El deseo personificado en una manzana es un hecho bíblico,
que no se puede cambiar.
El dulce sabor de tus labios fácilmente me lleva a pecar.
Una y otra vez.
Una vez más.
Mil veces más.
Pero el color de tus ojos y ese brillo incandescente que tienes cuando me ves,
me hacen desear estar contigo y pecar toda una eternidad.
Ser Eva y Adán o simplemente ser tú y yo en un dulce deseo sin final.
Por miles de años más o por un efímero beso sin dar.
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Dulce deseo
RomanceMelissa Deniz es una directora de museo que está cansada de vivir una vida rutinaria, pero tampoco hace algo para cambiarla. Se divorció hace seis meses y aún no tiene claro qué será de su vida cuando su exesposo le dé la mitad del dinero del aparta...