"A veces nos convertimos en eso que tanto detestamos, terminamos usando lo que esté a mano como pieza de nuestro propio juego; aunque se trate de algo que amamos"
Me recuesto en el mostrador a mirar hacia afuera, el día está sumamente fresco y húmedo, la bruma en el exterior casi no te deja respirar. Ya pasan las tres y espero a que Liam pase por mí.
Reviso mi teléfono, algunos mensajes de Mitch, otros de Pat y también de Arsen. Los días pasan rápido, mañana es sábado y como accedí, tendré que ir a la casa de su madre. Hace días no lo veo, desde la visita a su casa. Puedo declarar oficialmente que mi vida está siendo sacudida otra vez, y no es más que por mis propios pensamientos. A veces me detesto por ser tan débil mentalmente, quisiese tener más fuerza de voluntad o convicción respecto a algunas cosas.
Aun no le he dicho a Liam que iremos a la casa de Crista, de hecho quiero que él me acompañe, es mi pareja y también padre de Evan. No es justo que esté al margen de todo cuando fue él quien me sacó del pozo en donde Arsen me dejó.-Hola, preciosa -saluda Liam al pasar la puerta, viene con Evan en brazos.
-Hola -Me acerco a saludar a ambos y tomo mis cosas para salir-. Adiós, Billy.
Me despido del muchacho que no sé lo que hace en la parte de atrás y salgo.
-¿Cómo estuvo tu día? -pregunto una vez en la salida.
-Bien, hoy sólo estuve en la oficina, no tuve que ir a ninguna parte...-comenta relajado.
Continúa contándome de sus cosas, yo de las mías, aunque más que hablar con los libros, no hago, por lo menos ellos me prestan más atención que Billy.
-Quiero pedirte algo -digo cuando tomo asiento en la mesa, estamos por cenar y el rostro de Liam se ve preocupado por mi repentino pedido.
-Dime -pide y le da un gran trago a su copa de vino, Evan está jugando con su comida y no presta atención a nada de lo que hacemos.
-Mañana Evan ira a la casa de su abuela Crista -suelto sin el mínimo tacto que me caracteriza al hablar.
Abre los ojos en sorpresa y frunce todo su rostro molesto. Queda en silencio, meditando. Espero su respuesta y me pongo nerviosa.
-Supongo que debo aceptarlo, ¿verdad? -esos ojos azul oscuro me analizan, nunca sabes qué pasa por la mente de Liam.
-Si decidí aceptar a Arsen... Todo lo demás viene a consecuencia -explico-. Pero no me molesta que vaya a tener relación con su abuela, sino que quiero que estés conmigo, a mi lado.
-¿Que mañana vaya contigo? -inquiere como si fuese una locura.
-Sí -respondo con un asentimiento de cabeza-. Eso quiero.
-Es una locura, no quiero estar frente a esa situación, ni frente a él -sentencia.
Me apoyo con mis antebrazos en la mesa y observo a Evan, está situación se está poniendo tirante, si complazco a uno, defraudado al otro. Es obvio que Liam tiene más peso sobre mí, pero respecto a Evan y la situación paternal, debería ser imparcial.
-Está bien -dice Liam y acaricia mi brazo-. Iré contigo.
Llegó el sábado por la tarde y vamos hacia la casa de Crista por suerte recuerdo perfectamente el camino. Arsen insistió en pasar por mí, pero le dije que no era necesario, tal vez «olvidé» mencionarle que Liam viene conmigo.
Al llegar y bajar del auto, siento un gran Deja vú. Es como si hubiese vuelto dos años atrás, a la primera vez que vine aquí con Arsen en esa noche de tormenta donde no había barreras ni tapujos, éramos criaturas rendidas ante la lujuria y el placer. No recuerdo haber tenido un sexo que se asemeje a ese, con Arsen no solo había atracción , teníamos mucha química, y de sólo recordar su sabor se me escapan los suspiros.
Liam observa todo con recelo, tiene a Evan en brazos y lo veo aferrado a él como si tuviese miedo de que se lo arrebaten. Nos acercamos a la puerta y segundos después de tocar el timbre la gran puerta se abre sola. Este largo camino hasta la puerta de entrada sigue siendo aterrador, y no por su aspecto físico, sino por el último recuerdo que tengo, con Dorián al final de él.
Y ahora, es Arsen quien me espera con la misma expresión de enfado que su padre. Sus ojos desprenden furia y los intercala entre Liam y yo, es evidente que no esperaba que viniese con él. De reojo veo a Liam algo molesto y cohibido, y, ahora me siento culpable de someterlo a esto.
-Buenas tardes -saludo al llegar frente a él.
-Liz -saluda mordiendo mi nombre.
-Buenas -se limita a saludar Liam.
Arsen solo abre paso e ingresamos a la casa. La tensión en el aire es más que palpable. Pero trato de dejarlo pasar y prepararme para lo que enfrentaré en el resto de la tarde.
-Buenas tardes -saluda Crista con un gran sonrisa en el rostro.
Aparece por el pasillo de la cocina y tiene sus ojos únicamente en Evan. Nos saluda de forma educada a cada uno e ignora cualquier cosa que esté pasando. Solo carga a Evan en brazos y presta toda su atención a él. Agradezco que deje todo de lado y no me haga sentir más incomoda de lo común. Los tres la observamos y quedamos en silencio.
-Vamos a tomar algo a la cocina por favor -pide ella con júbilo.
Caminamos como niños tras ella por el largo pasillo. Al llegar a la cocina, tomamos asiento en los taburetes y desde una puerta, aparece la misma señora de tiempo atrás a preparar todo.
Comenzamos una charla exclusiva sobre Evan, Crista pregunta absolutamente todo, Liam comenta algunas cosas y yo agrego otras. Todo resulta muy confortable y grato.
Todo excepto la postura de Arsen, se mantiene rígido y su rostro está completamente molesto. No emite sonido y se limita a observar y contestar cuando se le pregunta algo.-Lizbeth... -llama Crista.
-¿Sí?-¿Podemos hablar a solas un momento? -pregunta sorprendiéndome. Asiento, desvío mi mirada a Liam que tiene a Evan en brazos y su rostro es inexpresivo.
-Claro que sí -acepto intentando sonar segura, pero la verdad es bastante extraña la situación.
Me pongo de pie y antes de seguir a Crista por el pasillo, doy una rápida mirada a Arsen, quién ya la tenía fija en mí, quedo tranquila de que Evan quede entre ellos y no se den situaciones extrañas.
Los pasos elegantes de Crista se oyen como las agujas del reloj, cada uno acercándome a algo que temo, de la última charla con ella nada bueno salió.
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Lovers: Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...