"Estuve ciego, no me di cuenta, confié en mí, en ti, en lo que ambos sentíamos y me sorprendo al ver que nada es como lo imaginaba, que realmente no me amabas, no me veías como un hombre, sino como un niño”.
Quito el vapor del espejo y me observo a detalle por primera vez en días, me di una genial y relajante ducha, el agua sale con mucha presión y es muy caliente, este baño es maravilloso y elegante, me siento en un sueño. Me coloco la bata y salgo a mi habitación para vestirme, aun tengo todo en bolsas negras, no hubo tiempo de nada, pero ayer dejé la ropa preparada para ambos. Procedo a despertar a Evan y cambiarlo, anoche me acosté bastante tarde, la cena con mi hermano se alargó y de lo bien que la pasamos no nos dimos cuenta de la hora. Me sorprendió con un pastel de cumpleaños, y cuando hablo de que me sorprendió es porque había olvidado que hoy era mi cumpleaños número veintiocho. «Y no quiero envejecer». Es una fijación que tengo con la edad, algo que se me presentó desde el día en que conocí a Arsen.
Desayuné con tranquilidad y esa misma paz se la transmití a Evan para empezar con la mejor de las energías esta nueva etapa de nuestras vidas. Hoy tengo más camino hasta el kinder, estoy más lejos y cuesta un poco orientarme, Arsen tenía que entrar muy temprano al trabajo y no podía llevarme, aunque tampoco se lo iba a pedir, me dijo que tomara un taxi, pero no me agrada.
El vecindario es completamente hermoso, tranquilo y casi no hay ruidos en la noche. A Evan a pesar de estar muy cansado y haberle armado su cuarto con absolutamente todas sus cosas como en casa, le costó mucho dormir, tuve que hacerlo en brazos y luego dejarlo en la cuna.
Al dejarlo en el kinder y avisar que Arsen pasará por él, me dirijo al centro, he quedado en desayunar con Andrew y Pat. Obviamente por el día que es, y segundo por todo lo repentino e inesperado que viene pasando en mi vida. Necesito un momento de paz y tranquilidad, y mis amigos siempre hicieron que eso pase. Cuando llego, recibo las felicitaciones y dos hermosos obsequios, Pat me regaló un set de belleza, cosa que realmente necesitaba, no le presto mucha atención a esas cosas; Andrew me regaló dos Boucher para una tarde de spa. Obviamente que para Pat y para mí. No hace falta mencionar que odio que gasten en obsequios, pero decidí no decir nada, aceptarlos y agradecer.
—Qué maldita bruja —Esa es la conclusión de Andrew respecto a Steph.
Cuando le conté todo lo sucedido no podían creerlo, pero más que todo porque yo haya hecho eso, ya que soy enemiga de la violencia.
—¿No quieres que cenemos juntos hoy? —propone Pat, y me mira con esos ojos de perro regañado que son casi imposibles de decirle que no, pero niego segura.
—Estoy en una difícil situación —comento—, no quiero que Liam o Arsen se sientan excluidos y es obvio que no voy a invitar a uno sí y al otro no, ni hablar de ambos.
—Es verdad —afirma Andrew—. Yo invitaría a Arsen —comenta y hace un gesto exageradamente afeminado.
—Yo a Liam —impone Pat, la miro un poco sorprendida pero es verdad, sé que ella no tiene nada en contra de Arsen, pero prefiere a Liam.
—Ya pensaremos en algo —dice Andrew y mira cómplice a Pat.
Este par siempre me ha dado mala espina cuando se miran así.
*
Al volver a casa continúo con el labor de ayer, acomodar, ordenar y organizar, si bien Arsen me ayudó mucho, no sabía cómo yo quería poner las cosas así que los últimos detalles me los dejó a mí. Cuando termino le doy una limpieza liviana ya que sólo había polvo de estar desocupada y tomo asiento agotada en el sofá.
Ha quedado todo impecable, y estoy tan feliz de tener este lugar para mí. Y lo mejor de todo es que a pesar de que Crista y Arsen me lo proporcionaron —y debería sentirme mal como siempre—, es todo lo contrario, lo siento mío. Es porque pase lo que pase con Arsen o Liam, este seguirá siendo mi hogar. Nadie me quitará de aquí, será nuestro refugio con Evan, donde trataré de que él crezca tranquilo, de que todo fluya con amor y paz y nada nos afecte.
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Lovers: Él, prohibido
Romance"Mi vida era normal, quizás un poco monótona y aburrida. Hasta que aquél griego de tan solo 19 años de edad, hizo temblar el suelo bajo mis pies. Sus ojos de aquel color jade me hipnotizaron y sus palabras me cautivaron. Jamás pensé que podía enamo...