quatorze

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Jimin miraba hacia un punto fijo en las baldosas del baño, Jeongguk tardó muy poco en darse cuenta de que este estaba llorando.

—¿Qué pasa, Jimin? —susurró, acariciando su ya mojada mano. —Dios, me gustaría tanto ayudarte.

Le partía el corazón verlo llorar, verlo así de mal, por lo que no le importó mojarse y se metió junto a él en la ducha.

—¿Qué pasó con ella? —pasó uno de sus brazos por los hombros del contrario, atrayéndolo hacia él.

—Se fue. Me dejó con el estúpido de mi padre. —El más bajo no dudó en apoyar su cabeza en el hombro del contrario. —Y yo la extraño más que nadie. Si ella estuviera aquí, nada de esta mierda pasaría. —siguió llorando fuertemente. —Antes de irse me dijo que no lo hacía por mí, pero yo sé que fue así, siempre se gritaban cosas relacionadas conmigo, yo siempre los escuchaba.

Jeongguk solo lo abrazó más fuerte, dándole besos en su cabellera cada vez que este se quebraba al hablar, y aunque no quería aprovecharse de la borrachera de Jimin para sacarle algunas palabras, sabía que él estando sobrio no se las iba a decir. Se las guardaría hasta explotar, y él solo quería ayudar, era demasiado como para solo ignorarlo.

—¿Cómo te hiciste todos estos moretones, bebé? —Hasta él mismo se sorprendió por la manera en la que había llamado a Jimin en un momento tan íntimo, pero al fin y al cabo, él no iba a recordar nada, o al menos eso esperaba.

Jimin lo miró con sus ojos ya tornándose cada vez más rojizos por la cantidad de lágrimas que liberaba, luego negó con la cabeza.

—No le digas nada de esto a papá, por favor, Jeonggukie. Lo digo de verdad.

BRUISED [kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora