Capítulo 10. Secretos, acertijos y flechas

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CONAN

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CONAN

Estoy de nuevo en el templo Ardor, caminando por sus pasillos de piedra, mis pasos son suaves, pero suenan como rocas, me detengo en el mismo pasillo frente a esa puerta donde alguna vez vi salir a cientos de manos de celdas tenebrosas, algo me dice que me aleje de ahí y así lo hago, corro dejando atrás a esas manos, choco con la puerta de la oficina de Agroz y entro a tropiezos, de la nada una copa de vino ya está sobre mi mano, la tomo con fuerza y le doy un trago en cuento volteo a ver a mi alrededor la copa cae de mis manos salpicando la fina alfombra.

¿Padres?

Mis padres están frente a mí, mis cabellos están de punta y no puedo seguir observándolos, aunque ellos me sonríen como si no pasara nada, como si ellos no estuvieran... muertos. Paso sobre los vidrios rotos y me lanzo a abrazarlos.

Fui un estúpido, yo... yo debí rescatarlos antes, debí de saber que ustedes...

—No te preocupes de nada —mi madre me acaricia mi espalda—. Conan, mi niño, mi querido hijo, nosotros hemos pagado nuestra imprudencia, la culpa es nuestra, no tuya.

—Nosotros debimos contarte de tu conexión con Agroz —por primera vez veo a mi padre queriendo llorar—. Conan, escúchame, debes de ser más valiente esta vez... debes matarlo.

¿A Agroz?

No entiendo nada, alguien toca la puerta con fuerza, parece como si miles de personas quisieran derrumbarla, suena horrible y me pongo más ansioso rascándome la nariz, mi madre me toma de las manos para que pare y me acaricia mi mejilla.

—Debes encontrar la forma para matarlo —mi padre voltea a ver la puerta—. Encuentra opciones, personas u algo más, no lo dejes de intentar, mátalo cuando tu alma y la de él ya no estén unidas.

Los golpes de la puerta suenan más fuerte.

—Debes irte —mi madre me vuelve a abrazar—. Vete ya.

—No, no puedo, no quiero —Les digo con voz entrecortada—. Quiero que regresen...

La visión de mis padres se borra de mi vista, todo parece borroso, como un humo vuela lejos de mí, yo los busco entre todo, grito sus nombres, lloro con enojo y grito de desesperación sin saber que hacer, quiero volver a tenerlos conmigo.

Despierto con un grito ahogado en medio de la noche, me incorporo por instinto y me sorbo la nariz, mis mejillas están mojadas indicando que estuve llorando mientras dormía. ¿Fue real o solo una ilusión de mi sueño?

—¿Conan? —Desmond me toma del hombro y doy un respingo al sentir su tacto—. Fue solamente una pesadilla.

—Mis padres, ellos estaban ahí y yo...

No puedo decir más, me quedo viendo la otra gran cama frente a mí, la que es mía, pero que jamás he utilizado desde mi estadía en el reino Marisma, Desmond y yo dormimos juntos. Cada noche alguno de los dos tiene pesadillas y tratamos de ayudarnos a que ya no ocurran, esta noche una pesadilla me ha atrapado a mí.

CORONADO: EL HECHICERO OSCURODonde viven las historias. Descúbrelo ahora