Capítulo №27

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“Nuevos rumbos, nuevas palabras, nuevas decisiones que todo lo cambian...”

Tomo asiento en la mesa de la cocina, y contemplo el vapor que sale de la taza donde hay té. Realmente me siento mal, estoy cansada y adolorida como si me hubiesen molido a palos. Observo a Mitchell preparar la cena, no tengo apetito pero es obvio que debo comer, mi bebé no tiene la culpa. Su silencio al estar tan cerca me incomoda, sé lo que está pensando y es en este momento que recuerdo sus palabras "No veo que esto acabe de buena manera, así que toma o deja mi consejo", y como siempre: tiene razón. Su visión siempre va más allá de la mía. 

Unos golpes en la puerta de entrada nos hacen asustar, nos miramos entre nosotros sorprendidos sin decir nada. Es algo tarde y es raro que vengan visitas a esta hora. Por un momento pienso que puede ser Arsen y comienzo a tener palpitaciones, no sé qué haría, seguramente ceder a lo que me propone, no estoy en condiciones emocionales de soportar más cosas de este calibre, y la verdad es que quisiese un descanso, un descanso de los problemas. 

Mientras espero, puedo oír voces masculinas, sólo hablando y luego el sonido de la puerta cerrarse. Las "pisadas" me avisan de que ese alguien: entró a la casa. No despego mis ojos de la entrada de cocina, hasta que veo entrar a quien menos esperaba. Su porte y mirada tímida me confunden. 

-Buenas noches -saluda y su mirada va al suelo. 

-Buenas noches -respondo y clavo mis ojos en los de mi hermano, quien hace señas en señal de rendición. 

-Lamento importunar a esta hora, es que me siento culpable y quedé un poco preocupado -Junta sus manos al frente y forma una línea recta con los labios. 

-Está bien, Liam. Sólo hacías tu trabajo, lo entiendo. No era necesario que vengas hasta aquí -explico tratando de que se sienta más aliviado.

-La pregunta es: ¿cómo sabes dónde vivo? -inquiere Mitch de brazos cruzados. 

-Me lo dijiste en el hospital -responde Liam, a lo que Mitch pone cara de estar pensando. 

-De todas maneras agradezco tu gesto -intervengo, eso parece relajarlo y hace una mueca que simula sonrisa. 

Se hace un silencio en donde nos miramos entre los tres. Hasta que se oye el chasqueo de lengua de Mitch, está fastidiado. 

-¿Te quedas a cenar? -Le pregunta a Liam, creo que el nombrado y yo reaccionamos de la misma forma: sorprendidos. 

-No quiero molestar en un momento como este... -responde y me mira a los ojos, creo que está pidiendo permiso. 

La verdad es que ganas de mandarlo a la mierda por haber firmado mi despido no me faltan, pero ¿a quién engaño?, me lo merecía. 

-Toma asiento, Liam -ofrezco mientras me pongo de pie para poner la mesa. 

Si bien falta para cenar, no puedo quedarme sentada ahí y que vea lo mal que estoy. También siento vergüenza de lo que ha pasado. Mitch y él comienzan una conversación, no presto atención a qué, mi vista se fija en la ventana que da al pequeño y feo jardín. Y pongo mi mente a trabajar una vez más en los recientes sucesos. 

Mientras cenamos de la manera más rara posible, el teléfono sobre la mesa, no ha dejado de vibrar. Puedo ver el malestar el Mitch cuando me observa. 

-¿Vas a contestar o qué? -inquiere molesto. 

Dudo, muero por hacerlo, pero niego. 

-Lo hubieses puesto en silencio -espeta-, ahora voy a contestar -Lo toma y contesta. 

Liam se limita a mirar todo curiosos y mis ojos no de despegan de Mitch, es un maldito entrometido. 

-Hola... -contesta como nada, frunce su ceño al escuchar algo del otro lado-, sí, ella está aquí, ¿usted quién es? 

Ahora quien frunce el ceño en confusión soy yo. Me mira y señala el teléfono que aún tiene en el oído. 

-¿Quién es? -pregunto en un susurro. 

-Crista -responde y me pasa el teléfono. 

Por inercia lo tomo, miro la pantalla y al ver la fotografía de Arsen todo se nubla. ¿Para qué puede estar llamando? 

-Hola -contesto con un hilo de voz.

Mi mirada se encuentra con la de Mitch, también puedo ver los azules ojos de Liam sobre mí. 

-Lizbeth... -pronuncia mi nombre con pesadez, como si no le agradase, aunque sé que no lo hace. 

-¿Qué puedo hacer por usted? -pregunto curiosa, la verdad es que no tengo la menor idea. 

Creo que la situación ha quedado demasiado clara, humillante pero clara.

-Quiero hablar con usted, pero personalmente -Se hace un silencio donde seguro espera que diga algo, pero continúa-, ¿podemos vernos en la mañana? 

Sin pensarlo respondo:

-Claro, ¿dónde? 

Me pasa la dirección de una cafetería a la cual nunca he ido, pero sé dónde se encuentra. Luego de acordar el horario y todo, colgó. 

-¿Qué está sucediendo? -Mitch se para delante de mí esperando mi respuesta. 

-Quiere que nos veamos mañana, quiere hablar de algo... 

-¿Y Arsen? 

-No lo sé -contesto y un suspiro derrotado sale de mí. 

Vuelvo mi vista al plato y pienso, ¿por qué su madre querría hablar conmigo?, ¿por qué no ha sido Arsen?, ¿él sabrá? Y así y miles de preguntas siguen azotando mi mente. Ya no puedo comer más, se me ha cerrado el estómago, demasiada incertidumbre. 

«¿Cuando perdí el control de mi propia vida?».

-Liz... -Levanto mi vista del plato ante el llamado.. 

-¿Qué sucede, Liam? -Intento sonar normal, pero debe notarse mi cansancio mental. 

-Quiero que sepas que voy a ayudarte... -Antes de que pueda decir algo es Mitch quién levanta la mano y lo interrumpe. 

-Ella no necesita nada de nadie, y menos de ti... 

-Quiero ayudar... -insiste.

-No es necesario, Liam. No es tu culpa, no debes hacer nada -aclaro- y le sonrío. 

Silencio, mi hermano mira a Liam, pero él me mira a mí, hasta me hace sentir rara, qué pelmazo. 

-No voy a cambiar de opinión -afirma. 

-Sí -Ríe de manera falsa Mitch-, cuando cambies pañales verás cómo te vas... 

Los ojos de Liam se abren de par a par, me mira como si estuviese loca, y en estos momentos tengo ganas de golpear a mi hermano por boca suelta. 

-¿Estás embarazada? 

Lovers: Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora