Capítulo siete: Lost Sea

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G I A

Era viernes e iba saliendo de mi clase de economía. Caminaba junto a mis compañeros y los observaba hablar entre ellos mientras reían y se reunían con sus grupos.

No era demasiado social. Podía entablar conversación con cualquier persona, pero con respecto a crear un vínculo como lo es la amistad, mis capacidades de socializar desaparecían.

No soy demasiado comunicativa y eso a las personas les molesta cuando no llegas a responder sus mensajes o llamadas en un tiempo cuerdo. Por lo que he perdido a varias personas en mi vida por ese inconveniente. Y mi único amigo en la tierra seguía miles de kilómetros lejos de mí. Así que...no tengo amigos.

—¡Hey Gia! — me giré cuando una voz me llamó. Una chica morena de rizos descontrolados venía hacia mí con pasos apresurados y con su respiración irregular, como si hubiera corrido una maratón— Ho-hola, soy Ava.

— Hola— le respondí con extrañeza— supongo que ya sabes mi nombre— digo con algo de sarcasmo a lo que ella se ríe — ¿Pasó algo?

— Bien, directa al punto— dijo al notar que mi pregunta sí fue directa— He escuchado que te han echado de tu residencia por lo de la protesta.

— ¿Cómo siquiera lo saben los demás? No le dije a nadie— No podía entender cómo siquiera la gente sabía de mi situación.

— Pues todos lo saben— soltó una risita— Estuviste en la boca de todos estos días, no puedes esperar que se olviden de ti y no sean entrometidos en las consecuencias que sufriste.

— Sí, supongo que fue lo más emocionante de su semana.

Ella se aclaró la garganta y se retocó el cabello como un acto nervioso. Yo la miré impaciente a que siga hablando.

— Solo quería decirte que me gustaría que contaras conmigo por si quieres dar otro paso en contra del profesor Gordon.

— ¿Vas a mi clase?

Últimamente no estoy notando a nadie de mi clases.

— Así es, me siento al final del todo, no creo que me hayas notado— sus mejillas tomando color, apenada— pero lo que te quería decir es que conozco a alguien que podría ayudarnos a echarlo.

— ¿Alguien?

— Alguien que es bueno con las computadoras— declaró con confianza.

— ¿Y eso en que ayudaría?

— Bueno, este "alguien" puede acceder a todo lo que esté relacionado con tecnología o subido a algún disco duro— entrecerré los ojos— archivos informáticos, cámaras...

— ¿Cámaras? Es una buena idea— le afirmé con una sonrisa— Te mantendré al tanto.

— Genial, sí, genial, nos vemos por ahí, o no sé, eh, adiós— balbuceó girándose y perdiéndose entre el gentío.

En realidad si creo haberla visto por mi salón, juntándose con otros dos chicos, pero nunca tuve interés en saber de ellos.

Pero su idea de un hacker o cerebrito con el internet, no era mala.

Salí de la universidad tratando de que la manada de personas no me llevara por encima y me encaminé hacia la zona de residencia con un claro objetivo.

Pasaron unos cuantos días desde que ahora soy la representante de una banda invisible y dispuesta a salir al mundo, y desde que vivo en un piso donde la tranquilidad es nula.

Y mi interacción con los muchachos fue muy poca en lo que iba de la semana, con todo lo que conllevaba la universidad, apenas tenía tiempo de pensar en otra cosa que no sean libros.

Perfecta Melodía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora