Capítulo catorce: Una propuesta amarga

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G I A

Me abrumaba el reflejo frente a mí. Principalmente porque era yo.

Nunca fui de demasiado maquillaje, tampoco de ser tan cuidadosa con mi cabello y mucho menos de llevar mucha joyería, además de algunos anillos y mis pendientes de siempre. Pero la persona en el espejo decía todo lo contrario.

Sabrina Calloway tenía una estricta norma en su cumpleaños. Etiqueta y elegancia, nada de ropa provocativa o jeans o ropa casual. Todos formales. Por lo que, cuando a Félix se le ocurrió decirme aquello hace unas horas tocando mi puerta, la única persona a la que recurrí fue a Deva. Por más que buscará y buscará en mi armario algo parecido, nunca lo encontraría.

Deva fue rápida y encantada con la idea, me alcanzó un vestido de los suyos antes de irse. Era de color vino, un rojo bastante oscuro y también era pegado al cuerpo. Y me encantaba como me quedaba. Nunca creí admitir ello, pero el esfuerzo que podía hacer en mi apariencia había tenido un resultado increíble. Mi cabello castaño liso, mis mejores pendientes y mi collar más reluciente. Me veía bien.

Sonreí por última vez, tratando de convencerme de que no era mejor quedarme en mi cama y salí del departamento.

No tardé mucho en conseguir un taxi para llegar donde se celebraría la fiesta. Aunque era algo apartado del centro de la ciudad y de todo, el dinero fue justo.

RJ se había propuesto a buscarme, puesto que ellos tenían que hacer prueba de sonido y armar los equipos un rato antes de que empezara, se ofreció a volver por mí, pero lo rechacé porque siquiera me había comenzado a arreglar cuando lanzó la idea y le dije que me esperara en la entrada cuando ya permitieran el acceso. No los había visto en todo el día y ya casi eran las diez de la noche.

Mis ojos recorrieron la enorme fila fuera del edificio, que avanzaba con velocidad, dónde entraban algunos que reconocía de la universidad y otros desconocidos de mi edad, que me miraban como si fuera un extraterrestre. El lugar era enorme. La recepción y la alfombra roja me hacían creer que entraba en un evento de alta gama. Junto con la música a todo lo que daba.

Algunas de las chicas me lanzaban miradas con total descaro, soltaban risitas entre ellas y me juzgaban sin siquiera conocerme o por mi simple apariencia. Pero sólo las ignoré, yo me veía bien y estaba cómoda, eso era lo que importaba. A veces me impresionaba como el amor de uno se lo quita el egoísmo de otra persona. Personas idiotas como ellas.

Me coloqué detrás de la última persona y esperé.

En cuanto estuve frente a el guardia, me mando una mirada entera antes de agitar su cabeza y buscarme en la lista.

¡Los imbéciles no me dijeron que había una lista!

El señor calvo bajo sus gafas de color negro, ridiculo porque era de noche que me recordaron a las pelis y negó con su cabeza.

— No estás en la lista.

Parpadeé varias veces buscando ideas. Bien, no tenía ninguna.

Le sonreí con inocencia ¿Serviría si le sonrió?

— Vengo con la banda— solté fingiendo estar despreocupada, rogaba que Félix le dijera a su nueva novia que me dejaran pasar si alguien se presentaba de esa manera— Soy amiga de ellos.

— ¿Cual banda?

— La banda que tocará.

— Quiero el nombre.

Me atrapó ¿Cómo se llamaban? ¡Mierda! ¿Tan ridículo era que lo olvidé?

— La banda que tocará— le repetí.

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