Capítulo 25. El verdadero arte de la lealtad

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DESMOND

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DESMOND

—Yo seré tu guardián —Medras me dice subiéndose a un banco y alzando la cuchara de madera como si fuera una espada—. Te protegeré incluso de tu sombra.

—No necesito que nadie me proteja —Le digo, riéndome, Medras es un año mayor que yo y eso es suficiente para que se crea mi protector

—¿Y qué tiene que alguien lo haga? —Vicky nos pregunta mientras no deja de decorar el pastel de cumpleaños—. Creo que sería fantástico.

—Serías un héroe —Luca habla dejando de leer su libro y eso es suficiente para que el ambiente se ponga tenso—. Yo... Medras no quería... no era mi intención.

—No importa —Medras se baja del banco—. Mi padre... él dio su vida por el rey y eso lo saben todos, ya no duele pensar sobre eso. Y no me importa que no me dejes ser tu guardia personal —Me señala—. Lo seré de todas formas, ya lo verás.

No digo nada, me quedo en silencio dejando que mis pensamientos me consuman. ¿Por qué él me dice esto a mí y no a Luca? ¿Por qué yo? Debería de decírselo a alguien como Luca, alguien valiente, fuerte y demasiado inteligente como él, a su futuro rey, no a mí, un simple príncipe.

—¡Ya está! —Vicky alza la obra maestra, el pastel le ha quedado realmente precioso—. Tienes que decirme que te gusta mucho —Mira de arriba a abajo a Medras—. O si no créeme que te lo estrellaré en la cabeza.

—¿Así es como tratas al cumpleañero? —Medras se queja tratando de no reír—. De todas maneras sabes que todo lo que cocinas y horneas sabe delicioso.

—¿Podríamos darnos prisa? —Luca lo interrumpe algo ansioso—. Creo que Desmond le dará un ataque si no prueba ese pastel en menos de un minuto.

Todos me voltean a ver mientras se rien de mi expresión de embelesado. Me rio junto a ellos mientras Vicky prende la vela en el pastel, Medras se acerca muy emocionado, cierra los ojos y sopla la vela.

—¿Desmond estás despierto? —Me muevo en mi cama con incomodidad ignorando la voz de Vicky, me ha despertado de un recuerdo sumamente valioso—. ¿Puedo pasar?

No respondo, me quedo enredado en mis cobijas oculto entre ellas. Pasado algunos minutos me relajo un poco al ya no oír su voz, pero la puerta se abre de golpe, saco mi cabeza de las sabanas algo irritado y veo nada más ni nada menos que a Medras Diggory, mi guardia personal, mi mejor amigo. Me le quedo viendo igual de irritado que él me ve a mí, rodamos los ojos al mismo tiempo y yo me vuelvo a ocultar entre las sabanas.

—En un momento Vicky y Binu te traerán el desayuno —Escucho los pasos de Medras que caminan de un lado a otro—. Ayer ya no comiste nada y apenas si quisiste hablar.

—Te invité a jugar ajedrez —Le digo lo más bajo que puedo

—Y te gané en todas las rondas —Me dice y siento como se recarga en la base de la cama—. Pero eso no es lo mismo que hablar.

CORONADO: EL HECHICERO OSCURODonde viven las historias. Descúbrelo ahora