Pasado, Promesas, y Guerra

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Durante la noche, la colonia de Yang Gong se mostraba rebosante de vida, incluso mucho más de lo que estuvo durante el día. Iluminada por cantidades casi infinitas de lámparas de papel, colgadas por todas partes, de diferentes diseños y tamaños, ningún punto de la ciudad era alcanzada por la oscuridad. Literalmente, cada calle, cada esquina, cada centímetro, se hallaba alumbrado en lo que solo podría definirse como un increíble espectáculo de luces. Sus habitantes, inmersos en su propia felicidad, hablaban y reían entre ellos. Unos abarrotaban cada asiento de los muchos puestos de comida abiertos, otros reían a carcajadas bebiendo alcohol en tabernas que dejaban sus puertas y ventanas abiertas para que más clientes fueran atraídos, e incluso niños, deseosos por entretenimiento, posaban sus ojos emocionados en establecimientos que únicamente ofrecían juegos simples, pero muy atrayentes. 

Más que ser una noche más en una de las muchas colonias de la Nación del Fuego, parecía ser un festival, en toda regla. 

Y en medio de tanta actividad, Takeda caminaba con indiferencia, sin mostrar algún interés por todo lo que se desarrollaba a su alrededor. 

—Esto es casi lo mismo a cuando ocurren los consejos de guerra —Dijo Azula, quien se situaba justo a su lado, siguiéndole el paso— Pero me sorprende que la gente esté tan feliz. No hace mucho estuvieron a punto de ser conquistados. 

—¿Me puede recordar por qué estamos recorriendo la colonia?

—Solo quería caminar un rato, y ver mejor como es tu ciudad natal.

—¿Tanto interés tiene en mí?

—Bueno, debes conocer a tus amigos. Y aparte de que eres originario de aquí, nose nada de ti. 

—¿No había leído mi historial militar?

—Una cosa es leer algo escrito en un papel, y otra es escuchar a la misma persona. Así que cuentamente, ¿quién eres en realidad? 

Tras darle un ligero vistaso al rostro de la princesa, rebosante de curiosidad, Takeda se resignó a cumplir con su deseo.

—¿Qué quiere saber?

—Cuando nos cruzamos con tu amigo Shao antes de venir aquí, él mencionó que eras nieto de un tal Oroku. ¿Podrías explicarme eso?

—Después de que mi padre murió, él se hizo cargo de mí. Y ya le dije que Shao no es mi amigo.

—Ya veo. ¿Pero no habías dicho que además de tu padre, no tenías familia?

—Mentí.

—Ah, así que además de golpearme, e insultarme, ¿también me mentiste? —La ligera sonrisa en su rostro, expresaba diversión, e interés— Sí que eres hozado Takeda. ¿Qué más me has hecho que no me haya dado cuenta? 

—Aparte de eso, nada más.

—¿Estás seguro? Odiaría enterarme de algo después.

—¿Puedo preguntarle algo, princesa?

—Adelante. Y ya te dije que dejes de hablarme así. Recuerda que somos amigos ahora.

—¿Por qué estuvo tanto tiempo fichada conmigo?

—¿A qué te refieres?

—Primero me contrato como su guardaespaldas, después me despidió, y luego me volvió hacer parte de su personal. No lo entiendo. 

Azula entonces, se mostró pensativa unos instantes, asta luego responder:

—Supongo que llamaste mi atención. Eso es todo.

—¿Solo eso? —La indiferencia que antes mantenía, ahora paso a ser una mezcla entre sorpresa, y confusión. 

—¿Esperabas algo más? 

Avatar: El Dragón Sin LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora