Capítulo 20

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Hoy es el último día del año y es difícil creer lo rápido que pasó el tiempo prácticamente ha transcurrido una semana desde el día que regresé a casa de Sean trayendo conmigo a Asiel.

En todo este tiempo Asiel no ha hecho otra cosa que no sea dormir o comer, ahora mismo él se encuentra en la habitación completamente dormido desde hace unas tres o cuatro horas atrás. Al principio no nos preocupó mucho pues él como cualquier persona convaleciente requería de descanso y reposo para recuperarse adecuadamente además como él mismo me comentó que casi no dormía por miedo a ser atacado por algún depredador supuse que al saberse protegido por todos nosotros, finalmente se permitió dormir tranquilamente sin miedo a ser atacado. Sin embargo, después del quinto día que su rutina de dormir y comer se mantuvo invariable todos expresamos nuestra preocupación.

Siendo él tan joven creímos que recuperaría sus fuerzas con mayor rapidez y que en realidad el verdadero reto para todos nosotros sería conseguir que permanezca acostado en la cama. Al final eso no sucedió, sus largos periodos de sueño no han disminuido a lo largo de todos estos días pese a que las lesiones que tenía en el cuerpo no ameritaban este nivel de reposo o descanso.

Lisbeth nos dijo que es la primera vez que ve a alguien permanecer en cama tanto tiempo por unas lesiones en el cuerpo que si bien no eran para tomárselas a la ligera tampoco debían llevarlo a este nivel de invalidez.

Definitivamente Asiel está reaccionando de un modo muy inesperado y la única razón por la que todos nos mantenemos optimistas es porque a pesar de todo eso él se ve muchísimo más recuperado. En los periodos de tiempo que está despierto no se queja de dolor, su temperatura corporal es normal, no presenta algún tipo de malestar y tiene mejor semblante además despierta puntual para comer y siempre con buen apetito.

Sería muy acertado decir que Asiel se adecuó perfectamente a esta rutina de dormir, comer y volver a dormir.

Claro que eso no es lo más extraño, lo más extraño e inexplicable son las heridas en su cuerpo que sanaron a una velocidad poco natural. La inflamación en su garganta, las ampollas, los raspones u otros cortes no tan profundos así como el absceso drenado se curaron en menos de 24 horas, máximo 48 en los casos más graves y no dejaron una sola marca, nada en absoluto.

Con respecto a las heridas más serias y profundas como lo fueron los cortes alrededor de su cuello; esas heridas también se curaron en menos de 48 horas, lastimosamente lo hicieron dejando feas y gruesas cicatrices pese a todos los cuidados y precauciones que tomó Lisbeth.

Las cicatrices se tornaron oscuras y protuberantes, queloides o así los llamó Lisbeth. Según nos explicó los queloides no son peligrosos y se forman sin razón aparente, pero es posible que los cortes alrededor del cuello de Asiel fueran lo bastante profundos por lo que el daño provocado debió ser mayor y como su piel es casi tan delicada como la de un niño pequeño o incluso un bebé, probablemente por eso no reaccionó muy bien y como consecuencia quedaron gruesas cicatrices alrededor de su cuello; no obstante, los queloides no comienzan a formarse hasta meses después de que la lesión sana, no en cuestión de horas así que eso tampoco tenía sentido.

Estuvimos pensando en opciones para él y la cirugía cosmética parecía lo más acertado, pero dada su dualidad de zorro-humano definitivamente eso no sería una buena idea e inmediatamente tuvimos que descartar esa opción. Entonces, después de mucho pensar con pesar comprendimos que Asiel tendría que ver esas feas cicatrices por el resto de su vida.

También nos quedó claro que por el momento nada de eso parece ser un problema para él, pero eso solo sería cuestión de tiempo, más temprano que tarde se convertirán en un problema que terminarán por minar su autoestima. Y, si bien es cierto que las bufandas o los cuellos de tortuga podrían ayudar a cubrir esas gruesas cicatrices, con este calor usar ese tipo de prendas sería una verdadera tortura.

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