Capítulo quince: Una promesa sin palabras.

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G I A

La cabeza me daba vueltas como un carrusel de feria. Podría asegurar que mi cerebro me daba patadas duras por todo lo que ingerí en la fiesta y peor aún cuando al querer abrir mis ojos, una onda de dolor inundó mi cuerpo. Como un pequeño electroshock para castigarme por tomar demasiado.

Solté un suspiro pesado y el eco hizo de ello en mis oídos. Abrí uno de mis ojos y me percaté de que no estaba en mi cuarto. La superficie de la cama era más suave y la manta debajo de mí desprendía un olor a coco intenso.

Y fue cuando me di cuenta de que alguien dormía junto a mí.

Giré mi cabeza y volteé mi cuerpo algo alarmada, moviéndome debajo de la manta azul marino y tranquilizandome cuando una cabellera pelinegra, totalmente despeinada, fue lo primero que captaron mis ojos.

RJ dormía plácidamente a mi lado. Con su cuerpo inclinado hacia mí y ahora quedando cara a cara conmigo. La luz mañanera que entraba por la ventana detallaba a la perfección sus facciones. Su mandíbula marcada, sus pestañas espesas descansando sobre sus mejillas y su respiración tranquila, que me dejaba claro que él seguía durmiendo. Se veía sereno, sin su ceño fruncido y solo relajado.

Mi mano comenzó a picar con querer acariciar su mejilla, donde su lunar descansaba y era tentador.

Por auto reflejo mi mano derecha se cerró y fue ahí cuando me sentí que algo envolvía mis dedos. Bajé mi mirada y sobre la manta, descubrí que una de las manos de Romeo entrelaza con la mía. Sus dedos se encontraban enredados con los míos, como algo involuntario, algo pequeño pero a la vez tan grande, que mi corazón comenzó a bombear con fuerza ante ese simple toque.

Dios mío.

Ante la presión RJ fue despertando poco a poco y yo sólo me quedé petrificada en mi lugar, dudando en si hacer algún movimiento y solo viendo como sus párpados se abrían y de sus labios se escapaba un jadeo bajo.

Sus ojos azules, ahora de un color más intenso, me miraban fijamente y contuve mi respiración.

El calor inundó mi cara. Tanto por los recuerdos de anoche como por lo que estaba sucediendo ahora mismo. Me debía de ver horrible con todo mi maquillaje corrido y todo mi cabello siendo un nido de pájaros.

— Te ves bonita ¿te lo he dicho?— expresó con voz rasposa y ronca.

— ¿Qu-qué dices?— tartamudee. Mierda.

Su expresión divertida, aún siendo una muy somnolienta, junto a su risa, sólo revolvió mi estómago.

— Dijiste que te diga cada vez que te ves hermosa— susurro con sus ojos entrecerrados por el sueño.

Y sentí como mis mejillas se encendieron y sus risa se hizo más potente. Lo empuje del hombro al mismo tiempo que también me reí ligeramente, al verlo casi caer de la cama.

Sólo se estaban burlando de mí, no lo decía en serio.

— Eres un idiota— le dije soltando nuestras manos y tapando mi rostro.

¿Por qué me había traído a su cama? Podía dejarme en el salón y aún así decidió traerme a su cuarto y dejarme dormir en su espacio.

El apartó mis manos de mi cara, tomó una de ellas entre las suyas y la posó frente a sus ojos. Detalló con sus dedos el tatuaje que tenía en mi dedo medio.

— ¿Porque te lo hiciste?— dijo aún viéndolo.

— ¿Te creerías si te digo que sólo tenía cinco dólares y mucha adrenalina?— dije divertida viendo el tatuaje de serpiente que envolvía mi dedo.

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