BRUISED [kookmin]

trente trois

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—Jeongguk... Dios, te necesito. —las palabras apenas podían entenderse entre los sollozos.

—Jimin, ¿qué pasa? —el castaño se alarmó. —¡Jimin!, ¿dónde estás?

—Mi cas-casa. Solo ven, por favor. —Y la comunicación murió.

¿Cómo podía Jimin haber sido tan idiota para ir allá solo?

Jeongguk salió corriendo de su casa, corrió a toda la velocidad que sus piernas le permitían hasta que llegó a la casa del chico. Se detuvo antes de entrar, notando que el garaje estaba vacío y que la puerta principal estaba abierta de par en par. Entró rápidamente y subió las escaleras de la misma manera, tropezando con un escalón y casi cayéndose en el proceso. Empujó la puerta de la habitación de Jimin, encontrándola hecha un desastre.

Y ahí estaba, hecho un ovillo entre las sábanas en una esquina de su cuarto, su cuerpo se sacudía por sus sollozos y parecía estar en otro mundo. El más alto no dudó en acercarse a él, y poniéndose de cuclillas frente al chico, tocó su brazo, consiguiendo que reaccionara, rechazando su tacto.

—Soy yo, Jimin. Soy Jeongguk. Está bien.