Epílogo

135 10 6
                                    

He muerto junto a él, dejé mi vida en aquella habitación, junto a Arsen. Hoy no me siento como Lizbeth, me siento incompleta y rota, culpable y al borde del abismo. De todo corazón deseo morir, deseo huir de esta vida vacía y sin sentido. Quiero reunirme con él, quiero llegar a la próxima vida.

Y así he estado por el último mes, tirada en una cama, sin ganas de nada, viviendo porque el aire es gratis. Pero también sigo aquí por Evan y la chispa que Arsen dejó en mí. Es casi como un presagio, casi como si Arsen hubiese sabido que moriría y quiso dejarme acompañada, con un motivo para vivir. Mis hijos son lo único que me mantiene en pie.

—Hemos llegado —canturrea Crista al pasar por la puerta de mi habitación.

Me encuentro acurrucada en posición fetal, viendo hacia la pared, contando los días para que esta agonía se termine. Giro un poco mi cabeza y sonrío al ver a mi hijo pasar, cada día se parece más a él.

—Hola, amor... —susurro y lo abrazo.

—Debes levantarte y hacer un poco de ejercicio, Liz —pide Crista y frota mi espalda—. Debes ir al doctor, hacerte los controles...

—Lo sé —contesto.

—Levántate que haré té.

Crista y Evan salen de la habitación y yo decido levantarme. Voy al baño y me mojo el rostro, me ubico en tiempo y espacio, me digo que debo seguir, que él lo hubiese querido así. Crista estuvo devastada, yo perdí el amor de mi vida pero ella perdió a un hijo, se recuperó rápido, o por lo menos eso aparenta. En las noches que se queda a dormir aquí con Evan la oigo llorar, y yo también lo hago. Es algo que no deja de doler, aún así hayan pasado más de cuarenta días.

Los restos de Arsen fueron llevados a Grecia, mi egoísmo quiso dejarlos aquí, cerca, justo donde pueda ir y visitarlos con más frecuencia, Crista lo quiso igual, pero ambas llegamos a la conclusión de que Arsen querría estar allí, querría ser libre en su amada tierra.

Tuve el agradable —y a la vez horrible— momento de conocer Grecia, fui a la ceremonia y descargué todo mi dolor ahí. Junto a su abuela hicimos una ofrenda para que él descansara en paz, y marcamos una ruta para volver a encontrarnos en la próxima vida. El lugar es como lo imaginaba, aunque me sentía sin emoción, sentía que le estaba robando todo. Que no merecía estar ahí.

El dolor no me deja avanzar, la culpa y remordimiento mucho menos, me pregunto qué habría pasado si le hubiese dicho hace años atrás que estaba embarazada, jamás se hubiese ido, jamás nos habríamos separado, no hubiese estado con Liam, Liam no lo habría encaminado hacia su muerte, yo no estaría muerta... Crista dice que no sirve de nada pensar en eso, que él no volverá a la vida y sólo me extinguiré. Me iré apagando, y tengo hijos por los cuales seguir encendida. Creo que también son la motivación de ella.

Dorián entró en un pozo depresivo del que no sale, la culpa lo carcome y no lo deja vivir en paz, y me alegro, me alegro de no ser la única que sufra, me alegro de que pague por lo que hizo, por habernos separado, por habernos arruinado. A Liam le dieron treinta años de cárcel, por buen comportamiento tal vez salga en veinte años, el mucho dinero de la familia de Arsen se encargó de que se pudra ahí y no salga. Con algo de suerte morirá ahí dentro. Y por más que me alivia, nada me lo devolverá.

Tomo asiento en la cocina de mi casa y me pongo a conversar con Crista de todos los proyectos que he hecho, algunos familiares, incluido mi hermano y su bebé, otros de la librería y las clases, y de los bebés. Con Crista consideramos mudarnos juntas, jamás se me hubiese ocurrido que eso pasaría, pero como bien ella dijo: «tú perdiste a tu mamá y yo perdí a mí hijo, somos lo único que tenemos, seamos una familia», nos tenemos la una a la otra, queremos cuidar de los bebés y seguir, afrontar la pérdida de Arsen.

Aunque no quiera, debo seguir con su recuerdo. Imaginar que por las noches vuelve a besarme y abrazarme, que vuelve a decirme que me ama con su particular dulzura, que me habla en griego, que me mira con esas gemas color jade, y que sigue aquí, en mi corazón del que nunca saldrá...



*****



Fin. 💔

Lovers: Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora