Habiendo pasado tres días desde la retirada del general Quan, la colonia de Yang Gong florecía con una nueva paz y armonía. Gracias al esfuerzo en conjunto de todos los habitantes de la ciudad, las reparaciones de las zonas dañadas durante el ataque avanzaban con rapidez. Las calles que antes se veían desiertas, ahora la sobre poblaban un millar de personas que iban y venían en diferentes direcciones. El silencio, que antes solo podía ser interrumpido por sonidos de lucha y muerte, ahora se hallaba totalmente ausente. Remplazado por risas, cantos, y el bullicio de hombres trabajando.
Con un cielo despejado, y un sol radiante alumbrando con sus rayos la totalidad de la colonia, Yang Gong estaba más viva que nunca.
Pero eso, no era algo que le importara a Azula.
Desde una ventana, con sus brazos a su espalda, la princesa admiraba la colonia que ella misma había salvado con indiferencia, y aburrimiento.
—Es un muy buen té, general Shinu. ¿Dice que usted mismo lo preparo?
—Oh, gracias. Si, así es. Tenía miedo que no fuera de su agrado, general Lao.
Las voces que se oían, se originaban de dos individuos sentados en el piso, con una mesa entre ellos. Un té humeante, recién preparado, se hallaba servido y las dos personalidades que lo ingerían estaban situados a no más de unos cuantos metros de distancia de su princesa.
Se encontraban en una habitación sencilla, algo rústica por así decirlo. Dotada de varios adornos alusivos a la Nación del Fuego, su piso y paredes de concreto combinaban a la perfección debido a su tonalidad rojiza.
—Lo felicito una vez más por su éxito en Omashu. Nunca imagine que lograría tomarla en tan poco tiempo, incluso con los hombres que le di.
—Ni yo. Ya me había planteado estar asediándola por varios meses, o incluso un año en el peor de los casos. Que el rey Bumi se rindiera un día después de nuestra llegada no me lo espere para nada —Tras hacer una pausa para tomar un sorbo del té que tenía en sus manos, Shinu prosiguió— Sé que ya lo he dicho, pero de nuevo, le agradezco mucho por los hombres que me dono, y si algún día necesita algo de mí solo pídamelo.
—Le tomo la palabra general.
—Felicidades, general Lao —La intervención de Azula, hizo que la vista de Shinu se centrara en ella, mientras que la de Lao no. Al mismo tiempo, la joven todavía les daba la espalda— Tener a un renombrado general, que acaba de conquistar una de las ciudades más importantes del Reino Tierra como aliado, debe ser una gran victoria para usted. ¿Verdad?
—Lograr formar amistades en tiempos como estos, es algo que no me molestaría considerar como una victoria princesa.
—Apuesto a que sí. Pero ya dejemos de hablar de cosas sin importancia, y dígame que es tan importante como para solicitar mi presencia. Mi tiempo es valioso.
Lao tomo un sorbo de su té, y siguió manteniendo su postura, todavía sin mirar a la princesa.
—Desde hace un año, he sido el alcalde de Yang Gong y la he administrado como es debido. Durante todo ese tiempo no sucedió ningún incidente serio que la pusiera en riesgo. Asta la llegada del general Quan. Es de eso de lo que quería hablarles, sobre todo a usted general Shinu.
—¿A qué se refiere? —Pregunto el nombrado, confundido.
—Yang Gong es una colonia muy grande, y su guarnición, aunque efectiva para mantener el orden, desde hace mucho que no es lo bastante numerosa como para protegerla de ataques externos. Cuando asumí como su alcalde y me di cuenta de esto, la reforcé con mis propias fuerzas para asegurarla.
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Avatar: El Dragón Sin Llamas
De TodoEl viaje del Avatar Ang por terminar la guerra de los cien años, y restaurar el equilibrio del mundo es una muy bien sabida. Los desafíos que enfrentó, las amistades que forjó, y las perdidas que tuvo que superar, le dieron la fuerza necesaria para...