Reencuentro

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La fortuna sonrrie al poderoso, y Azula creia ser la prueba viviente de ello. Ba Sing Se habia caido por obra suya, su raro tio permanecia enserrado en una celda, y ahora poseeia un cuerpo de maestros tierra de elite que solo le respondian unicamente a ella. En cuanto al Avatar, el rayo que le disparo le dio justo en el centro de la espalda, seria un milagro que pudiera sobrevivir ante semejante ataque. Pero de hacerlo, la culpa por fallar en eliminar la mayor amenza hacia la Nacion del Fuego no recaeria en su persona, sino en Zuzu. Todo el mundo ya creia que fue su tonto hermano quien lo asesino, asi que, todo estaba bien. Expeto por una cosa.

Mientras Azula conquistaba la que se considersba la ciudad mas fortificada e impenetrable del mundo, el Muro de Juren cayo a manos de Quan el gigante, justo despues de que las fuerzas que someterian las montañas del norte lo cruzaran. En consecuencia, se perdio toda comunicacion y el estado de las tropas se transformo en una incognita muy desagradable para el Señor del Fuego. Sus mas allegados trataron de convencerlo de que se enfocara en los logros de su hija favorita, instando que la guerra ya estaba practicamente ganada gracias a ella. Pero la ausencia de quien consideraba su mejor y mas confiable general lo tenia intranquilo.

Asta que la llegada de un aguila mensajera al palacio real, cambio eso.

A sus manos le fue entregado un informe escrito a puño y letra por el mismo Bujing. Azula nunca supo que fue lo que decia su contenido, pero fuera lo que fuera, en cuanto supo de su existencia se ofrecio ella misma para ir con el general en nombre de su padre, y evaluar la situacion en persona. Con la unica ruta hacia las montañas del norte obstruida por fuerzas enemigas, solo quedo ir por aire utilisando uno de los nuevos globlos de transporte que la Nacion del Fuego ya estaba comenzando a producir en masa.

No fue una trevesia dificil o ardua. Aun que el artefato volador no podia igualar la velocidad del bisonte del Avatar, no era complicado controlarlo. El problema era su lentitud. Su molesta y tediosa lentitud, que arrastraba a la princesa al aburrimiento, y a remorar a cierto joven de quien no habia tenido noticias desde hacia tiempo.

En cierto modo, era por el que se habia ofrecido para un tarea que facilmente podia realizar cualquier otra persona. Con todo lo sucedido en Ba Sing Se, y la posterior preparacion de las defensas de la capital ante el inminente ataque que sabia que sucederia durante el día del sol negro, trato de evitar pensar en el. Sin exito. Detras de su fachada de seguridad y arrogancia que la caracterisaban, muy por debajo de la imagen que daba a sus amigas, muy en el fondo de su ser, ocultaba el echo de que compartia esa misma intranquilidad que sentia su padre, aun que no por la misma persona.

¿Estaria bien? ¿Habria leido la ultima carta que le mando antes de la caida de Juren? ¿Siquiera seguia con vida? Desde que supo de la desaparicion del ejercito liderado por Bujng, se formulo estas y otras preguntas, que estuvieron cobrando fuerza a medida que el tiempo trasncurria, y no llegaba ninguna noticia. Ni de las fuerzas del general, ni de Takeda.

Ridiculo. Cada vez que era conciente de su ya inegable preocupacion, se cuestionaba la razon de tan incoerente estado. No es como si fueran realmente sercanos, ni mucho menos. Se decia a si misma que el era tan presindible como cualquier otra de sus herramientas, tan util como lo eran Tay-Lee y Mai. Pero luego recordaba que ella misma fue quien le propuso ser amigos, y mientras se dirigia a encontrarse con el alto general mas sercano a su padre, reconocio que a lo mejor, le tenia mas cariño a Takeda de lo que creia.

Al aterrizar, cuando lo vio salir de entre la enorme multitud que fue a recivirla, desconociendo la razon, sus lavios se trasnformaron en una sonrrisa, aliementada por un aparente alivio, mesclado con felicidad.

Bujing la recivio como se podria esperar de un alto general y le explico con detalle todo lo sucedido asta su llegada. Seria mentira decir que no le resulto algo interesante su relato, pero no le parecio la gran cosa comparado a sus recientes victorias. Las cuales sorprendieron al militar cuando se las dijo, y mucho mas a las tropas cuando se les fueron trasmitidas. Y el efecto por tan buenas noticias no se hiso esperar. La moral se elevo. Un festejo imorovisado, en honor a la princesa Azula se llebo acabo durante la noche, y los hombres lo disfrutaron con agrado. Aun que tambien se les informo que Quan se estaba encaminando directamente hacia ellos, ninguno parecio estar preocupado en lo apsoluto. Davan la imprecion de estar tan felices de la caida de Ba Sing Se, que ya ni siquiera pensaban en el mañana. Solo disfrutar el momento, antes de volver a la realidad. Lo que le permitio escabullirse con facilidad de su propia guardia, e internarse en el pequeño bosque que rodeba a la ciudad conquistada.

Avatar: El Dragón Sin LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora