"Difícilmente podré quitarte de mi mente luego de esto, eres la perfección hecha carne"
Con mis manos intento cubrir mi desnudez. La repentina seriedad en el rostro de Arsen me confunde, luego de que me aparté, se ha quedado inmóvil. Sin quitar sus ojos de los míos, toma mis manos y las apoya delicadamente sobre su pecho. Mi respiración comienza acelerarse, los calores suben a mi rostro y él se ve como si nada pasara. Sus manos viajan a mis hombros y se deslizan por mis costados hasta mi cintura, siempre acompañado de su atenta mirada.
-Θα σε κάνω Δικη μου... -habla en un tono dulce. Ha sonado tan excitante, a pesar de no saber qué ha dicho.
Dejándome llevar, beso sus labios despacio, disfrutando la suavidad que éstos guardan. Sus caricias me hacen transportarme a una realidad alterna, Arsen pide permiso con su lengua y lo concedo, succiono sus labios y acaricio esa suave lengua con la mía. Mis manos se mueven por su duro torso y van a su ancha espalda, las suyas se pierden descubriendo mis senos y femineidad, juega como un experto con sus dedos, dando pequeñas caricias a mi centro y repartiendo mi humedad.
A pasos lentos va guiándome hacia la cama, donde caemos de forma brusca con él quedando sobre mí. Sus besos se tornan intensos, enreda sus manos en mi cabello y me aprisiona aun más sobre el colchón. Rodeo su cintura con mis piernas y quisiera que no tuviese ese bóxer puesto, mediante los roces puedo sentir su erección presionarse en mi centro.
Su tacto en mi cuerpo es una completa tortura y trato de acariciarlo de la misma manera, tratando de que sienta la misma prisa que yo. «Dios, ¿todo eso guarda el bóxer?».
Intentando acelerar las cosas, lo abrazo y hago girar quedando encima de él, abandono su boca y voy a su cuello, me deslizo por su pecho dejando un rastro de húmedos besos y mordidas, su piel es suave y deliciosa, con la poca luz de la lámpara del rincón, logro ver su brillo y sedosidad. Sus gemas me observan sin perderse detalle de todo lo que hago. Juego con mi lengua, muerdo y beso todo lo que puedo y, no pierdo oportunidad y rozo su miembro con mis senos. Mis manos acarician sus piernas, cadera, y todo lo que me acerque a su palpitante erección. Por fin froto toda su extensión hacia arriba y hacia abajo aún sobre la tela del bóxer, muriéndome por verlo sin prenda alguna.Su rostro adopta una expresión de desespero, su respiración se agita y muerde su labio inferior sumamente excitado. Con la punta de mis dedos juego con el elástico del bóxer y voy bajándolo lentamente, descubriendo la parte más atractiva de un hombre, ese triángulo invertido que hace perder la razón de cualquier persona. Al quitar la única prenda que se interpone con su imponente virilidad, no me contengo y lo llevo a mi boca saboreando toda su extensión, una de mis manos está en su abdomen y con la otra lo masturbo y meto cuanto puedo a mi boca, succionando y acariciando con mi lengua una y otra vez.
Los sonidos guturales que Arsen deja escapar mientras me deleito con él, son música para mis oídos. Sus palabras en griego me excitan e incitan a hacerlo perder la cordura, a llevarlo lejos, a demostrarle el efecto que causa en mí.
Succiono toda su esencia y puedo sentir que va a terminar pronto, por lo que decido apresurarme. Sus manos acarician mi cabeza y la guían a su antojo y velocidad. Su cabeza está echada hacia atrás, hundiéndose en las almohadas; su abdomen se contrae con espasmos y veo la expresión de su rostro, una mezcla de dolor y placer, está a punto de culminar. Su pelvis se eleva entrando más profundo en mi boca mientras él jadea desesperado.
Pero freno mi acto dejándolo confundido, me mira indignado por haberlo dejado a mitad de camino, pero pronto, gateo hasta llegar a él y lo beso con fervor. No sé de dónde sale este deseo incontrolable, la necesidad de contacto es casi insoportable, toma mi rostro entre sus manos y me besa de la manera más salvaje que lo hayan hecho en mi vida.
Subo encima, a horcajadas, adoptando una pose dominante, algo con lo que Arsen no demuestra tener problemas y sin necesidad de que haga algo, yo misma me hundo en él.
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Lovers: Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...