Akın
Estar viviendo en otro país se siente muy diferente a estar solo de paso. Llevo un mes en Seattle y aún no me acostumbro. Soy un hombre de viajes, de estar en constante movimiento, no varado en un solo lugar. Pero en estos momentos todo es tan turbio que lo mejor es estar aquí por un tiempo. En Turquía las cosas no están bien y si vuelvo, quien sabe qué podría pasar.
Sí, fue una mala decisión no haber aceptado el acuerdo de esos tipejos de pacotilla que querían hacer un negocio clandestino, pero no podía aceptar, van en contra de mis valores y creencias. Pueden gustarme los negocios, pero no entraré en la mafia turca; no haré negocios con esa clase de personas.
Sin embargo, el no haberlo aceptado también trajo consecuencias, y una de ellas es no estar seguro de mi vida.
Cuando estaba en Estambul, ellos intentaron hacerme daño. Me amenazaron con quitarme todo si no aceptaba su acuerdo de lavado de dinero. Es por eso que decidí venir a Estados Unidos, tratar de calmar las aguas para poder regresar. ¿Por qué elegí Seattle? Porque la vez que vine a hacer negocios con una empresa de aquí llamada Sunshine, me gustó mucho la hospitalidad de esta ciudad. Tiene un buen clima, la gente es amable y está Leslie.
Pienso en aquella castaña que se convirtió en una buena amiga luego de intentar seducirla; pero ella ya tenía su corazón ocupado por otra persona. Aun así, nos convertimos es muy buenos amigos, y es grandioso tenerla en mi vida de esa manera.
Desde que llegué a su ciudad, me ha ayudado a adaptarme. Ya ha pasado un año y medio desde que nos conocemos, su esposo Raymond también me ha ayudado a encontrar nuevos patrocinios y clientes que pudieran hacer negocios conmigo.
Es jueves, estoy cansado de estar en la oficina improvisada que creamos para la empresa. No me gusta estar alejado de Yıldız, mi empresa en Turquía, pero se hace lo que se puede.
Melek, mi asistente desde hace cuatro años, me sirve un café turco y deja una carpeta con información del nuevo proyecto que tenemos pensando empezar a ejecutar en este país. Poco a poco hemos ido estudiando las estrategias americanas, tratando de crear algo que funcione en un mediano y largo plazo, es por eso que hemos trabajado sin parar en un mes de estadía.
—Akın bey, ¿necesita algo más? —pregunta Melek, dándome una sonrisa con sus labios pintados de rojo. Ella me ha ayudado en muchas ocasiones a encontrarme cuando estoy perdido entre tantas cláusulas y acuerdos. Es buena persona.
También puede que hayamos hecho cosas que los jefes y sus empleadas no deberían hacer. Pero ella sabe que solo es mi asistente, una buena amiga y nada más.
—Solo eso, Melek. Teşekkür ederim.
—Taman, Akın bey.
Le agradezco, pidiéndole que por favor saliera a su descanso mientras yo termino de ver este papeleo y podamos irnos a casa.
Ella y mi chófer tienen su propio pequeño apartamento en alquiler en un buen edificio que contraté al llegar. En cambio, mi apartamento es un pent-house y está muchos pisos más arriba que los apartamentos de ellos.
Al menos vivimos cerca, cuando los necesito, ellos están al momento.
Fue lo único que pude traerme con seguridad de Estambul, además, son mi equipo de trabajo y les tengo mucha confianza. Han sido años trabajando juntos.
Las horas pasan como si estuviera apurado el día por terminar; cuando alzo la vista para ver la hora en el pequeño reloj digital que tengo en la mesa, veo que son las ocho de la noche, no he cenado y me siento cansado.
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Dulce deseo
Lãng mạnMelissa Deniz es una directora de museo que está cansada de vivir una vida rutinaria, pero tampoco hace algo para cambiarla. Se divorció hace seis meses y aún no tiene claro qué será de su vida cuando su exesposo le dé la mitad del dinero del aparta...