cinq

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La caja de pizza vacía era la única compañera de los dos adolescentes en la habitación de Jeongguk.

Ambos habían estado riéndose toda la tarde y parte de la noche, sin darse cuenta de que ya era realmente tarde, considerando que tenían clases al día siguiente.

—¿Sabes algo, pastelito? —Jimin miró al más joven con una pequeña sonrisa somnolienta. —Me hacían falta días así, con la escuela y todo eso, me estaba abrumando demasiado.

Jeongguk se acomodó en la almohada, observando con admiración al chico, devolviéndole la sonrisa.

—Gracias, de verdad.

—No tienes nada que agradecerme. Soy tu mejor amigo, precisamente para alegrarte es que existo.

Otra sonrisa se apoderó de los labios del más bajo, su rostro tenía una expresión tan linda, la más radiante en mucho tiempo, que Jeongguk sentía que toda la situación estaba siendo muy surrealista. Estaba tan atrapado en el momento, que no se dio cuenta de que Jimin ya había cerrado sus ojos.

El castaño esperó unos minutos a que su amigo estuviera dormido y se quedó nuevamente, mirándolo, detallándolo. Una de sus manos acarició cuidadosamente la mejilla lastimada del chico, acercándose más a él para dejar un pequeño beso sobre el mismo regordete moflete.

Su estómago quemó y sonrió.

—Buenas noches, pastelito. —Se permitió cerrar sus ojos y abrazar al pequeño cuerpo a su lado.

Jimin abrió los ojos por unos segundos, comprobando que Jeongguk ya había cerrado los suyos. Sonrió ampliamente y mordió su labio inferior para no terminar gritando de la emoción, porque su mejor amigo, por el cual, extrañamente, estaba comenzando a sentir algo, le había besado la mejilla.

Y ahora lo estaba abrazando mientras dormía.

BRUISED [kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora