Capítulo №74

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"Ella es el faro, el riesgo que estoy dispuesto a correr, así tenga que volver a chocar y romperme”

Siento algo de miedo al pararme frente a la casa de mi madre, es como si no quisiese entrar ni enfrentar esto. Son las cuatro de la tarde, Iona y mi padre ya deben estar aquí. Liz se ha quedado en la casa ya que Evan acababa de llegar.
No quería irme y dejarla, pero esto es lo último que tengo que hacer. Ella pasó por cosas peores, si lo comparo, mi precio para estar junto a ella es nada.

Como tengo llave de la puerta de reja, ingreso sin más, los pasos del camino los hago a desgano, se sienten pesados, como si fuese a quemarme en la hoguera. Al abrir la puerta de la casa y mirar hacia mi izquierda, donde se encuentra el living, los veo sentados.

—Buenas tardes —saludo y guardo las llaves en mi bolsillo.

—¿Dónde estabas? —pregunta mi padre mientras me acerco.

Iona se pone de pie y viene a abrazarme, me siento sucio, e impuro, y no es porque haya estado toda la tarde haciendo el amor con otra mujer, sino porque Iona lo sabe, sabe lo que me sucede y aún así se resigna a aceptarlo.

—Estaba en la casa de Liz —confieso.

Mi madre llega a la sala y se acerca a besar mi frente, Iona vuelve al sofá y mi padre se pone de pie con una expresión bastante dura.

—¿Sin teléfono? ¿Desde la mañana? —cuestiona y asiento.

«Toda la noche también, y no habría vuelto», pienso.

—Bastante irresponsable de tu parte, estás muy delicado, acabas de salir del hospital, ¿cómo haces algo así, Arsen? —inquiere mi padre.

Suspiro y me froto el cabello con desespero.
Quiero decirle que en esa casa y con ella estoy bien y tranquilo, que soy feliz, pero la expresión de tristeza de Iona está rasgándome algo adentro.

—¿Vamos a mi cuarto? —pregunto amable e ignorando por completo a mi padre.

—Claro que sí —accede ella.

Sin mirar a mis padres, subo las escaleras e Iona me sigue. Desde que salí del hospital no hemos estado solos o hablando, sólo cosas superficiales.
Cuando entro a mi habitación siento la necesidad de recostarme, estoy muy cansado y siento fatiga. No debí hacer tanto hoy, pero me negué a mostrarme débil frente a Liz.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Iona mientras toma asiento en el pie de la cama.

Suspiro, acomodo mi almohada para que no me duela el lugar afectado y por fin decido contestar.

—Bien. Estoy muy bien, sólo debo tomar todo con calma.

—La vida aquí es estresante y deprimente —comenta con su ceño fruncido—. Este lugar es horrible, no podría venir a vivir aquí, Arsen.

«No quiero que vengas», pienso.

—Pues, extraño el sol, pero la verdad es que Londres me fascina, me he acostumbrado y el lugar donde vivo, Notting Hill, es hermoso.

—Vuelve a casa —ruega y sus ojos se cargan de lágrimas—, es insoportable vivir sin ti.

—Ahora vivo aquí, tengo a mi hijo y no voy a dejarlo.

—Pero sí a mí.

—Iona —Llamo su atención y la miro fijo a los ojos, esos que desprenden miedo—. Sabes que te quiero mucho ¿verdad?

Desvía su vista y se pone de pie por lo que decido tomar asiento.

—Tú sabes que te amo, Arsen. —confiesa llegando frente a mí, se arrodilla y toma mis manos para ponerlas en su frente.

Lovers: Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora