Capítulo veintidos: Algo llamado "meter la pata"

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G I A

Sus labios se movían sobre los míos con eufemismo, dejando que el calor subiera por mi cuerpo al notar como el peso de su cuerpo se ajustaba sobre mí.

Cuando su lengua se hizo paso hacia la mía e hizo contacto perdí la cabeza y tiré de su cabello. El jadeo que soltó fue excitante y le di pase libre para que se hiciera lugar entre mis piernas. No perdió tiempo en caer sobre mí luego de una mirada acalorada y mover sus labios de los míos haciendo su camino hacia mi cuello.

— Gia...

Suspiré.

— ¿Gia? ¿RJ?

Mis manos impulsaron el cuerpo de RJ desde sus hombros y por consecuencia su anatomía fue a caer al piso en un ruido sordo.

— Mierda.

Sentía mis labios pesados y apretandolos entres sí, los sentí levemente calientes. Miré a Elián parado en la puerta sosteniendo el picaporte, dónde su atónita mirada se combinaba con su boca entreabierta y sus ojos paseando entre nosotros, entre RJ tirado en el suelo y yo acostada en el sillón con la respiración entrecortada.

— Elián, sí— me recargue en mis codos— ¿sucede algo?

Comenzó a balbucear mientras sus mejillas se inundaban de un leve color rojizo. Negó varias veces.

— El ensayo...y...yo— balanceó su mirada entre RJ y yo— y...te di-digo cuando terminen— tartamudeó y quise detenerlo, pero cerró la puerta en un instante, desapareciendo.

Fruncí mis labios y llené mis pulmones de aire nuevo y renovado. Por un segundo, en mi mente, el que entraba era Mark y nos sacaba a los dos a patadas de aquí con la amenaza de tirarnos café caliente por hacer una escena en su preciada oficina, nos hubiera arrancado la cabeza ambos. Me recliné a mi izquierda y sonreí divertida al ver a Romeo aún tirado sobre la alfombra gris.

— ¿Cómo va el clima allí abajo?

Sus ojos azules se entrecerraron, siendo siniestros por mi burla evidente y se sentó de manera lenta, sin perderme de vista.

— Y yo creí que Félix sería nuestro mayor problema para interrumpir— refunfuña, me reí.

Todavía tenía que asimilar lo que sucedía. Dios mío, todo dio un giro entre nosotros y ahora no podía explicar porqué estaba tan nerviosa con él. Y porqué mis terminaciones nerviosas explotaban junto a él.

Se levantó con una lentitud tétrica, siendo evidentes sus intenciones de abalanzarse nuevamente sobre mí reflejado en sus ojos. Por lo que fui más rápida que él y coloqué mi mano sobre su boca cuando su cuerpo cayó sobre el mío.

— Alto ahí velocista— sus cejas se elevaron y lo obligué a sentarse— estás probando mucho a tu suerte— enarcó una ceja—tuviste suficiente.

Se sentó correctamente y mis piernas quedaron en su regazo.

— ¿Estás segura?

— Estoy muy segura— asentí.

— No puedes arrepentirte.

— No lo hago— dije divertida— y además, te has aprovechado de mi alma generosa.

— ¿Ya no quieres besarme?

— ¿Tú qué crees?

— Yo creo qué hay que tener otro recordatorio de lo que no podrás obtener por mucho tiempo.

— ¿Para mí o para ti?

— Para ambos.

Se intentó acercar, pero le di una palmadita en su pecho y me levanté del sillón, estirando mi mano en su dirección para que la tomara. Dudo unos segundos antes de ceder y pararse.

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