Akın
No me aguanté, tuve que besarla ante su petición. Sus suaves labios hacen que mi cuerpo tiemble de una manera inexplicable y nueva. Ella con solo este pequeño toque me hace sentir vivo.
Pero todo se desvanece cuando ella se separa bruscamente y comienza a balbucear algunas palabras mientras intenta zafarse de mí. Sus pasos son torpes, al igual que sus movimientos.
—Creo que mejor me voy a la habitación.
Ni siquiera se lleva el vaso con agua. No habla de lo acaba de pasar. ¿Qué ocurre? ¿Se arrepintió?
Todas las señales indicaban a que quería lo mismo. ¡Me pidió que la besara! ¿Por qué reacciona así? Joder, ¿y ahora?
Mi cabeza es todo un lío ahora mismo, intento pensar qué hacer, pero mientras me quedo fijamente mirando a la nada; termino dándome un golpecito en la frente y me digo que soy un idiota. Tomo aire, agarro un vaso de cristal y lo lleno con agua para poder llevárselo, la pobre ni siquiera hizo lo que vino a hacer a la cocina.
Camino por el pasillo sobrepensando en qué decir si ella pregunta o si no lo hace. Ella me paraliza, me pone ansioso, pero al mismo tiempo quiero hacer muchas cosas. Es una mezcla muy rara de sentimientos y emociones que me confunden demasiado.
La puerta de su habitación está entreabierta, veo que está sentada sobre la orilla de la cama, está ensimismada viendo el suelo. Pero al mover un poco la puerta, ella mira hacia donde estoy.
—Hola —digo ladeando una sonrisa—. Olvidaste tu vaso de agua.
Me acerco a ella para entregárselo, ella lo toma con una sonrisa que ni les llega a los ojos.
—Ah, sí, gracias... —Es lo único que dice.
—Melissa, lo que ocurrió...
—Mejor no hablemos de eso, por favor —me interrumpe—. Dormiré.
Entiendo su mensaje. Muy claro.
Me alejo de ella, la miro por ultima vez antes de salir de su habitación; no había detallado su vestimenta, está usando una pijama tan corta que hace lucir muy bien sus piernas. Ella nota que estoy mirándola, veo como traga saliva y se me queda mirando.
Hay deseo en su mirada. Ella quiere ceder, pero no lo hace.
Prefiero llevar esto con calma por el bien de todos.
Me despido de nuevo y salgo de su habitación, tratando de controlar mis ganas de estar con ella. Gruño por lo bajo, emito un suspiro con frustración y con la cabeza más confundida de lo normal, entro a la ducha para poder despejar mi mente y poder dormir con tranquilidad.
Me gusta esa mujer, joder.
*
He estado todo el día en la oficina, Melek y Conrad me han traído un montón de documentos para revisar. El día ha sido agotador, pero a pesar de todo, mi mente no deja de pensar en la mujer de sonrisa alegre y mirada cálida que está en mi casa. El beso que nos dimos hace dos noches no deja de rebobinarse en mi cabeza una y otra vez.
Ayer no hablamos, Melissa está en una misión de evadirme, que es un poco molesto, pero mi alma de buen entendedor no se enoja del todo por la situación, quizás ella no quiere arruinar todo, más sabiendo que está en mi casa porque no tiene a donde ir.
Sin embargo, se les extraña; me gusta escucharla hablar sobre cualquier cosa. Tampoco intenté decirle algo, no quería molestarla más. Con mi arrebatamiento del beso, creo que fue suficiente.

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Dulce deseo
ChickLitMelissa Deniz es una directora de museo que está cansada de vivir una vida rutinaria, pero tampoco hace algo para cambiarla. Se divorció hace seis meses y aún no tiene claro qué será de su vida cuando su exesposo le dé la mitad del dinero del aparta...