I'm Not Him

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Klaus avanzaba a paso lento, con una mirada algo perdida, dirigiéndose al parque donde solía estar el Hotel Obsidian, donde todo se fue al carajo de nuevo. Estaba tan confundido, tan extrañado, tan triste. Hizo una mueca, ladeando levemente su cabeza mientras notaba una extraña sensación de peligro. No tenía idea de por qué. Él nunca se había sentido así, pero, no pudo quitarle importancia, porque claramente no tenía sus poderes, y si algo le pasaba, podría llegar a ser horrible. Aunque, si lo pensaba un poco, ¿por qué su patética vida tendría que importarle? Ya no era nada, ni nadie, ni siquiera era importante para alguien.  

- Dios.... Klaus... - Sonrió, hablándose a sí mismo - Eres un estúpido.... ¿Por qué tienes que ser tan inseguro cuando te quedas solo? Probablemente sea lo mejor... - Se enderezó - Eres demasiado inalcanzable para idiotas como Ben.... - Ladeó la cabeza.  

Sintió que rodeaban su espalda, su sangre se congeló mientras seguía avanzando. Tenía un completo desconocido a su lado, quien tenía sus dedos incrustados en su brazo izquierdo, guiándolo al caminar, Klaus apenas pudo entre abrir los labios. 

- Sigue caminando y no digas nada.... - Le ordenó el asaltante. 

Klaus tragó saliva, al tiempo que seguía el camino derecho, llegando al parque.... pero, hundiéndose en él. A estas horas de la noche. 

~♡~ 

Ben le sonrió a Jennifer mientras compartían detalles y cosas suyas, el uno con el otro. 

- Entonces, no tuve que pasar esos santísimos 9 meses sufriendo sola.  

- No tenía idea de que existía algo así... Síndrome de Co... - No pudo seguir pronunciando. 

- Síndrome de Couvade. 

- Eso. - Ben sonrió.  

- Te he contado toda mi vida, lo siento. Suelo ser.... no lo sé, me sale de manera inconsciente.

- No, está bien, no es algo que me moleste.

Jenny se reposó en el mostrador.

- ¿Ustedes son nuevos aquí? Nunca los había visto.

- Algo... Algo así, es complicado de explicar.

- Entiendo.

- Oye... Perdón si soy muy entrometido, pero... ¿Tienes alguna foto de tu familia?

- ¡Si! - Tomó un pequeño cuadro cercano y se lo enseñó al asiático.

Jennifer era casada y tenía una pequeña niña de dos años. Ben ladeó su sonrisa.

- Es igual a su padre.

- Eso me encanta.

- Es bueno que encontraras a esa persona a quien amar.

- Si, creo que tuve suerte. - Jennifer le sonrió a su fotografía.

- ¿Cómo supiste darte cuenta de que era el indicado para ti?

- No lo sé. No creo que... - Jennifer ladeó la cabeza, acomodando de regreso el bonito cuadro familiar - sea algo de lo que uno pueda saber de antemano o darse cuenta... Es... momentáneo y espontáneo, simplemente sucede, y si te hace sentir increíble, entonces, es mucho mejor para uno mismo. ¿No lo crees?

Ben se le quedó mirando, procesando un rato. Soltó un suspiro.

- Es confuso....

- ¿Tienes a alguien en mente, Ben?

- Supongo.... Es medio pendejo....

Jennifer rió.

- Creo saber de quién me hablas.