Capítulo №64

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"La calma antes de la tormenta, el momento de silencio antes del trueno, la tranquilidad antes de la catástrofe y la mejoría antes de la muerte”.

—¿Otra ronda? —ofrece Daniel, pero me rehúso.

—Ya bebí bastante —respondo señalando a la pequeña pila de vasos.

—Está bien —contesta con burla y ríe.

—Debo buscar a mi hijo mañana temprano, no puedo ponerme ebrio —Me quejo y apoyo recargando mi cuerpo en la barra.

El lugar está más vacío que hace un rato y la música ha bajado. Después de la desilusión que tuve hoy en la tarde con Liz, decidí salir a tomar algo con Daniel. Es el único amigo que tengo aquí y necesitaba hablar con alguien que no sea mi mamá.

—¿Cómo sigue todo? —inquiere palmeando mi hombro. Supongo que busca una conclusión de todo lo que le he contado en este rato.

—Está todo muy intenso.

—¿Ha pasado algo entre ustedes? —pregunta curioso y se acerca un poco.

—Solo hemos tenido sexo, pero sé muy bien que eso no es una promesa de nada, no hemos arreglado nada nuestra relación en sí.

—¿Por qué intenso? —pregunta desconcertado.

Y caigo en cuenta de que me equivoqué de palabra.

—Tenso —corrijo molesto por equivocarme—, no intenso, tenso —afirmo y Daniel comienza a reírse como siempre que digo algo mal—. Aún me queda mucho que aprender del idioma —asumo y comienzo a reír.

Me pregunto cuántas veces debo equivocarme al hablar y la gente no dice nada, sobre todo Liz, aunque ella suele reírse de mí cuando lo hago. Humedezco mis dedos y juego con un pequeño charco de agua sobre la barra; entro en contacto con mis pensamientos. No puedo creer que Liam haya estado ahí, siento que hay algo que me estoy perdiendo, sé que debo darle el espacio, y siempre digo lo mismo, pero ¿qué es lo que no la hace tomar la decisión? No soy lo más correcto para opinar porque la he cagado tiempo atrás, pero cuando uno ama a alguien no cuestiona nada, no espera, solamente lo hace. Ella está ahí, sin hacer nada y me tiene en esta horrible incertidumbre.

—Liz no volverá conmigo —afirmo sorprendiendo a Daniel—. Las señales están a la vista, no me perdona, ha dejado de sentir lo que tiempo atrás, quiere a Liam, tiene una relación con él y a mí me tiene así por Evan, no sabe cómo deshacerse de mí... No volverá conmigo.

—Espera espera —habla, me toma del hombro para girarme y verme a la cara—. ¿De dónde sacas todo eso? —inquiere confundido—. Dale tiempo, estás como un perro faldero y eso no funciona con las mujeres —afirma seguro y con un encogimiento de hombros.

—¿No? —consulto interesado y niega afirmando.

—No. Cuanto más te haces desear, mejor —responde seguro, pero chasqueo mi lenguaje y niego.

—Liz no es de esas, te da vuelta la cara y nunca te buscará —afirmo muy seguro—, en el pasado tuve que perseguirla hasta debajo de la cama y me costó horrores.

Nunca en toda mi vida estuve detrás de una mujer, las aventuras se me daban porque sí, Iona estaba ahí y la verdad es que hasta hoy no puedo creer a lo que llegué con Liz. Pensé que iban a ser unas revolcadas y listo, pero admito que me volvió loco desde la primera vez que la vi. Eso me lleva a pensar que Liz en el pasado no necesitó tiempo, lo nuestro fue rápido y apresurado, y aun así, estaba dispuesta a todo. «¿Cómo fui tan infeliz de no dejar a Iona?». Me froto la cabeza intentando razonar pero no lo logro.

—¿Mal de amores? —pregunta la muchacha de la barra, levanto un poco mi vista para verla y asiento.

—Lo tiene como un perro faldero —agrega Daniel y me pongo nervioso de la vergüenza.

Lovers: Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora