, tratar de revisar el daño – en realidad, él no deja que lo vea

No sé si me lo dijo a manera de explicación o de queja, muy probablemente sea lo segundo, para que yo diga algo que le haga entrar en razón, después de todo Sean siempre dice que Asiel me escucha más a mí aunque honestamente no sé porqué mi amigo piensa que es así.

- Cachorro, por favor, retira las manos – pedí procurando controlar mi evidente preocupación que mezclada con la intensidad o la potencia de mi voz, fácilmente se confundiría con enfado y no quiero eso – necesitamos revisar si te hiciste daño o no

Como no podía ser de otro modo, mi cachorro se negó a hacerlo. Con un pequeño, casi imperceptible, movimiento de cabeza nos hizo saber que no lo haría.

En otro momento habría asumido que Asiel lo hace a propósito, que no tiene la mínima intención de cooperar ya que él ni siquiera se movió, solo se quedó allí muy quietecito sobre el regazo de Sean cubriendo lo mejor que puede su nariz, boca y mentón con las palmas de ambas manos. Esta vez sé que no lo hace para desafiarme, no, no se trata de eso, esto es diferente.