Capítulo 40. Me tendrás

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Me tendrás

Conduje por varias horas, dando muchas vueltas de lado a lado, hasta que terminé llegando al único lugar que podía traerme algo de paz y tranquilidad.

Ese lugar inevitable en donde sabía de antemano que encontraría al menos un momento de estabilidad en mi ahora alocada vida.

No di muchas explicaciones al llegar, ese chico de ojos grisáceos estaba tan sorprendido de mi presencia que por un instante no reaccionó, sin embargo, en cuestión de segundos ya estaba a su lado, abrazándonos el uno al otro sin necesidad de decir algo más.

Entonces se lo conté todo.

Fue muy fácil, de hecho, le abrí mi corazón como lo había hecho una vez, y tal como esa primera vez, recibí su amor de vuelta. Un amor sincero lleno de palabras que me calaron, lleno de comprensión y dulzura. Me acompañó, me escuchó y me consoló.

Por todo el tiempo que fue necesario.

Empezó a llover luego de un rato. Después de que me desahogué, me dejó sentada en el taburete de la barra mientras me preparaba alguna clase de té para los nervios.

Observé ningún punto en específico. Escuchando la lluvia caer, golpeando los vidrios de las ventanas, con mi cabeza apoyada en mi puño y mi mente completamente despejada, a diferencia de antes.

Al menos había conseguido distraerme.

Seguro mi rostro estaba rojo y mis ojos hinchados. Era algo que no me importaba en estos momentos. Tenía mi mente tan perdida en mis pensamientos que me distraje lo suficiente, tanto, que no pude notar la taza humeante que puso frente a mí.

Despabilé, pestañeando un par de veces

—¿Estás bien? —me preguntó, preocupado

—Sí —la tomé con mi mano izquierda—. Gracias.

Asintió, posándose a mi lado

—Es algo tarde —pasó saliva—. Me gustaría que te quedaras, pero... creo que quieres irte...

Guardé un momento de silencio

Percibí que esperaba ansioso mi respuesta. Sí, sé que a Ryan le encantaría que me quedara, al menos eso le daba un toque de tranquilidad para pensar que nuestro asunto había quedado en el olvido.

¿Había quedado en el olvido?

¿O en realidad todo lo que pasó el día de hoy me lo había recordado?

No tenía idea. Sinceramente, no la tenía.

Solté un largo suspiro

—Aún llueve. —comenté, bajito

—Sí, es precisamente eso —se rascó la nuca—. Te llevaré a tu residencia si me lo pides, pero no creo que sea conveniente. Digo, el clima está espantoso, podría ser peligroso conducir así. Aunque si tú quieres...

—Tal vez tengas razón —susurré, delineando el borde de mi taza con mi dedo índice—. Podría quedarme en el sofá.

—Dani, por favor —avanzó un poco hacia mí—. ¿Crees que te dejaría dormir en el sofá? Te quedas en mi cama. Yo... me acomodo aquí.

Silencio

Era un momento incómodo, no porque me incomodara su presencia ni mucho menos, en realidad me alegraba haberlo buscado, porque estaba segura de que nadie podría haberme dado lo que él me dio.

Todo en tan poco tiempo.

La sensación de estar siendo un poco dura con él me abrumó tanto que empecé a sentirme mal conmigo misma. ¿Lo estaba haciendo? Era consciente de que Ryan se estaba esforzando en todo el sentido de la palabra para tener mi perdón.

La última de las estrellas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora