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"Pero estaba hecha para destruir, y ya no había vuelta a atrás."

Miré a mi derecha donde se suponía que debía de estar mi usual despertador, pero no lo encontré. Casi olvidaba que en las dos ultimas semanas había estado durmiendo con Harsh en su habitación, ya que las pesadillas seguían y seguían.

Me coloqué hacia arriba para encontrar mirada con el techo, a mi lado tenía a Harsh durmiendo como si se tratase de un ángel, pero uno que escondía sus demonios con su apariencia.

Cada vez me costaba más levantarme cada día, era como si me fuera a olvidar de ello.

Esta rutina de levantarme y mirar al techo pensar en nada y a la vez en todo se repitió, hasta que volví a recaer casi una semana después.

Me volví a despertar de una pesadilla diferente, en esta estaba en la playa con el grupo de amigos de Liam, yo no quería meterme al agua, no quería quitarme la ropa. Pero cuando por fin Liam me llamó cobarde y me convenció el cielo se volvía más oscuro y entonces me encontraba a mi misma en medio del mar, sola, sin saber apenas nadar.

Me hundía cada vez más y más hasta que notaba como alguien me sujetaba, por unos segundos me sentí segura de nuevo hasta que vi su rostro y noté sus manos divagar por mi cuerpo, tocándome como la primera vez.

Quería gritar, pero no podía. De verdad que lo intenté, pero mi voz se había ido, como si me la hubiera arrebatado él, como si hubiera quitado mi única manera de protestar.

Mi cuerpo, inmovilizado solo sentía sus manos viajar por el, como si intentase descubrir algo en un mar desconocido.

Lagrimas llenaron mis ojos y en cuanto estas tocaron el mar, todo se volvió en silencio. Y sus manos parecieron parar por unos instantes, no tanto como cuando escuchó un trueno detrás de él.

Aunque siguiera inmovilizada, fue como si esa tormenta que estaba detrás de él me diera poder, me fortaleciera y me diera la posibilidad de liberarme de mis propias cadenas.

En cuanto este vio la tormenta detrás de él vi como el agua le absorbía, como si sintiera lo que yo había estado sintiendo.

No sé cuanto tomó para que la tormenta aumentara, pero por mucho que lo hiciera no me angustiaba, me hacía sentir como si pudiera controlarlo todo, como si las olas a mi alrededor estuvieran elevándose cada vez más y más por mi.

Como si todo el caos ocasionado en el infierno como en el cielo lo hubiera creado yo, como si fuera parte de mi todo aquel caos que se estaba desatando.

Como si mis venas hubieran sido proyectadas en el cielo de la manera en la que mi pulso pasaba por ellas.

En cuanto me desperté y Harsh consiguiera calmarme él me hizo un té, mi favorito, aunque no se lo hubiera dicho y se sentó frente a mi.

—Creo que tenemos que hablar.

Ya era obvio que tarde o temprano debía al menos intentar explicar lo que me sucedía, aunque se me fuera imposible de cualquier manera.

Asentí.

—¿Por dónde empezar? —me pregunté a mi misma.

—El principio siempre es una buena opción. —habló este.

De normal lo hubiera dicho con un tono sarcástico, esta vez parecía que lo decía como la única manera que sabía de ayudarme a expresarme.

Cogí aire y lo expulsé, no quería decir las palabras que nunca dije en alto.

—Yo...—empecé —Yo fui violada.

Detallé como cada rasgo de su rostro decayó de manera que no había visto antes, vi como palideció, como su boca se abrió ligeramente sin querer creer lo que oía. Su mirada penetró en mi con intensidad, una intensidad distinta.

Caos en el infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora