Capítulo №55

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Cierro mis ojos y disfruto de esta repentina e incorrecta acción. Los labios de Arsen como siempre tienen más guardado entre sí, hay algo en ellos que se hacen irresistibles, tentadores y adictivos. Él me corresponde normalmente, sus manos van a mi cintura, abrazándome y pegándome por completo a él; paso mis brazos por su cuello y prácticamente me cuelgo de él, podría nunca salir de sus brazos y nunca deja de sorprenderme lo que siento cuando entro en contacto con él.

Me va guiando hasta acorralarme contra la mesada, intensifica el beso hasta el punto en que no podemos respirar con facilidad, callamos nuestros propios jadeos involuntarios y nos satisfacemos con caricias anheladas. El beso duele por la forma salvaje y pasional en la que se está transformando, pero al parecer ninguno tiene problemas con eso. Por el contrario, sujeto su nuca y enredo mis manos en su corto y suave cabello.

-Te amo -susurra sobre mis labios a penas nos separamos por falta de aire, besa mi frente, mejilla y nuevamente a mi boca. Me observa y sus ojos se mueven por todo mi rostro buscando algo-. ¿Tú me amas? -pregunta nervioso.

«¿Lo amo?», me pregunto a mí misma, pero la respuesta es obvia.

-Nunca dejé de hacerlo -declaro devolviendo la sonrisa a su rostro.

Me observa por unos momentos sin decir nada, a veces estos silencios son necesarios, Arsen muchas veces habla con la mirada, esa del color más bello que haya visto. Sus largas y espesas pestañas, sus pequeños y casi invisibles lunares, sus pobladas cejas que le dan ese característico rasgo de su tierra, sus labios, su cabello negro como la noche, todo en él parece un milagro de la naturaleza.
Pero tanta perfección tiene su precio, uno que ninguno ha podido pagar aún y que por consecuencia, no quiero volver a caer en ese pozo del engaño, eso tiene más consecuencias que cualquier otra cosa, de hecho estamos así por empezar todo por los pies. Y creo que esta vez, él debe comprenderlo.

-Arsen -susurro no queriendo salir del hermoso y profundo momento en que nos comunicamos con la mirada.

-Dime... -pide y acaricia mi mejilla.

-¿Has notado la situación en la que estoy? -pregunto lo más calmada posible y asiente lentamente-, estoy en un gran conflicto -Le explico mientras me alejo un poco.

-¿Vas a dejarlo o consideras aún volver con él? -pregunta y su repentina felicidad se evapora del rostro.

Niego firme y segura, pero no es la respuesta a su pregunta, sino a la mía.

-En estas veinticuatro horas de soledad he pensado mucho -comento-, y mi problema es ése.

-¿Cuál es tu problema? -pregunta confundido y preocupado.

-Soltar una mano y tomar otra, tomar decisiones precipitadas, no pensar, actuar por impulso y mero deseo -explico y sé que el rumbo de mi explicación no le agrada.

-¿Qué significa? -inquiere más nervioso que antes.

-Significa que quiero un periodo de mi vida sin hombres, ni decisiones, ni presiones o problemas. Quiero enfocarme en mi hijo, en mi bienestar y en resolver las situaciones ya existentes -termino.

Me observa y realmente no sé qué piensa o siente, yo no muy bien, no es algo que me agrade pero no puedo tomar decisiones una sobre la otra, los errores en algún momento se superponen y así es como termino rota y lastimada como me encuentro ahora.

-Vas a volver con él -afirma, sujeta mi rostro y apoya su frente sobre la mía.

-Eso es lo que no quiero, tener que responder, decidir, pensar, ¡y sólo están presionándome!

-Es sólo una decisión -replica-, ¿por qué quieres alejarme otra vez?

-No estoy alejándote -asevero-, no estoy haciendo nada ahora, quiero no sentirme presionada por nadie, odio sentirme así -Le reclamo y asiente nuevamente.

Lovers: Él, prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora