Capítulo nueve: Un lugar para nosotros

10.2K 902 367
                                    

R J

Esto ya era aburrido.

Estar sentado detrás del volante sin poder bajarme de mi propio coche una vez llegamos, no fue de mi absoluto agrado.

Y más si la demanda nos la impuso Gia, junto a una advertencia, que confieso y digo, logro asustarnos lo suficiente como para no contradecirla.

Aunque ya empezaba a impacientarme.

Pero aquí estábamos. Cuatro idiotas dentro de una camioneta, en medio de una calle vacía y con un silencio que sólo duró minutos antes de que Félix comenzara a hablar.

La vista de mi ventanilla me da la imagen perfecta de lo que yo definiría como descuido y falta de mantenimiento en un tiempo prolongado. El viejo café/bar del otro lado de la calle, a mi izquierda, me hacía preguntarme el porqué Gia nos trajo y él qué hizo ella en este mismo lugar el día de ayer.

La pintura desgastada por la humedad de las paredes, sumándole a los volantes de distintas propagandas pegadas en ellas a un lado de la entrada, los cuales siquiera se tomaron el tiempo de sacar, solo decían lo basura que era este lugar.

¿Por qué estábamos aquí, Gia?

Aún así, mi mirada no se despegaba del pequeño callejón oscuro, al lateral del edificio, donde Gia se perdió y dejó ver su cabellera castaña desaparecer minutos atrás. No podía evitar balancear mi pierna en un repiqueteo constante al pensar en la posibilidad de que quizá algo estuviera ocurriendo en ese sitio y por estar aquí dentro como un niño, no podría hacer nada para evitarlo.

Ahora era cuando me hacía falta su voz contradiciéndome.

La misma voz que no dejaba de contradecirme al decirme si la hamburguesa era mejor con pepinillos o sin ellos la noche de ayer. Decidí bajar la ventanilla para dejar que toda la brisa fresca entrará de lleno y diera con mi cara. Tráete de tranquilizarme y no mentalizarme tanto, era solo esperar tampoco era tan complicado.

No oía nada en la calle, parecía que todos los coches y personas se hubieran extinguido.

— Supongo que no querrá hacerlo, o quizá le quiera clavar dos cuchillos en los ojos cada vez que lo tiene enfrente— esto último dicho por Félix me engancho al hilo de la conversación que mantenía con Theo, la cual había decidió ignorar.

— ¿Tú dices?

— Yo te lo seguro.

Estaba fastidiado de escucharlos parlotear. Fue evidente al dejar escapar un suspiro, pero eso no les importó en nada para seguir hablando de idioteces.

— ¿Por qué?— le preguntó Theo siguiendo la conversación.

— Hermano— Félix se tomó su tiempo para volver a decir algo— No podrás creer de lo me he enterado.

Félix siempre entrometido en la vida de los demás.

— ¿Recuerdas las fotos que se difundieron el año pasado?— por la pausa que se generó supuse que Theo le estaba asintiendo y eso hizo que mi ceño se frunciera al sacar a relucir ese tema.

¿Por qué hablarían de un rumor viejo ahora mismo? Noticias, o más bien, malas noticias cómo estás se escuchaban muy a menudo desgraciadamente, por fotos y videos difundidos a contra de la voluntad de los partícipes, las mujeres siempre eran las más afectadas, pero no era nada nuevo que alguno apareciera de vez en cuando.

El único que aparentaba normalidad era Elián. Se mantenía ajeno a todo con sus audífonos puestos y su mirada perdida.

— ¿La de los pechos?— le aseguró el rubio.

Perfecta Melodía Donde viven las historias. Descúbrelo ahora