Capítulo №71

74 10 3
                                    

"El vacío en tu mirada es peor que cualquier castigo, es la furia divina que en algún momento llega a destino"

Los segundos en los que terminan de revisar, arreglar y asear a Arsen, son eternos. La gente poco a poco comienza a salir de su habitación y con Crista comenzamos a ponernos cada vez más frenéticas.

-Pueden pasar -Nos avisa el doctor desde la puerta-, pero hay un inconveniente -anuncia y mira directamente a Crista.

-¿Qué sucede? -inquiere ella con preocupación.

Mi sonrisa se borra automáticamente y espero que ese inconveniente no sea nada grave.

-El señor está algo confundido, desorientado, cuando despertó comenzó a hablar en griego y luego se normalizó, posiblemente tenga algunas dificultades con la memoria, pero son lagunas temporales, cosas muy superficiales.

-Está bien -responde Crista-, pasaré unos minutos y luego lo harás tú -propone ella.
Asiento conforme.

-De acuerdo. -La verdad es que no tengo derecho ni intención de objeciones.

Ingresa.

Los minutos parecen horas y creo que ya me mareo por caminar en círculos. Me desespero por verlo, también llegan a preocuparme sus complicaciones, eso y el hecho de pensar que en cualquier momento Dorián e Iona llegarán. La situación será de lo más tensa y extraña. No hay manuales que te indiquen qué hacer en momentos como estos.

Supongo que debo actuar con madurez, mantenerme a un lado y tragarme los celos. Arsen no está en momento de tomar decisiones ni de someterlo a presión. Debe estar en paz, y eso significa que tampoco podemos pasar por encima de los demás.

Ay, Dios. Primero era Liam, ahora Iona. A veces me pregunto si esto tendrá fin, mi cabeza ya no quiere más preocupaciones ni cosas que asimilar.
Simplemente -y bajo cualquier costo- quiero al griego sólo para mí, ¿es demasiado pedir?

-Liz. -Me giro ante el llamado de Crista.

-¿Qué sucede? -inquiero con miedo debido a su expresión.

-Está bien, lo primero que hizo cuando me vio fue preguntar por ti, está desesperado por verte.

Involuntariamente sonrío como una idiota. Miro al suelo tratando de ahuyentar las lágrimas y suspiro.

-No lo alteres -pide con gracia-. Está algo perdido, no sabía que estaba en Londres.

-¿Eso es malo? -Niega.

-En horas se recuperará. Ahora ve.

Asiento y camino los dos pasos que tocan hasta la puerta de la habitación. Es como en una película de terror, la ansiedad y el pánico crecen en mí al momento de tomar la perilla.

Pero lo hago.

Por fin me encuentro con esas gemas preciosas que tanto me fascinan. Está sentado en la camilla, sus piernas cuelgan y me observa sorprendido. Sin quitar mis ojos de los suyos, camino lentamente hasta llegar junto a él.

Su barba fue arreglada, sus ojeras son más notorias, y también el aroma cítrico que estoy segura fue obra de Crista. Nuestros pechos suben y bajan a gran velocidad y nos observamos como si no nos hubiéramos visto en años.

-Arsen... -susurro y me acerco a abrazarlo, con mucho cuidado hundo mi rostro en su cuello y dejo besos en la unión con su hombro.

Sus brazos me rodean y es aquí cuando me quiebro y comienzo a llorar.

-Liz -susurra con su voz débil, ronca y rasposa.

Ha perdido todo rastro del ronroneo que habitualmente tiene.

Lovers: Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora