Mi motivación

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Nuevamente en el presente.

...

Narai Uchiha se encontraba frente a Obito, mirándolo con cierta arrogancia. El Uchiha menor aún no podía comprenderlo, aquel chico que tanto admiraba de pequeño estaba vivo, sin embargo, ahora se había convertido en esto.

Como si de un misil se tratara, algo aterrizó a un lado de Narai, Obito levantó nuevamente el rostro, Madara había llegado, había acabado con todos sus oponentes en el otro campo de batalla.

— Obito, volvemos a vernos. – exclamó con aquel mismo tono de voz espeluznante del que Obito sin duda recordaba.

— Madara... – susurró, aquellos flashbacks de el Uchiha mayor provocando el incidente de Rin, el cual, era un recuerdo que tenía bien presente hasta la fecha.

— ¿Sabes algo? – dijo mientras tomaba asiento con tranquilidad, alzando la vista, recargando su mentón sobre la palma de su mano. — Después de todo no te necesitaba a ti, Narai podía hacer todo lo que tú no podías hacer. Supo mezclar los poderes Senju y Uchiha fácilmente. Es cierto, los poderes de Narai son muy similares a los tuyos, es por eso que lo elegí después de que huyeras de mí. ¿Y sabes qué? Fue una mejor carta. ¿En qué comparas a un Uchiha de elite con una decepción de su clan?

Obito chasqueó la lengua, frunció el entrecejo y apretó su puño con fuerza.

— ¿Por qué Narai tiene también el kamui, Obito-san? – preguntó Naruto, quien se acercó al Uchiha. Obito sólo dirigió una mirada a su enemigo.

— El kamui de Obito fue un poder regalado por mí. ¿Recuerdas? Con las células de Hashirama. – exclamó, mirándolo con una sonrisa burlona. — Hice el mismo regalo a Narai, aunque mil veces mejor. Como bien sabes, Narai es un Uchiha de elite desde que tiene memoria, algo que tú jamás lograste superar. Si bien recuerdas el kamui lo tienes gracias a mí, deberías agradecerme.

Obito estaba decidido a contener sus palabras, todo aquello que le recordase al suceso en donde aquel hombre puso en peligro a Rin y a Kakashi ponía a hervir su sangre.

— Obito-kun, ¿Cómo pudiste desperdiciar la oportunidad de colaborar junto a Madara-sama? ¿Eres tan tonto como para no darte cuenta de que este asqueroso mundo shinobi está podrido? Nunca nada sale como uno quiere, y nos encargaremos de hacer lo contrario, así que será mejor que cooperes.

— Narai, llegué a pensar como tú, pero la luz me salvó, puedo asegurarte que estás totalmente equivocado. – El Uchiha ni siquiera se atrevía a dirigirle la mirada a sus enemigos los cuáles tenía en frente, no por miedo, sino por ira, no quería volver a verlos en su puta vida.

— ¿Hablas de Rin? No me jodas.

— ¿Qué dijiste? – exclamó con rabia, nadie podía decir el nombre de su amada de esa forma, menos de aquellos labios.

Narai sonrió y movió sus manos de lado a lado. — No me malinterpretes, entiendo lo que sientes por ella, entiendo ese amor que le tienes. Pero es justo por esa razón por la cuál debes vengar aquella situación, cuando los shinobis de Kirigakure la secuestraron no se tocaron el corazón antes de hacerlo, únicamente sería un sacrificio más para ellos, en cambio para ti, perderla sería tu perdición.

Obito permaneció en silencio, apretando con fuerza sus dientes, intentando contener su ira.

— ¡¿Comprendes?! – gritó con todas sus fuerzas, erizando los vellos de todo aquel que escuchaba, pareciendo incluso que con aquel grito desgarraría por completo sus cuerdas vocales. — Es fácil hablar, es fácil decir cualquier estupidez estando en tu posición, tuviste suerte. ¡¿Pero qué ocurre con la gente que no tiene suerte como yo?! ¡¿Quién traerá de regreso a mi hermano sin un método como este?!

Narai comenzó a perder el control, de su cuerpo comenzaron a salir estacas gigantes de madera las cuáles caían en distintas direcciones, logrando atravesar a bastantes shinobis de la alianza, nadie podía detenerlo.

— ¡Observa! – gritó nuevamente en el mismo tono. — Cada uno de tus compañeros morirá si sigues poniendo resistencia, Obito.

Obito cayó de rodillas al suelo, su rostro lo decía todo, para el todo había terminado. No importaba a que lado sus ojos miraran, en cada rincón, en cada esquina, había cadaveres por doquier.

— ¡Obito! – gritó Rin, dándole una bofetada a su amado. — Despierta.

Aquel grito con cierta desesperación en dicho tono hizo detener por completo el mundo de Obito.

No había nada a su alrededor, sólo Rin, la luz de su vida, mirándolo con cierta preocupación en sus ojos.

— Este no es el final, ¿Vale? Aún tenemos cosas por hacer, ¿Recuerdas nuestra promesa? Tú siempre has velado por el bien de la humanidad, desde siempre te he prometido permanecer a tu lado, observándote. Así que reacciona, debemos vengar a toda esta gente, no dejes que sus muertes sean en vano, se han ido luchando, debemos demostrarles que de algo valió su entrega, no desertes ahora, te necesitamos, aún te necesito, Obito Uchiha.

Obito pestañeó un par de veces, Rin colocó su mano sobre la mejilla de su amado, intentando transmitirle la fé que ella tenía puesta en él.

Finalmente alzó la mirada. Rin era lo único que quería ver en aquel momento, aquella luz esperanzadora, aquel símbolo de fuerza, aquella motivación para no renunciar.

— ¿Sabes? – musitó en voz baja, únicamente audible para Rin. — Si no fuese por ti, quizás no sería tan fuerte como soy ahora. Incluso, me habría dado por vencido hace mucho tiempo.

Todos necesitamos inspiración en aquellas noches largas y oscuras, era algo que todo el mundo tenía bastante presente. Nada garantizaba que la vida sería fácil.

El mundo se caía a pedazos, pero incluso en aquel callejón oscuro llamado vida existía luz, luz la cuál para Obito tenía nombre y apellido, Rin Nohara.

Sólo debía mirarla a ella, la luz de su vida, y seguir adelante.

...

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⏰ Última actualización: Jul 15, 2022 ⏰

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La luz de mi vida (ObiRin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora