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La jornada escolar estaba llegando a su final ese día, y cuando el timbre resonó en toda la escuela, fue acompañado de los gritos de alivio que emitieron los jóvenes que allí se encontraban.

Jeongguk fue uno de los primeros en salir del salón, esperando ser seguido por su amigo, pero cuando iba a mitad de pasillo, se dio cuenta de que iba solo. Cuando volvió al salón, se encontró con un Jimin inmóvil, como si estuviese en algún tipo de trance.

—¡Jimin! —gritó —Mueve tu gran trasero y salgamos de aquí.

El chico dio un respingo en su asiento, volviendo a la realidad, sintiendo su cuerpo temblar, igual que aquella vez cuando su padre lo asustó.

*

Jimin se encontraba en su cuarto, las gotas de sudor corrían lentamente por sus sienes y su brazo comenzaba a cansarse. Cuando el nudo en su estómago se deshizo, se relajó por completo y recostó su espalda en el respaldo de la cama.

El video continuaba reproduciéndose en la pantalla de su laptop, estaba tan sumido entre su euforia, que no notó cuando la puerta se abrió.

—¿Qué mierda estás haciendo?

Al escuchar la voz de su padre, intentó torpemente cerrar la laptop, pero con su nerviosismo solo logró que esta cayera al suelo, haciendo que su progenitor pudiera visualizar perfectamente lo que estaba viendo.

Dos hombres teniendo sexo en HD.

El temeroso chico trató de cubrirse con las sábanas, sabiendo lo que se aproximaba.

—¿Te gusta esta mierda, marica?

Lo próximo que escuchó fue su portátil estrellándose contra la pared, posiblemente volviéndose añicos, luego sintió los puños de su padre por tercera vez esa semana.

Cuando los golpes cesaron, todo su cuerpo dolía.

—Ojalá te mueras.

Tosió, notando un poco de sangre en la palma de su mano.

Y seguidamente lloró.

*

—¿Jimin? —El castaño esperó por él en la puerta del salón.

—S-Sí, yo... Voy enseguida.

Se acomodó la mochila en la espalda y, cabizbajo, caminó hacia Jeongguk.

—No sé qué es lo que está pasándote, pero no hay nada que una buena partida de FIFA no pueda solucionar, ¿no? —codeó el costado de Jimin juguetonamente, y este tuvo que aguantar un gemido de dolor.

—Sí...

—¿En tu casa o...?

—En la tuya. —dijo, no dejando que terminara la oración. —Estaré allí a las tres, ahora tengo que irme. Nos vemos luego, Jeonggukie.

Y así, el pequeño Jimin se fue caminando mirando hacia el suelo, tapando su rostro con su cabello.

El otro chico le vio alejarse, decidió que esa tarde iba a averiguar que estaba sucediendo en la vida de su mejor amigo.

BRUISED [kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora